Radiografía de los suelos del casco histórico de Sevilla: el triunfo del gris
La superficie del centro cubierta con granito gris de Quintana supera ya el 16% del total, mientras que la pavimentada con el tradicional adoquín de Gerena apenas es del 13%
Un caótico mapa de pavimentos en el que el adoquín de Gerena pierde la batalla. Los suelos de Sevilla han ido evolucionando desde los enladrillados y empedrados del Renacimiento, aunque desde mediados del siglo XIX se tiene al granito de tono ocre de Gerena como la superficie más tradicional de la ciudad. En los últimos tiempos esta apreciado pavimento, que da a la ciudad un color característico y es mucho más perdurable y duro que otros materiales, ha caído en desgracia. En su lugar, se ha apostado por la solería gris y plana llegada de las canteras de Quintana de la Serena, cuya extracción y transporte, además, tiene un coste económico y ambiental que el de Gerena no posee. Tras las intervenciones en Mateos Gago o Dormitorio, la última calle que contaba con adoquín tradicional que ha sido sentenciada es Correduría. En este caso, se sustituirá por asfalto.
De los casi cuatro kilómetros cuadrados que tiene el casco histórico de Sevilla, más del 16% cuenta ya con una superficie de granito gris de Quintana, bien en losetas o en adoquines. Así lo se expone en el trabajo Recuperación del adoquín de Gerena como pavimento del casco histórico de Sevilla, realizado en el año 2019 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla por Marta Navas Camacho. El porcentaje de suelo alfombrado con Quintana ha aumentado desde entonces, ya que en las recientes reurbanizaciones de Dormitorio, Baños, Mateos Gago, o la Plaza de la Magdalena, se ha optado por este material.
La continua pérdida de los suelos tradicionales deparó la redacción de un manifiesto en el que se pedía su conservación por su gran valor tradicional y contribuir a conformar la imagen de Sevilla. A este documento se adhirieron importantes profesionales de todos los campos , asociaciones patrimonialistas, el Colegio de Arquitectos, e incluso el Pleno Municipal, que le dio su respaldo a instancias del grupo municipal de Ciudadanos y aprobó su incorporación a los Planes Especiales del Conjunto Histórico.
La aplicación de sus directrices no han quedado recogidas en la reurbanizaciones de espacios tan emblemáticos como la Plaza de la Magdalena o Mateos Gago. Tampoco en Dormitorio, que contaba con adoquines de Gerena bajo la capa de asfalto. El Ayuntamiento sí ha recuperado este pavimento tradicional en la reforma de la calle Becas, pero su utilización sigue siendo residual al estimarse que su relabrado es complicado, pese a que su resultado funcional es mucho más óptimo. La Plaza de la Campana o calles como San Gregorio o Santander pavimentada con Quintana, presentan importantes y peligrosos desniveles en el primer caso; o surcos provocados por el paso de los coches de caballos, en las otras dos.
La superficie total de calles que todavía lucen el bello adoquinado de Gerena apenas alcanza el 13%, aunque hay muchas vías en las que permanece oculto bajo la capa de asfalto que comenzó a cubrir el centro tras la aprobación del PRICA (Plan de Reforma Interior del Casco Antiguo) en el año 1968.
La mayor parte de la superficie de casco histórico (31,5%) está cubierta de asfalto. La última intervención proyectada en Correduría apuesta por este material, eliminando el adoquín de Gerena. La Plaza del Cristo de Burgos también ha sido reasfaltada en los últimos días. Está por ver qué decisión se toma en la calle Zaragoza, donde la Comisión de Patrimonio ha pedido que se considere la recuperación del adoquín de Gerena oculto. Sería un buen cambio de tendencia.
La historia de los suelos de Sevilla
La importancia que los suelos tiene en una ciudad es incuestionable. Muchas ciudades dan una importancia capital a sus pavimentos, puesto que forman parte del patrimonio y contribuyen de manera importante a conformar la percepción del espacio que se contempla.
