Avenida de la Cruz Roja: una dejadez evidente
Cómo hemos cambiado | Avenida de la Cruz Roja
Esta arteria se reurbanizó hace apenas un año con una inversión de más de 7 millones
Poco se parece a la avenida sostenible que se publicitó a bombo y platillo
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CUANDO uno pasea por la renovada Avenida de la Cruz Roja tiene la sensación de que está un poco abandonada a su suerte. La falta de mantenimiento es evidente. Como lo es lo mal que ha envejecido apenas un año después de su reapertura. El proyecto de reurbanización de la Cruz Roja, que se vendió como el paradigma de la sostenibilidad, ha costado la friolera de 7, 2 millones de euros, financiados en parte a a través del programa Life Watercool de la Unión Europea. Pero el resultado, a pesar de esta millonada, es tosco, basto, un tanto desordenado y, para colmo, no está terminada.
Nada tiene que ver con la idea original vendida a bombo y platillo. Pero ya se sabe que el papel, y en este caso las recreaciones en vídeo, lo aguantan todo. Por lo menos se han renovado las redes de abastecimiento y saneamiento.
La Cruz Roja, pavimentada con alegres colores rojizos y amarillos, ya agrietados y descoloridos, ya no tiene aparcamientos en superficie ni tránsito de autobuses ni de coches, pero la convivencia entre los peatones y los llamados vehículos de movilidad personal, léanse bicicletas y patinetes, no está resuelta. La avenida ha pasado a tener una plataforma única que no está señalizada, por lo que peatones y vehículos pugnan por ocupar este espacio central en el que, según relatan los vecinos, ya ha habido algún que otro susto o amago de gresca. Además, el carril central es utilizado por los coches que cruzan transversalmente o por aquellos que van o vienen a los garajes. La sensación es de improvisación. “En eso hemos tenido problemas y algunos se han querido hasta pelear. Que si esto es para peatones, que si es para coches, para patinetes... No está señalizado, la verdad”, reconoce Francisco Villalón, que lleva 13 años regentando el quiosco que antes llevó su madre.
Buena parte de la vida de la calle proviene de las consultas del hospital que le da nombre y que fue inaugurado hace ahora cien años. Ya no hay oficina del INEM. Sí sobrevive la estafeta de Correos, siempre bulliciosa. Sorprende la existencia de varios solares por edificar, así como alguna que otra construcción en estado ruinoso o abandonada. La situación comercial de la calle tampoco es la más boyante. Sobreviven comercios muy de barrio: peluquerías, farmacias, inmobiliarias, tiendas de informática, una floristería o o una tienda de marcos. Pero todos esperan que la situación mejore con la peatonalización. Así lo cuenta el quiosquero: “La calle está un poco desierta porque hay muy pocos negocios, la verdad. Antes había muchos, pero cuando metieron el carril bici se estropeó, quitaron aparcamientos y los negocios se empezaron a abrir en León XIII. Se ha notado mucho. Luego ha venido la obra, que también lo hemos pasado mal y ahora es cuando está remontando un poco”. En cualquier caso, a Villalón sí le gusta el resultado de la reurbanización.
La dejadez y la falta de mantenimiento, tan propias de esta Sevilla que se lo traga todo aunque el resultado sea malo, tienen en la vegetación de la Cruz Roja un ejemplo evidente. Las fuentes que se presentaron en el proyecto original no están ni se las espera y los parterres y arriates se encuentran dejados de la mano de Dios. Vegetación hay, sí, pero salvaje. Muchos podrían pensar que se trata de alcorques en los que se ha apeado el árbol y se ha dejado crecer la vegetación de manera espontánea. Las plantas se mezclan con las malas hierbas y lo inundan todo. La reurbanización ha traído nuevos árboles a la calle, pero las plantaciones se solapan con los ejemplares que ya existían en unas alineaciones un tanto incomprensibles.
Aunque la nueva Cruz Roja, por supuesto tiene sus defensores, hay algunos vecinos que se muestran tremendamente críticos. Advierten que padecen graves problemas de movilidad y tienen problemas para depositar la basura, ya que no se contempló realizar una instalación soterrada o incorporar algún otro sistema. Así lo explica Maite España, que lleva más de 50 años viviendo allí: “Esto se ha convertido en un gueto. No tenemos salidas. Para coger el autobús hay que salir a la Ronda. La basura es otro problema. Ahora se concentra toda en Rodríguez Correa. Se ha convertido en un vertedero. Para mí está fatal. Llevo más de 50 años viviendo aquí y nunca me imaginé una degradación tan grande”.
Hace 23 años este periódico titulaba “Víctima de la vejez” el reportaje sobre esta misma calle. La vejez, tras haberse renovado hace muy poco, en lugar de en juventud, ha mutado en dejadez y desidia. Y han sido 7,2 millones.
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