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La Bofetá: cien años del misterio que revolucionó la Semana Santa de Sevilla

La hermandad celebra este sábado el centenario de la bendición del Señor con una eucaristía presidida por el arzobispo, monseñor Saiz Meneses

El exitoso estreno tuvo lugar el Martes Santo 27 de marzo de 1923

Antonio Castillo Lastrucci, del barro a la madera

Una túnica bordada por el centenario de Jesús ante Anás

Salida del misterio de la Bofetá

11 de marzo de 1923. Parroquia de San Román. Diez y media de la mañana. La joven Hermandad de Jesús ante Anás, reorganizada en 1919, vive uno de los días más importantes de su retomada historia. Celebra misa de comunión general y función solemne. A su conclusión será bendecida la nueva imagen de Cristo. La talla ha sido realizada por Antonio Castillo Lastrucci. Un escultor de 41 años, último discípulo del genial Antonio Susillo, que se había dedicado hasta entonces prácticamente a la escultura profana y monumental. El Señor, de una severa verticalidad, viste una túnica blanca confeccionada en terciopelo. El día anterior había sido llevado en andas desde el taller del imaginero al templo. Una semana después, el Domingo de Pasión, Castillo entrega las seis esculturas que, junto al Señor, forman el misterio de la comparecencia de Cristo ante el sumo pontífice Anás. El 27 de marzo, Martes Santo, salía por primera vez desde la iglesia de San Román un nuevo misterio para la Semana Santa de Sevilla: el de la Bofetá. Se escribía así una de las páginas más importantes de la imaginería contemporánea sevillana. El éxito fue rotundo.

Convocatoria a los hermanos para la bendición de la nueva talla. / Archivo Hermandad de la Bofetá

La Hermandad de San Lorenzo se encuentra celebrando los actos del centenario de la creación del Señor y este importante grupo escultórico que significó un antes y un después en la estatuaria moderna de la Semana Santa de Sevilla gracias a su realismo y altas dosis de teatralidad. La salida procesional fue todo un acontecimiento que contó con las mejores críticas de cofrades, artistas, periodistas y público en general. Una muestra elogiosa de esa aceptación generalizada pudo leerse en la edición del diario La Unión del Miércoles Santo, en que se ensalzaba al genial conjunto realizado por Antonio Castillo Lastrucci, un escultor que ya había realizado algunos trabajos para las cofradías, principalmente en Málaga, y también en Sevilla.

Tradicionalmente se ha venido apuntando al día 25 de octubre de 1922 como el momento en el que la hermandad encargó la imagen de Jesús ante Anás y las secundarias que forman el misterio de la Bofetá a Castillo Lastrucci, aunque existe constancia documental de que hubo gestiones previas con el escultor. Así lo relata la publicación editada con motivo del centenario de la reorganización de la corporación, coordinada por Juan Pedro Recio. Hay que remontarse al año 1920. Tras aprobarse sus reglas un año antes, la cofradía recuperó sus imágenes primitivas para su primera salida procesional. Pero en el seno de la corporación ya existía la inquietud de encargar un nuevo paso de misterio.

El Señor y el misterio de Rodríguez Magaña que procesionaron en 1921 y 1922. / Archivo Hermandad de la Bofetá

Contactos con Castillo desde 1920

En el archivo de la corporación consta un documento fechado el día 1 de julio de 1920 en el que el hermano José Tova Villalba pide que se suspenda toda gestión con el Sr. Castillo (...). "Esta clarificadora carta indica que, apenas ocho meses tras la reorganización y con el proyecto del misterio de Rodríguez Magaña en marcha, existía ya otra opción que era la de encargar las imágenes de Jesús ante Anás y el misterio de la Bofetá a Castillo Lastrucci. Por tanto, ya desde 1920 el encargo de las imágenes actuales era una alternativa firme en el seno de la hermandad". En un cabildo se llega a abordar incluso si Castillo, por su carácter profano, era el escultor más adecuado para realizar este encargo por parte de una cofradía de penitencia.

Antonio Castillo Lastrucci. / D. S.

Finalmente, fue el 25 de octubre de 1922, en un viejo caserón de la calle Federico de Castro 16 —actual Cuna—, domicilio del hermano mayor José Vacas Librero, cuando se formalizó el contrato con Antonio Castillo Lastrucci para la ejecución del misterio de Jesús ante Anás. La imagen del Señor, realizada en madera de cedro policromada, fue valorada por su autor en 3.500 pesetas, mientras que por el resto de las imágenes del misterio fue pagada la suma de 6.725 pesetas, efectuándose el primer pago el 14 de octubre de 1922 por importe de 500 pesetas, y el último el 26 de marzo de 1923 por igual importe. La corporación no conserva el contrato, pero sí los distintos recibos de los pagos.

Cuando la Bofetá llamó a su puerta, Castillo ya había trabajado para las cofradías sevillanas realizando algunas imágenes menores, como los evangelistas para un antiguo paso del Nazareno de la Salud de la Candelaria o algunos relieves para la Amargura o la Macarena. Hay que situarse en Málaga para encontrar sus primeros grandes trabajos para las cofradías.

El Cristo del Santo Suplicio realizado por Castillo en 1925 para Málaga.

