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Hernando Colón: Entre atascos y turistas

Cómo hemos cambiado | Calle Hernando Colón

Esta privilegiada arteria conecta dos enclaves patrimoniales únicos como la Plaza de San Francisco y la Catedral

Actualmente está dedicada casi por completo al turismo

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Cómo hemos cambiado: Hernando Colón / Juan Carlos Muñoz

Hace 24 años en estas mismas páginas se advertía cómo la calle Hernando Colón, una de las arterias más principales de la ciudad por su privilegiada ubicación, era una calle comercial ocupada principalmente por negocios tradicionales, como la filatelia, enfocados al público local, que había mutado hacia las tiendas de souvenirs para satisfacer al cada vez mayor número de turistas. En todo el tiempo que ha pasado desde entonces, la situación se ha agravado. Se puede decir que prácticamente en toda su extensión Hernando Colón está dedicada al turismo. Tiendas de regalos, hoteles y apartamentos turísticos la ocupan al completo, aunque como advierten algunos de los comerciantes que permanecen, sobreviven gracias a los turistas. Ya no existe la juguetería Cuevas, hoy en este local se ponen copas, ni el bar El Pez Espada, ahora hay boles de açai; ni está la Filatelia Hernando Colón, que se ha tenido que mudar por la presión turística. El pintoresco Picalagartos también está amenazado por el mismo motivo. Una cosa que no ha cambiado son los terribles atascos y la contaminación.

Los atascos habituales en Hernando Colón. / Juan Carlos Muñoz

Cuando uno pasea por Hernando Colón advierte a las primeras de cambio los males que aquejan a la calle. El principal y recurrente es el intenso tráfico. Tras la peatonalización de la Avenida ha asumido todo el tráfico que accede al centro desde la Puerta de Carmona. Y ello pese a que en teoría, sólo en teoría, sólo le está permitido entrar a los transportes públicos y residentes. Pero la realidad es distinta, como advierten Olga, de la tienda Sevilla Flamenca; y Manuel, de la Abacería Maestro Marcelino: “No sabemos cómo no ha ocurrido todavía una desgracia por el tráfico y la cantidad de niños que pasan. Cuando ponen los toldos se acumula todo el humo y hay una contaminación tremenda. Muchas de las personas que trabajan empiezan a tener problemas respiratorios”. La situación es grave, pero la solución es muy complicada. Quitar el tráfico de Hernando Colón es prácticamente imposible, aunque al menos, se podrían controlar más los vehículos que acceden.

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Cómo hemos cambiado Calle Hernando Colón / Juan Carlos Muñoz

Calle de calzada antigua con adoquines de Gerena, la huella del tranvía permanece en su piel. Las placas de apartamentos turísticos y hoteles salpican prácticamente todas las fachadas. Son muchos los existentes, la mayoría en los edificios completos. Ya habrá más. Ya se ha anunciado la apertura de nuevos alojamientos turísticos en dos viviendas contiguas y ya ha tenido sus consecuencias para los negocios históricos y los residentes. La filatelia Hernando Colón, que era el comercio más antiguo, se ha tenido que exiliar a la calle San Eloy. Y dicen los comerciantes que el siguiente en caer será el café Picalagartos. La Abacería Maestro Marcelino también está amenazado, como reconocen sus trabajadores.

Una tienda de souvenirs. / Juan Carlos Muñoz

La Filatelia Carmen Rodríguez lleva 45 haciendo las delicias de los coleccionistas en la esquina con la calle Rodríguez Zapata, antigua de Alfayates, denominación histórica con la que se conocía uno de los dos tramos unificados en 1892 como Hernando Colón: “Sigue siendo una calle de comercios y de bares, pero están cambiando. Se han ido muchos de los que eran señeros en la ciudad. Quedamos algunos como nosotros”.

La Puerta del Perdón de la Catedral, final de la calle Hernando Colón. / Juan Carlos Muñoz

Treinta años lleva en Hernando Colón la tienda que regentan los hermanos Alejandro y César Ramírez. Reconocen que el 99% de la clientela son turistas. Ellos han tenido que readaptarse en los últimos años para hacer frente a esta demanda y para poder asumir el gran incremento del alquiler. “La mayoría de las familias que vivían aquí vendieron sus casas a empresas para su explotación o se lo han alquilado. Los últimos vecinos fueron los que estaban encima de ovejas negras. Es decir, los propietarios antiguos son los que tienen la culpa de lo que ha pasado y son luego los primeros que protestan”. La calle Hernando Colón come gracias a la Puerta del Perdón de la Catedral en la que desemboca. Son miles los turistas que salen a diario tras visitar el templo metropolitano. “Si le dieras la vuelta a la Catedral se hundiría la calle”, advierten mientras continúa el tránsito incesante de vehículos y turistas, por supuesto.

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