En busca de la nueva piel
La restauración de Santa Catalina avanza y los técnicos valoran cuáles son los revestimientos originales que se recuperarán para la fachada
En busca de la nueva piel. Las personas que hayan pasado junto a la iglesia de Santa Catalina en las últimas semanas habrán podido comprobar cómo la fachada del histórico templo, cuya restauración se retomó la pasada primavera, ha sido despojada de los recubrimientos y luce, en su mayor parte, en ladrillo visto. La fase de los trabajos que se desarrollan en la actualidad, y cuyo coste se sitúa en torno al millón de euros, además de la excavación arqueológica y el estudio del subsuelo, contemplaba en el exterior la consolidación y recuperación, en el caso de que fuera necesario, de los elementos esenciales que pudieran estar deteriorados o anulados, buscando una imagen coherente e integrada de todas las intervenciones a lo largo de su historia. Una vez que se han eliminado todos los morteros de cemento, que eran recientes y además se encontraban en mal estado, el equipo comandado por el arquitecto Francisco Jurado estudia cuál es la terminación optima y que más se ajusta a los originales de cada zona del inmueble.
El arquitecto responsable de las obras explicó a este periódico que el exterior de la iglesia no quedará en ladrillo, se volverá a revestir, pero la imagen será diferente a la que tenía hasta ahora: "Ahora estamos estudiando los revestimientos originales para ver el color y la textura que se deja". La tare a a la que se enfrentan consiste en valorar cuál era el revestimiento original de cada construcción de la iglesia, ya que según la zona tenían acabados distintos: "Hay elementos de distintas épocas. Por ejemplo, en el ábside mudéjar de la cabecera, en el interior de las cubiertas se ve cómo estaba revestido. Tenemos franjas en ocres y blancos". También se han encontrado decoraciones de cuando se hace la capilla sacramental, obra de Leonardo de Figueroa. "Cuando se hace cada intervención en la iglesia se le da un acabado distinto. La cabecera, por ejemplo, estaba muy coloreada por copiar la terminación de Figueroa. Intentaremos ir más a los acabados que consideramos más originales".
La restauración del exterior de la iglesia también ha deparado una actuación importante en la torre. Se han tenido que desmontar los merlones o almenas porque fueron modificados en algún momento y no coincidían con las gárgolas que evacuan el agua: "En algún momento de la historia del edificio se cambiaron y se colocó uno menos. Se ha tenido que rehacer toda la cubierta de la torre recuperando las gárgolas, yendo los merlones en consonancia con éstas". Esta reconstrucción se ha realizado gracias a fotografías del XIX que mostraban la torre antes de la intervención".
Mientras las actuaciones en el exterior avanzan a muy buen ritmo, también se trabaja en el interior. En este caso, la excavación arqueológica discurre más lenta de lo previsto debido, entre otras cuestiones, a la cantidad de restos humanos hallados. De momento, como afirmó Jurado, la mayoría de lo descubierto pertenece a los usos religiosos cristianos del inmueble: "Estamos encontrando restos, pero no está todavía muy claro qué pertenece a qué. Algo ha salido anterior a la época cristiana pero sin entidad todavía como para saber qué estructuras podrían encontrarse debajo".
La minuciosidad del trabajo que desarrolla el equipo de arqueólogos puede hacer que los plazos que en un principio se manejaban tengan que ampliarse, como confirma el arquitecto: "Creo que se dilatarán. Las prisas son malas enemigas en estos estudios. Las cosas hay que hacerlas sin prisa pero sin pausa. Cuando se abre un melón de este tipo no se sabe lo que puede salir". Jurado prefiere ir con prudencia aunque eso conlleve que se tarde más en abrir el templo: "Esta es una oportunidad única para leer el edificio. Es un trabajo que, además, viene muy bien para sanearlo y ver cómo está".
Mientras esta etapa sigue su curso, el pasado 31 de octubre, la Archidiócesis presentó en Urbanismo el proyecto de la segunda fase de intervención, que incluye la finalización de las tareas en el interior del templo, que tendrán como objetivo la eliminación de humedades, la consolidación de las estructuras arqueológicas, la eliminación de añadidos o elementos que desvirtúan la lectura correcta del edificio y la recuperación de la luz natural a través de óculos, en los casos en que sea posible.
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