En 1921, la Hermandad de Jesús el Rico le encargó el cireneo que se estrenó un año más tarde y que procesionó hasta 1924. En 1922, también esculpía las imágenes de un romano portador de la insignia y un interesante y teatral Pilatos sedente para acompañar al Cristo de la Humildad (Ecce-Homo) en el misterio de la Presentación al Pueblo, tallas que fueron destruidas en los sucesos de 1931. En 1925, Castillo ejecuta el Cristo del Santo Suplicio y su misterio compuesto por un soldado romano y dos sayones, uno arrancando la túnica a Cristo y otro barrenando la Cruz, representando el Despojo de las Vestiduras para la Hermandad de la Amargura de la ermita de Zamarrilla. Fue estrenado en la Semana Santa de 1926 y destruido igualmente en 1931.

Primer recibo a cuenta del pago del misterio de la Bofetá. / Archivo Hermandad de la Bofetá

La influencia directa de Antonio Susillo

En esta primera etapa de Castillo Lastrucci hay que buscar la influencia directísima del que fue su maestro, Antonio Susillo, como señala Andrés Luque Teruel, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla: "Es el último eslabón de Susillo. El realismo susillesco no había entrado en la Semana Santa, salvo en el misterio de la Coronación de Espinas, de la Hermandad del Valle, y en el Cristo del Dolor de las Cigarreras, de Joaquín Bilbao. Cuando Castillo hace el misterio de la Bofetá hay un antes y un después. Las imágenes no son más pequeñas que el natural, como era lo habitual en los pasos de tribunales".

Cartel del centenario editado por la hermandad con la primera foto realizada en el taller del escultor. / M. G.

Luque Teruel defiende en el estudio que realiza al escultor y a las imágenes para el libro del centenario de la hermandad que la importancia de Antonio Castillo Lastrucci para las cofradías de Sevilla está fuera de toda duda, sobre todo por "su capacidad escenográfica ilimitada" y por "la introducción de una tendencia realista que iba a ser desaprovechada por las cofradías". Castillo -añade Luque Teruel- no fue un renovador de la escultura de su tiempo, ni siquiera un artista moderno en el amplio sentido del término, sino el último eslabón de una escuela con largo recorrido, y el creador que actualizó los gustos anquilosados de las cofradías de Sevilla, aunque lo hiciese en una tendencia que había sido novedad cuarenta años antes y agotaba su última fase, ya superada por completo por las numerosas vanguardias y los nuevos naturalismos.

Una de las primeras fotos realizadas a Nuestro Padre Jesús ante Anás en el talle de Castillo. / Archivo Hermandad de la Bofetá

La imagen de Nuestro Padre Jesús ante Anás forma parte de ese misterio y está unido a él de modo indisoluble para una correcta lectura formal. Así lo asevera el profesor de la Universidad de Sevilla: "Hasta ahora nadie ha señalado en qué medida la imagen de Jesús ante Anás adquiere su verdadera dimensión en el paso. En el centro de la composición y en contraste con los movimientos y las graves y vehementes expresiones de las figuras de los dos grupos, respectivamente, su divinidad se manifiesta en un tono superior, con la grandeza sobrenatural que sólo le corresponde a Dios. Su firmeza y la seguridad que transmite, tomada de la estatuaria monumental, lo sitúan por encima de cualquier condición material".

Del barro a la madera: la ayuda del escultor de oficio

Castillo, como escultor de aprendizaje decimonónico, se forma como modelador de barro. Posteriormente, como el resto de artistas de su generación, se apoya en escultores denominados "de oficio", siguiendo un proceso válido en el siglo XIX en el que original se realizaba en barro, se sacaba un modelo intermedio en yeso y de ahí mediante puntos se llevaba la obra al material definitivo. "Puede deducirse con facilidad de la lectura de la escultura que fue concebida como una obra modelada, que adquirió un nuevo carácter con la transcripción a la madera, un material hasta ese momento poco frecuente en la producción de Castillo Lastrucci. Ese cambio de medio pudo ser el motivo por el que optase por una definición volumétrica muy potente y la resolución de rasgos realistas con cortes esquemáticos en superficie, grafismo muy personal que identifica al escultor. El tratamiento implica dos niveles de ejecución complementarios, por una parte, el estructural basado en las técnicas de modelado; y, sobre éste, el líneal y esquemático con el que derivó hacia el realismo con una gran precisión en los detalles concretos".

La primera salida del misterio de la Bofetá en 1923. / Archivo Hermandad de la Bofetá

Para la realización de sus obras, comenzando por este misterio de la Bofetá, Castillo se vale de toda una serie de técnicas que revolucionan la imaginería de su tiempo. No sigue las pautas barrocas en la etapa previa a la Guerra Civil, y se abre a la influencia de Rodin, la pintura de historia, la fotografía y asimila recursos compositivos tomados del cine. El resultado es que da a sus creaciones un alcance tanto escenográfico como dramático inédito hasta ese momento en el arte sevillano y en la Semana Santa con elementos como el pebetero del que emanan nubes de incienso. El misterio de la Bofetá, con sus toques impresionistas, es calificado por los grandes expertos como uno de los mejores, sino el mejor, salido de las manos de Castillo.

El paso de la Bofetá en la década de los 50 por la Plaza Nueva. / Archivo Hermandad de la Bofetá

Cien años después de su estreno, la hermandad ha sabido mantener la esencia de la creación de Castillo Lastrucci, sin romper la escenografía, como hicieron otras hermandades. Aunque las imágenes secundarias fueron despojadas a inicios de los años 60 de sus telas encoladas tan singulares y características, con el consiguiente enfado y disgusto del imaginero. Un año más tarde, Castillo lo vuelve a hacer y sorprende con la Virgen del Dulce Nombre, su primera Dolorosa con la que crea un nuevo modelo, que parte de un retrato del natural -un tanto idealizado- en el que aúna el dolor melancólico con la belleza, según el modelo popular sevillano.

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