Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
En relación con las últimas intervenciones en el espacio público de la ciudad y los frecuentes y reiterados pronunciamientos de la ciudadanía sobre esta materia queremos trasladar una serie de reflexiones que recientemente hicimos llegar al Ayuntamiento de Sevilla, acompañadas de una petición concreta para las obras en curso en calle Dormitorio y su ámbito que, como explicaremos, no ha sido atendida.
Como se recordará, el Ayuntamiento en acuerdo plenario del pasado 15 de octubre, hace ya 5 meses, se adhirió al Manifiesto en Defensa de la Pavimentación Histórica, suscrito por profesionales de distintos ámbitos, representantes de la sociedad civil sevillana e instituciones locales y regionales. Entendíamos que ello implicaba que, a partir de esa fecha, por coherencia, deberían revisarse todos los proyectos en curso a la luz de los criterios de sostenibilidad, patrimonio y paisajismo que ese documento incluye. Y que se tendría que adoptar una serie de medidas a corto y medio plazo para la consideración del espacio público como hecho esencialmente vinculado al planeamiento y a la protección patrimonial de la ciudad, reconsiderándose los instrumentos y procedimientos de proyecto y obra que se vienen aplicando. Y en cuanto a los pavimentos en sí, hay una conclusión clara en el Manifiesto aprobado a favor de la reposición de los valiosos materiales patrimoniales existentes (vistos u ocultos), relabrándolos cuando sea preciso para mejorar las condiciones de accesibilidad e implementando otras medidas conexas relativas a la investigación, la adecuación de los presupuestos de mantenimiento o la mejora de las instalaciones de almacenaje de materiales a reciclar.
Pues nos equivocamos cuando confiábamos en el cambio de la actitud municipal. Hemos corroborado la finalización sin cambios del proyecto (gris) de Mateos Gago (más allá de una reconsideración parcial de un tramo de la calle Rodrigo Caro) y ha tenido que ser la intervención de la Comisión Provincial de Patrimonio la que paralice por ahora la intervención en la calle Zaragoza.
En ese contexto nos encontramos con la operación de la calle Dormitorio, que insistía nuevamente en soluciones discrepantes respecto al Manifiesto, eliminando sus adoquines de Gerena coloreados para sustituirlos por Quintana gris, con el complemento de marmolillos que la vecina calle Ortiz de Zúñiga revela innecesarios. Y que, además, oculta en su expediente la ejecución de otras obras en la plaza del Cristo de Burgos, en concreto el reasfaltado de las calzadas que la circundan, en total contradicción con las directrices que el propio planeamiento municipal establece para este enclave incluido en su Catálogo de Espacios Urbanos. Al respecto hemos conocido que el Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla, singular vecino de la plaza, ha registrado oportunamente una reclamación que esperemos sea atendida.
Una aparentemente poco relevante intervención como la planteada en la calle Dormitorio podría haber sido de interés en un doble sentido, y así lo hemos demandado sin éxito: como un desarrollo coherente de ese planeamiento sectorial y como un ensayo de reutilización sostenible de sus materiales.
En primer lugar, ese planteamiento como intervención global, que se podría desarrollar por fases según las disponibilidades económicas municipales, tendría una clara manifestación ejemplificadora para otros ámbitos de la ciudad con adoquines históricos, posibilitando un tratamiento coherente a sus características que incluya las precisas mejoras de conservación de calles aledañas; en este caso, desde Imperial, dotada de un espléndido pavimento, pero falto de cuidado y agobiado por aparcamientos excesivos; hasta Pérez Galdós, aún asfaltada, e incluyendo Alhóndiga con su carácter de calle fundacional. Todas ellas con pavimentos de Gerena a la vista o cubiertos bajo asfalto. Más aún, nos encontramos con esta intervención en plena negociación con la vecina plaza de San Leandro, en la que sus residentes ya han manifestado los criterios de ampliación de su espacio central que requieren, el levantamiento del asfaltado de las calzadas que lo circundan y la reposición de la piedra existente bajo el mismo.
Y en segundo lugar, la obra de la calle Dormitorio podría concebirse como un ensayo de la futura operación de la calle Zaragoza, con la que presenta evidentes similitudes en su morfología y en su función para el tránsito peatonal y de tráfico rodado. Se trata de una ocasión inmejorable para la reutilización de pavimentos relabrados, más aún cuando conocemos que, por fin, la Gerencia de Urbanismo y Emasesa están realizando pruebas en este sentido. Las propuestas que trasladamos al Ayuntamiento podían haber sido asumidas al ser más económicas, por lo que, en estos cinco meses transcurridos desde la aprobación del Manifiesto, se podrían haber dado los pasos necesarios para superar las dificultades de tipo administrativo que pudieran objetarse.
Como conclusión, en estas fechas ya podemos contemplar cómo la calle Dormitorio se ha pavimentado con adoquines de nueva factura, trasladados desde canteras extremeñas de donde han sido extraídos innecesariamente. Supondrá una mejora evidente respecto a la calle que hemos soportado durante años, toscamente asfaltada; será más confortable, cumplirá rígidamente los criterios de accesibilidad marcados y pronto los responsables políticos municipales acudirán satisfechos a su reapertura, pero será una calle impersonal más, ajena al contexto histórico en que se sitúa. Al igual que hemos señalado para la calle Mateos Gago o la plaza de la Magdalena, no consideramos adecuada la forma en que se ha resuelto y solicitamos más desarrollo del planeamiento y más sensibilidad y rigor en los proyectos municipales.
Esperemos que Dormitorio y Cristo de Burgos sean la última ocasión perdida en la readaptación de los espacios públicos de nuestro casco histórico.
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