José García-Tapial

Puerta Osario: agresión a la muralla

El autor, arquitecto municipal jubilado, repasa cómo ha sido la aparición de un lienzo de la muralla islámica y la solución arquitectónica que se le ha dado

Puerta Osario: agresión a la muralla.
Puerta Osario: agresión a la muralla. / M. G.

05 de abril 2022 - 06:00

DE los sucesivos recintos amurallados sevillanos solo ha permanecido emergente y reconocible el último de la época islámica que, por cierto, conocieron y ponderaron sus nuevos pobladores: “et los muros della son altos sobeiamente et fuertes et muy anchos”. Admiración demostrada en el respeto con que se mantuvo tal recinto en su integridad, reforzándolo y embelleciéndolo, en especial sus puertas. Conforme fue perdiendo su carácter militar, las nuevas edificaciones fueron adosándose al mismo pero, mientras el caserío se mantuvo con solo una o dos plantas de altura, la muralla permaneció reconocible y transitable por su paseo de ronda.

Foto actual del lienzo de muralla en el edificio.
Foto actual del lienzo de muralla en el edificio. / M. G.

De su mantenimiento y configuración da fe el plano de la ciudad que, en 1771, levantó Francisco Manuel Coelho a instancias del Asistente Pablo de Olavide, en el que perfectamente se reconoce el recinto en todo su trazado. Prueba del rigor de este levantamiento es que, en 1989, siendo quien esto firma Director de la Oficina de Centro Histórico de la Gerencia Municipal de Urbanismo, y dentro del Programa de Recuperación de la Muralla Islámica de Sevilla se realizó un trabajo consistente en trasponer dicho trazado sobre el parcelario actual del casco antiguo, lo que permitió identificar y grafiar todas aquellas parcelas susceptibles de albergar fragmentos emergentes de la muralla. Esto ha posibilitado un seguimiento de las obras en esas zonas y las actuaciones preventivas correspondientes.

Foto del hallazgo en el verano de 2014.
Foto del hallazgo en el verano de 2014. / M. G.

En el verano de 2014, durante la demolición del edificio sito en el número 1 de la calle Puñónrostro, esquina con Valle, efectivamente apareció un fragmento de la muralla, de unos seis metros de longitud por otros tantos de altura. El paramento apareció rematado por dos almenas exentas. En la cara extramuros también se aprecian otras almenas, pero estas embebidas en la fábrica. La cara intramuros (calle Valle) presenta un mejor aspecto con sus cajones de tapial plenamente identificables. Los trabajos se interrumpieron y los medios de comunicación se hicieron eco del descubrimiento. El 22 de septiembre de ese año publiqué, en este mismo medio, el artículo La muralla de la Puerta Osario en el que, entre otras consideraciones, proponía su restauración y puesta en valor. No hubo reacción oficial alguna hasta que, en octubre de 2015, se publicó que la Gerencia de Urbanismo había impuesto una sanción de 4.499,50 euros a la empresa constructora por exceder las obras sin ajustarse a la licencia y que se había abierto un procedimiento sancionador por “infracción grave de la Ley de Ordenación Urbanística de Andalucía”. Unos meses más tarde se supo que la Gerencia de Urbanismo había denegado un intento de legalización de las obras llevadas a cabo. Hasta aquí todo parecía controlado, urbanística y patrimonialmente.

Hace unos días he vuelto a pasar por aquí y todo parece haber cambiado. En vez del lienzo de muralla exento, ahora aparece un edificio de tres plantas de muy reciente construcción, que ocupa todo la parcela. Desde la calle Puñónrostro solo es posible intuir algo de la muralla a través de un hueco dejando en esta fachada. Pero es desde la calle Valle donde mejor se aprecia la magnitud de la agresión perpetrada. Con independencia de la visibilidad del trozo de muralla, cuyo tratamiento “restaurador” comentaremos más adelante, no sólo no se han separado mínimamente de la misma sino que, incluso, se ha autorizado que la nueva edificación se le adose y la sobrevuele en toda su anchura. ¿Cómo se ha podido llegar a esta “solución” que no puedo sino calificar de aberrante? ¿No se han podido conjugar mejor elinterés privado con el público? ¿No se conocía sobradamente lo que en esta parcela podía aparecer? ¿No establece el Plan Especial de Protección de este sector Santa Catalina-Santiago que uno de los objetivos para la protección del patrimonio arqueológico es, precisamente, la “localización y liberación del tramo de muralla islámica oculto por los edificios”? Lo que se ha autorizado ¿es lo que debemos entender por “liberación”?.

Hallazgo en el verano de 2014.
Hallazgo en el verano de 2014. / M. G.

Por otra parte, siendo la muralla un Bien de Dominio Público, cuyo dominio, conservación y salvaguarda corresponde al Ayuntamiento ¿Cómo permite este mismo Ayuntamiento que se ocupe todo el “vuelo” de la misma autorizando una edificación de una planta, de uso y disfrute privado sobre ella? ¿No tienen nada que decir al respecto los servicios jurídicos municipales?

Un apunte sobre el tratamiento dado a la muralla. Toda intervención sobre un bien monumental de este tipo debe facilitar la mejor identificación y comprensión del mismo. En el caso de las murallas es fundamental la visión de la silueta almenada que, en este caso se ha perdido por estar las almenas supervivientes ocultas bajo el remonte autorizado. Igualmente, el hecho de rehundir la nueva fábrica tanto lateral como sobre todo, inferiormente deja la fábrica medieval como “colgada”, “aislada”, “descontextualizada”, en vez de sólidamente apoyada en el suelo como el “muro ancho y fuerte” descrito por los castellanos, por lo que se llega a percibir, no como tal, sino como una mole de argamasa que se desborda desde el interior de un edificio contemporáneo.

Una última reflexión: nos parece lamentable, además de injusto y contradictorio que, precisamente, una corporación municipal como la actual, que ha demostrado su interés y preocupación por el patrimonio en general y por la recuperación de la muralla en particular, como demuestra la reciente intervención en la Macarena, permita que, como en este caso, se ofrezca, a propios y extraños, la imagen de que se está prevaleciendo el aprovechamiento lucrativo privado sobre el interés general, precisamente a costa de nuestro patrimonio histórico monumental.

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