Cuando los ladrillos revelan la edad de los edificios
La metrología histórica permite datar la época de construcción gracias al tamaño de los materiales
En el Real Alcázar de Sevilla llevan décadas utilizando esta herramienta
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¿En qué época fue construido un edificio? Esta pregunta que puede parecer banal tiene mucha importancia para los historiadores y, sobre todo, los arqueólogos que tienen que fechas las estructuras. Aunque parezca que la resolución es sencilla, muchas veces se encuentran en dificultades para discernir, por ejemplo, si este edificio es de época musulmana o cristiana, ya que en muchas ocasiones se utilizaban las estructuras preexistentes. Para dar una respuesta certera el equipo de arqueólogos que trabaja en el Real Alcázar de Sevilla lleva décadas trabajando con la metrología histórica, una herramienta que gracias a la medición de los materiales de construcción permite la adscripción cultural y cronológica del inmueble en cuestión. Gracias a este trabajo en el tiempo han podido constatar que el Palacio del Rey don Pedro es un edificio complemente cristiano, al igual que la torre de Abd el Aziz, en la Avenida de la Constitución, que se creía coetánea a las del Oro y la Plata.
“Cuando estudiamos edificios antiguos muchas veces nos encontramos con problemas para fechar estructuras. Pare ello podemos acudir al Carbono-14, cuyos márgenes de error son mayores, o acogernos a la medición de los sillares, tapiales o ladrillos que es lo que más fruto ha dado. En el equipo de investigación del Alcázar hemos conseguido tener una secuencia de cómo eran los ladrillos desde el siglo XI al XX”, explica el arqueólogo Alejandro Jiménez Hernández.
Gracias a este interesante trabajo que iniciaron en los años 90 del pasado siglo, son capaces de fechar las estructuras de ladrillos de una manera muy fiables. Esto es posible porque cada cultura tiene su sistema de medida. “Se decía que en el mundo islámico cada lugar tenía su propia medida. Fue Félix Hernández quien dijo que en Córdoba el pie islámico medía 31,43 centímetros. Yo fui midiendo para ver si en Al Andalus se repetía y hemos conseguido plantear que el Islam tenía un único sistema de medida. Tiene su lógica porque eso garantiza también la uniformidad económica”, sostiene el arqueólogo.
Los cabildos municipales son los que marcan la medida
La investigación y el trabajo que han venido realizando durante todos estos años han certificado que cada etapa islámica tiene su ladrillo. Quien marca la medida son los cabildos municipales. La base de datos que han conseguido generar es muy importante. Los arqueólogo pueden discernir de una manera mucho más precisa gracias a esta herramienta si una construcción es islámica o cristiana, algo muy importante, sobre todo, en el siglo XIII. “¿Se construye igual? Hemos visto que no. Por ejemplo, todas las obras que hace Alfonso X tiene el mismo tipo de ladrillo que es distinto al almohade: el Palacio Gótico, las Atarazanas, el Palacio de don Fadrique... Cambia también el sistema de medida. Se impone como medida la llamada Vara de Burgos para todas las obras castellanas y también se exporta a América. Cada municipio controlaba que sus fábricas de ladrillo y tejas tuviera esas dimensiones”.
En el artículo La metrología histórica como herramienta para la Arqueología de la Arquitectura. La experiencia en los Reales Alcázares de Sevilla, Alejandro Jiménez aporta una serie de muestras representativas que abarcan desde el siglo XI-XII al XIX. En primer lugar se analizan muestras de edificios islámicos, como el antemuro de la muralla islámica almohade del Callejón del Agua: “De los valores obtenidos podemos concluir que el formato de la pieza es rectangular de tal forma que la anchura es exactamente la mitad de la longitud. Metrológicamente la longitud es equivalente a 11 pulgadas (28,8 cm) del sistema de medida islámico (pie de 31,43 cm); la anchura es justo la mitad de la longitud; el grosor es equivalente a 2,5 dedos (4,9 cm) y la hilada corresponde a un palmo islámico (7,86 cm).
La segunda muestra fue obtenida durante una intervención efectuada en el solar número de la calle Santo Tomás sobre un lienzo de la muralla almohade que conecta el Alcázar con la llamada torre de Abd el Aziz. A grandes rasgos, los resultados validan los de la muestra 1. “Los valores de tendencia central son prácticamente idénticos y sólo se diferencia en que la muestra 2 es algo más leptocúrtica y una asimetría negativa algo mayor”. En cuanto a la torre, se partía de la hipótesis de que era una construcción almohade, como las del Oro y la Plata. Pero el análisis de los materiales y su comparación revelaron que se construyó en época de Alfonso X y que, por tanto, es cristiana.
La muestra 3 se localizó en la casa 7-8 del Patio de Banderas, concretamente en el muro de separación de la alcoba oeste y la sala principal: “Es representativa de un formato pequeño que encontramos igualmente en el Palacio de la Casa de la Contratación, en la nave norte y en las casas documentadas en el patio de banderas, fechadas en el siglo XI, y demolidas para la construcción del primer recinto del Alcázar. Esta muestra se corresponde con un formato de ladrillo islámico de 10 pulgadas (26,19 cm).
El cambio en la etapa cristiana
Los siguientes análisis se corresponden ya con el periodo bajomedival cristiano. La primera corresponde a los sótanos del Palacio Gótico de Alfonso X: “La muestra indica un cambio en el formato con respecto a las dos primeras muestras almohades. En primer lugar, la longitud es 2,04 veces la anchura, es decir, dos anchos más la llaga, formato que permite un mejor aparejo de las piezas. En cuanto a la metrología, la anchura es medio pie castellano (13,93 cm), la longitud equivale a un pie más una llaga; el grosor de la pieza es 2,5 dedos castellanos (4,55 cm) y la hilada una undécima parte de la vara castellana (7,59 cm)”.
