Salud sin fronteras
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ESTOS últimos días se ha recibido la denuncia de ICOMOS, órgano asesor de la Unesco en temas de patrimonio, sobre el aparcamiento ubicado en pleno BIC de la Casa de la Moneda, junto a la muralla almohade y la tercera de nuestras grandes torres, la de la Plata. El contundente y bien fundamentado informe relaciona los daños patrimoniales y ambientales que tal actividad, “abiertamente perjudicial” para el monumento, supone, causando un importante impacto en el paisaje urbano, degradando los valores del bien y distorsionando su contemplación. Como conclusión exige al Ayuntamiento que desista de este uso, que descontamine visualmente el entorno de los monumentos eliminando barreras, casetillas, pinturas del pavimento, etcétera. y que se acondicione un espacio para el disfrute y la contemplación de estos inmuebles históricos. Esperemos que el Ayuntamiento sea sensible a estos requerimientos.
Es comprensible la sorpresa e incluso el escándalo que, para los redactores del informe supondría descubrir que las murallas, monumentos que en cualquier otra ciudad supondrían un motivo de respeto y orgullo, aquí son tratados como si fueran solamente un muro viejo. Lamentablemente para los sevillanos esta situación no era ya causa de sorpresa porque no es por primera vez que hayamos sido testigos de la absoluta falta de sensibilidad y respeto con que, en demasiados casos, tratan los responsables municipales a las que son nuestro patrimonio más antiguo y venerable. Valga como ejemplo el “tratamiento” (más bien la agresión) que se ha infringido al fragmento de la Puerta Osario aparecido en la calle Puñonrostro y que ya fue objeto de denuncia en un artículo mío en estas mismas páginas. Y, desgraciadamente, en este aspecto concreto de utilizar las murallas islámicas como cerramiento de aparcamientos hay ya una cierta tradición. Fue en mayo de 2016 cuando se promovió por la misma delegación Municipal que ahora lo hace (la de Gobernación y Fiestas Mayores y del distrito Casco Antiguo, y creo que dirigida por el mismo responsable político), la implantación de un aparcamiento “provisional” (también como en la Torre de la Plata y este ya lleva seis años) en el espacio delimitado por la muralla del Valle. Con capacidad para 240 vehículos, su concesión expiró en mayo de 2020 pero ha sido prorrogada por otros cuatro años más.
El importante fragmento del recinto amurallado de nuestra ciudad que ahora le sirve como cerramiento, fue restaurado por José María Cabeza y por mí entre los años 1986 y 1989, con una inversión cercana al medio millón de euros, y después de un complejo y difícil proceso de expropiación del antiguo Colegio del Valle; laboriosas y costosas inversiones que permitieron sacar a la luz más de 200 metros lineales de muralla islámica y 5 de sus torres originales. En las imágenes del uso de aparcamiento que se acompañan pueden apreciarse los mismos elementos negativos y contaminantes del bien patrimonial: asfalto, pinturas en el pavimento, vallas, etcétera. Perfectamente le son aplicables las mismas consideraciones negativas que al existente en la Case de la Moneda. Y podría ser objeto, por tanto, de la misma denuncia ante la Unesco.
Estas continuas agresiones a nuestras sufridas murallas, tanto las que delimitan los Jardines del Valle como las que confluyen en la Torre de la Plata, junto a una tercera existente en la trasera de la Consejería de Salud de la Avenida de la Constitución, ya fueron denunciadas por mí en un artículo denominado Una Muralla para aparcar en este mismo Diario de Sevilla, de 24 de enero de 2017. Sorprendentemente, por lo desacostumbrado del efecto, la denuncia del mal estado del fragmento de muralla de la trasera de la Avenida fue recogida por el Defensor del Pueblo quien, en marzo del mismo año presentó una Queja de Oficio ante el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura. No tengo noticias del resultado posterior de esa Queja en ese caso concreto. Como tampoco conozco si hubo reacción municipal alguna sobre los casos del Valle ni de la Casa de la Moneda.
Casualmente, poco después se descubrió que al concesionario del aparcamiento de la Casa de la Moneda le había expirado hacía tiempo la concesión y que tampoco había estado pagando el canon correspondiente. Inmediatamente se paralizó la actividad, se le anuló la concesión, se levantaron las instalaciones y quedó limpio el solar. Fuimos muchos los que nos alegramos y pensamos que, por fin, aquel espacio monumental tendría el tratamiento que se merece como tal. El horizonte parecía despejado… Pero el Ayuntamiento, al parecer, necesitado de rentabilizar económicamente este espacio, se apresuró a convocar una nueva concesión para otro aparcamiento.
Desinterés por el patrimonio y contumacia en el error se llama esta actitud.
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