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La iglesia de Santa Catalina reabre tras 14 años y una restauración intermitente

El renovado templo contará con una cripta visitable que encierra vestigios romanos, visigodos e islámicos.

El Arzobispado ha invertido más de tres millones de euros en su recuperación.

La iglesia de Santa Catalina todavía era objeto hoy de los últimos trabajos. / Juan Carlos Vázquez

Casi 15 de años de cierre. Varios periodos de obras con interrupciones. Tres párrocos. Tres alcaldes. Dos arquitectos. Dos arzobispos. Una inversión económica de más de tres millones de euros. Y muchos quebraderos de cabeza. La iglesia de Santa Catalina, uno de los templos con más historia de Sevilla, declarado monumento nacional en 1912, reabre este sábado. El regreso de las hermandades radicadas en el templo será el pistoletazo de salida a ocho días de actividades culturales y de culto que tendrán su epicentro en la misa de inauguración que presidirá mañana, a las 12:00, el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo.

Localización de la iglesia de Santa Catalina. / Dpto. Infografía

El cierre de Santa Catalina, construcción de estilo gótico-mudéjar que fue levantada tras la reconquista de Sevilla por parte del rey San Fernando en 1248, se produjo en mayo de 2004 tras desprenderse unas tejas, aunque el templo arrastraba importante problemas, que se constataron después, de los que no alertó la Inspección Técnica de la Edificación (ITE) que pasó en 2002. Cuando Santa Catalina cerró sus puertas era alcalde de la ciudad Alfredo Sánchez Monteseirín; monseñor Amigo Vallejo era arzobispo; Antonio Hiraldo, párroco; y Emilio Iriso era el hermano mayor de la Exaltación.

Desde que el Arzobispado comunicó la clausura de la iglesia por su mal estado de conservación hasta que este sábado vuelva a abrir sus puertas para recibir a las hermandades, Santa Catalina ha sido objeto de un largo proceso de restauración, con una paralización de las obras por parte de la Justicia incluida. La crisis económica, que irrumpió con fuerza cuando se acometía la primera fase de la rehabilitación, consistente en la sustitución de las cubiertas, deparó que las administraciones cerraran el grifo del dinero para colaborar en la recuperación. La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento tan sólo aportaron fondos para estos trabajos, que culminaron en 2010.

Instalación del vidrio que permitirá ver en todo su esplendor el arco de entrada. / Juan Carlos Vázquez

Entre medias también se produjo el relevo de monseñor Asenjo al cardenal Amigo al frente de la Archidiócesis. Precisamente la llegada de Asenjo ha sido a la postre decisiva para que se complete la ansiada reapertura de Santa Catalina. El arzobispo se conjuró junto a su equipo, en el que han jugado también un papel destacado Alberto Benito, ecónomo diocesano; e Isacio Siguero, secretario general y canciller; para recuperar esta joya para la ciudad.

Asenjo llamó al arquitecto Francisco Jurado, con el que ya había colaborado en otras restauraciones, y que cuenta con una amplísima experiencia en la rehabilitación de bienes culturales, entre ellos, el Acueducto de Segovia, la iglesia de los Jerónimos de Madrid o la mezquita del Cristo de la Luz de Toledo.

Jurado se puso manos a la obra y encargó un estudio técnico a Geocisa para analizar los movimientos que pudiera haber en el templo. En julio de 2013 el arquitecto revela que la estructura no se encuentra en mal estado. Un año más tarde, se retoma la rehabilitación pilotada ya por Jurado.

Trabajos en Santa Catalina. / Juan Carlos Vázquez

El técnico se encontró a su llegada con un templo apuntalado y, según el arquitecto anterior, con peligro de hundimiento: “Lo cierto es que estaba lleno de humedad proveniente del subsuelo, las paredes picadas, desnudas, los retablos tapados, etcétera. Me sorprendió porque yo no veía ningún indicio, ninguna deformación, ningún agrietamiento que fuera síntoma de esa afirmación”.

Durante la obra se fueron descubriendo, paso a paso, las entrañas del edificio, su historia y sus características constructivas. “Esto nos sirvió después para revalorizar los elementos principales y neutralizar los secundarios, disponiendo las instalaciones necesarias para volver el edificio a la vida, a su uso cotidiano”, explica Jurado.

Las edades de Santa Catalina sobre su planta actual. FUENTE: Archidiócesis de Sevilla. / Dpto. Infografía

Lo más complicado para el director de los trabajos ha sido “realizar el forjado que separa el templo de la planta inferior con los restos arqueológicos, apoyando solamente en las bases de los soportes de la iglesia para dejar el espacio inferior diáfano”.

La excavación arqueológica deparó importantes sorpresas. Se hallaron vestigios desde la época romana. Éste será uno de los grandes atractivos con los que contará Santa Catalina tras su reapertura, como relata el actual párroco Francisco J. Blanc: “Se va a poder ver toda la evolución del templo en la cripta que será visitable. Hay restos de la época romana, un cementerio visigodo, una especie de oratorio de época islámica, la primera iglesia mudéjar de 1248 y cómo se reconstruyó tras el terremoto de 1390”.

La cripta, con una profundidad máxima de cuatro metros, no se podrá visitar al principio. Está pendiente todavía su musealización. También resta por hacer un tramo de 10 o 12 metros de la cámara bufa de ventilación exterior en el tramo más estrecho de la calle Alhóndiga, donde los numerosos registros existentes han dilatado los permisos del Ayuntamiento.

Tramo de la calle Alhóndiga donde falta por hacer la cámara de ventilación. / Juan Carlos Vázquez

El párroco, que se hizo cargo de San Román-Santa Catalina en 2016, destaca sobremanera la implicación de monseñor Asenjo en la restauración y el trabajo abnegado de sus predecesores: “El arzobispo ha sido el alma mater. A don Manuel Cotrino le tocó la restauración del exterior. Él también ha ayudado muchísimo. Le debemos mucho. A mí me ha tocado el interior. El trabajo de Francisco Jurado ha sido maravilloso. Ha hecho una obra de arte. Ha reforzado incluso los cimientos. Tenemos iglesia para otros 500 años”.

La nueva iglesia de Santa Catalina va a llamar la atención por su luminosidad interior y por la vistosa decoración exterior, recuperada gracias a los vestigios encontrados. “Está muy bella. Se ha recuperado la puerta de entrada mudéjar que sólo se veía en parte. Se ha instalado un suelo de vidrio para que se vea lo que está enterrado. Se han limpiado todos los retablos barrocos, muy buenos; y los neoclásicos. Se han encontrado unas pinturas muy bonitas y luego está la capilla sacramental, que es una auténtica joya”, relata Blanc.

Cripta arqueológica de Santa Catalina. / Belén Vargas

La restauración de los bienes muebles, como retablos, esculturas o pinturas, ha corrido también por cuenta del Arzobispado. El equipo, dirigido por Antonio Gamero y Agustín Martín de Soto, ha estado formado por Patricia Iglesias, Azahara Lora, Ana Álvarez, María Lara, Antonio Manuel Fuentes, Isabel María Moreno, Carlos Roncero y Carmen Escot. La imagen de Santa Catalina de Alejandría que preside el altar mayor, una talla anónima de finales del siglo XVII, ha sido intervenida por Pedro Manzano. El resto de esculturas del retablo principal, San Pedro, San Pablo, San Juan Evangelista y San Sebastián, ha sido tratadas por Enrique Gutiérrez Carrasquilla.

La parroquia y la Archidiócesis han preparado un completo programa de actos para celebrar la reapertura.

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