El siguiente espacio estudiado es el palacio de Don Fadrique en el antiguo convento de Santa Clara, construido poco tiempo después de la conquista castellana y coetáneo al Palacio Gótico o las Atarazanas: “La muestra ratifica el cambio en el formato con respecto a las muestras almohades, siendo coincidentes con las obtenidas en el Palacio Gótico. Sólo el grosor del ladrillo presenta un valor medio superior cercano a 0,5 cm que, no obstante, no afecta al grosor de la hilada que se mantiene en los mismos términos”.
De vuelta al Alcázar, se analiza una muestra en la puerta entre el Patio del León y el Patio de la Montería: “Asistimos a un cambio de formato con un aumento significativo del tamaño de las piezas. La proporción entre longitud y anchura es de 2,04 lo que indica que ésta es dos anchos más una llaga, valor idéntico al de la muestra del Palacio Gótico”. La última muestra de este periodo se localiza en la Sala del Billar y Sala de Fumar, en la planta alta del palacio del Rey Don Pedro: “Esta muestra, obtenida de los paramentos que conforman la qubba principal del palacio de Pedro I confirma el cambio de formato ya identificado en la muestra anterior. La longitud supera los 29 cm con un valor próximo al pie romano; el tizón de la mitad de la soga mientras que el grosor supera los 5 cm, cerca de 3 dedos castellanos y la hilada equivale a la 1/10 de la vara castellana”.
La Edad Moderna
Las siguientes muestras corresponden a la Edad Moderna, es decir, posteriores a 1492. La primera fue tomada en la Capilla de Santa María de Jesús, edificio de 1506 situado en la Puerta de Jerez: “Esta muestra se realizó sobre los paramentos exteriores aprovechando una renovación de su enlucido. Los valores centrales son prácticamente coincidentes y muy parecidos a los obtenidos en el Alcázar pertenecientes a las obras de Pedro I, lo que muestra una continuidad del nuevo formato aunque con algunas variaciones”.
Las dos muestras siguientes se localizan en la Hacienda de Miraflores. Concretamente en el Señorío, una construcción de 1500, aproximadamente; y en la Torre Molino (siglos XVI y XVII). En ambos casos se sigue el curso de las muestras anteriores, desde Pedro I.
La última muestra es tomada en el antiguo colegio de San Laureano, un emblemático edificio que fue palacio de Hernando Colón. “La intervención arqueológica en San Laureano nos permitió obtener un registro muy completo de los formatos de ladrillo de la Edad Moderna y Contemporánea, contrastando los valores obtenidos en las muestras coetáneas anteriores. En general, se mantiene el formato iniciado en tiempos de Pedro I hasta el siglo XVII, aunque los valores de esta centuria los ponemos en cuarentena porque sospechamos que las obras de esta época reaprovecharon los ladrillos que se salvaron de la total ruina del palacio colombino y, a mitad del siglo XVIII, asistimos a un nuevo cambio de formato con piezas sustancialmente más pequeñas, equivalentes a un pie castellano que se aparejan en hiladas que suponen la duodécima parte de una vara, tendencia que se sigue acusando a lo largo del siglo XIX y principios del XX”.
Las diferencias entre el periodo musulmán y el Cristiano
En general, los datos de esta investigación presentan una estructura muy coherente. “Hemos conseguido certificar que los ladrillos empleados en estructuras islámicas utilizan un formato sensiblemente diferente del que posteriormente utilizarán los cristianos tanto en forma como en dimensiones. Hasta la fecha la primera constancia que tenemos de fabricación estandarizada de ladrillos en Sevilla es de época Taifa. En el siglo XI el formato documentado es de 10 pulgadas más la llaga de longitud y 5 pulgadas de ancho; su grosor es de 1 pulgada y se apareja en hiladas de 3 dedos. Para el período almohade se han documentado una mayor diversidad de piezas.
La conquista cristiana introdujo severos cambios en el formato de las piezas. En primer lugar, la gran variedad de ladrillos islámicos se reduce a un solo formato. Su base metrológica será el sistema de medida castellano con un pie de 27,86 cm. Con Pedro I se produce un gran cambio en el formato iniciado con la conquista cristiana con piezas de mayores dimensiones que superan incluso a los ladrillos almohades de 11 pulgadas. “Este nuevo formato adquiere una correspondencia con el pie romano o con el aragonés que aún mantenía la tradición imperial; no encontramos una explicación convincente salvo el intento de reunificación de los sistemas de medidas en el sistema romano en tiempos de Alfonso X”.
Este módulo seguirá vigente con algunas variaciones a lo largo de los siglos XIV, XV, XVI y XVII. En el siglo XVI se observan los mayores ladrillos de toda la secuencia con longitudes próximas a los 30 cm. En el siglo XVIII asistimos a un cambio de la tendencia y los ladrillos se harán menores. Esta tendencia se acrecienta durante el siglo XIX”.
El equipo del Alcázar ha ideado un sistema de medición que funciona, aunque advierte que estos valores sólo son válidos, en principio, para la ciudad de Sevilla. Por ello sería deseable, asevera Jiménez, que la experiencia se repitiera en otros lugares con una metodología compatible que permitiera analizar de manera conjunta esta información.
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