Comida por jaramagos: este es el deplorable estado de un lienzo de la muralla islámica de Sevilla

Sevilla es una ciudad que se caracteriza por poseer un impresionante patrimonio. Sus calles están repletas de monumentos y edificios de primer nivel aunque no siempre se encuentran en un óptimo estado de conservación. Uno de los momentos que más sufre los avatares del tiempo y de la falta de mantenimiento es la muralla islámica de la ciudad, que cuenta con grandes tramos que se salvaron de la piqueta, como el de la Macarena, el más conocido y que se ha restaurado recientemente. Pero no todos los lienzos diseminados por la ciudad corren la misma suerte. Uno de ellos en concreto, el situado en la calle San Gregorio, en plena zona cero del turismo.

Este lienzo se encuentra, como sucede con las columnas romanas de la calle Mármoles, se encuentra situado dentro de una propiedad privada y protegido por el cerramiento del edificio al que se adosa. Quizás por ello, el monumento, protegido desde el año 1931 y responsabilidad del Ayuntamiento de Sevilla, pasa completamente desapercibido para el viandante, ya sea propio o extraño. Tampoco ayuda que se encuentre cubierto de una vegetación parásita que no le hace ningún bien. Sería necesaria una intervención conservativa.

Esta muralla formaría parte de uno de los apéndices defensivos del recinto del Real Alcázar islámico, algo que le confiere una singular importancia, como a la torre de Abdelaziz en la Avenida de la Constitución, también abandonada a su suerte. Ninguno de los dos monumentos pese a su importancia cuenta con una placa identificativa.

El lienzo de muralla en cuestión se encuentra alterado por distintas intervenciones sufridas a lo largo de los siglos. El Plan Especial de Protección del Sector 7 Catedral del Conjunto Histórico de Sevilla, aprobado inicialmente en el año 2012 aunque se retiró posteriormente y sigue sin elaborar, proponía para el lienzo de muralla de la calle San Gregorio recomponer la fachada occidental, potenciar el reconocimiento de la muralla y activar el espacio público. Para ello se preveía la construcción de un nuevo edificio como equipamiento cultural en la longitud de la fachada.

Por supuesto no se hizo nada al quedar ese documento en papel mojado.