En el caso de Sevilla, hay que remontarse a la Baja Edad Media para encontrar las primeras intervenciones planificadas y a gran escala en sus suelos, como se recoge en el trabajo Recuperación del adoquín de Gerena como pavimento del casco histórico de Sevilla: "Ante las incesantes quejas al Cabildo sobre el lamentable estado de los suelos de la ciudad, se inician en el siglo XV las primeras obras de pavimentación a gran escala. Se buscaba sustituir los suelos medievales por superficies tersas y perfectamente acabadas en consonancia con los estándares renacentistas". Se recurre en este primer momento a al ladrillo blanco y rojo colocado a sardinel para las calles con más trasiego y al empedrado para otras.
En el año 1525 ya se había enladrillado hasta un tercio del recinto intramuros. "Estas labores estuvieron acompañadas por ordenanzas sobre el mantenimiento de los suelos que implicaban a los vecinos. Más tarde, se pavimentaron la Plaza de San Francisco (1582) y la calle Sierpes (1581), entre otras zonas de la ciudad".
A partir de 1572, se produce un cambio de tendencia y el enladrillado, por su menor dureza, va perdiendo interés en favor de los empedrados. Los nuevos usos del barroco dan lugar a la aplicación de otro tipo de materiales, como detalla la autora del trabajo: "Surge una nueva protagonista en la calles de la ciudad: la carroza. Esta constituye el medio de transporte de la clase dominante, deteriorando unos suelos por los que los señores ya no caminan. El canto rodado y el cascajo, económicos y resistentes, son los pavimentos que se instalan en la ciudad durante esta época".
A partir de 1825, con la llegada del asistente Arjona, se reforma la ciudad bajo la óptica del pensamiento ilustrado. Y los pavimentos no fueron una excepción: "Las labores de pavimentación se cuentan entre estas medidas. Se produce una diferenciación entre el movimiento de las personas y los vehículos. De este modo, las calles se dividen en una banda central empedrada destinada a soportar el tráfico más pesado y aceras planas de losas de piedra a los lados. También se realiza el empedrado de los caminos de la periferia".
A mediados del siglo XIX las quejas por el mal estado de las calles son generalizadas. En 1854 comienzan a ejecutarse los primeros adoquinados de las calles Cerrajería, Borceguinería, Alcázares y Coliseo, aunque la técnica dejaba aún mocho que desear: "Es en 1860, cuando se redacta un pliego de condiciones para regular los trabajos de adoquinado. En él ya se habla del firme y una cama de cal y arena. A partir de este momento se expanden los adoquinados y se introduce el granito de Gerena. En las subastas destinadas a la adquisición de material se exige este granito".
Fue con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 cuando el adoquín de Gerena alcanza su máximo esplendor y utilización. Se pone en marcha un Proyecto General de Pavimentos de Sevilla en el que los adoquinados son los protagonistas: el casco, las rondas, los accesos a las estaciones de ferrocarril, los accesos por carretera y las calles de Triana son adoquinadas.
A partir de la década de los 60 del siglo XX, por el uso masivo el coche, las calles empiezan a interpretarse como carreteras con aceras elevadas. Una marea negra de alquitrán comienza a cubrir la ciudad: "En 1970 se redacta un proyecto de acondicionamiento de todo el viario. El volumen de trabajo, la brevedad de los plazos de ejecución y la limitada economía llevaron a considerar el adoquinado como un firme adecuado a recubrir de asfalto. Tendrá como consecuencia la elevación del rasante de la calzada, lo que lleva en 1973 a elaborar un proyecto de reforma de los acerados".
En los años 80, se reconsidera la aplicación nuevamente del adoquín de Gerena en la ciudad, especialmente por su valores físicos y patrimoniales. "Esto llevará a operaciones de reposición del mismo hasta los 90". En 1991, se lleva a cabo la última gran reposición masiva con este pavimento en el barrio de San Bartolomé; y en 1992, en el Muelle de la Sal y la calle Cardenal Spínola.
A partir de ese momento se experimentó con un firme tan poco adecuado como la pizarra y se apostó definitivamente por pavimento monocromo de Quintana que está cambiando irremediablemente el ambiente de Sevilla.
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