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La ‘clínica’ para el arte del Arzobispado de Sevilla

Desde hace algo más de un año funciona el taller de restauración que ahora mismo interviene las obras de Santa Clara

Es una oportunidad formativa gracias a la colaboración con la US

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Así funciona el taller de restauración del Arzobispado de Sevilla / Juan Carlos Vázquez

Una clínica para el arte. El Arzobispado de Sevilla cuenta desde hace poco más de un año con un taller de restauración en el que trata su valiosísimo patrimonio. En estos días, este estudio, situado en una de las renovadas alas del Palacio Arzobispal, está ocupado por cuatro grandes zurbaranes de la propia pinacoteca del Arzobispado y algunas de las más valiosas tallas realizadas por Martínez Montañés para la iglesia del convento de Santa Clara, actualmente en rehabilitación.

Fundado por iniciativa del monseñor Asenjo, arzobispo emérito y gran amante del arte, este taller diocesano cumple con una triple función: la documentación y estudio de las obras de arte; la intervención en las mismas; y la docencia, ya que gracias a un convenio de colaboración con la Universidad de Sevilla sirve para que los jóvenes egresados puedan sumar las prácticas necesarias a su currículo. Además, mediante el programa Emplearte, se ofrece una primera oportunidad laboral al alumnado recién licenciado. Una tarea de acompañamiento y formación que se viene realizando en colaboración con la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla desde 2014.

El taller diocesano de restauración del Arzobispado de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

El taller depende de la delegación diocesana de Patrimonio Cultural, cuyo delegado es Antonio Rodríguez Babío; y está dirigido por Agustín Martín de Soto y Antonio Gamero Osuna, conservadores-restauradores adjuntos de la delegación Diocesana de Patrimonio Cultural. Durante los últimos meses, buena parte de los esfuerzos del taller ha estado enfocado a la restauración de los retablos y las esculturas que Martínez Montañés hizo para Santa Clara. La mayor parte de este trabajo se ha completado en las instalaciones habilitadas en la iglesia del antiguo convento, aunque en el Arzobispado se encuentran la imagen de Santa Clara o el Crucificado del ático del altar mayor. “Ya se ha terminado el retablo. Las imágenes no estaban muy mal porque tras la clausura se guardaron en cajas. Algunas tenían problemas de repintes u oxidación de los barnices. Los que peor estado de conservación presentaban eran los relieves del retablo mayor”, explica Martín de Soto.

Antonio Gamero, Beatriz Laguillo, Antonio Rodríguez Babío y Agustín Martín de Soto ante los ‘zurbaranes’. / Juan Carlos Vázquez

Parte del equipo de Santa Clara se ha formado con jóvenes del programa Emplearte y han podido disfrutar con la restauración de las piezas de Montañés. Gamero y Martín de Soto destacan la calidad de las obras del llamado Dios de la Madera: “Los relieves del retablo son especialmente buenos. La calidad técnica es excepcional. Eso facilita mucho la intervención”. Los profesionales inciden, por ejemplo, la alta calidad de la imagen de San Francisco o del Crucificado del ático: “Sorprende el grado de detalle porque está muy alto. La policromía, de Baltasar Quintero, también está muy cuidada. Los relieves tienen proyectada hasta las sombras”. La intervención en Santa Clara cuenta con un equipo de investigación multidisciplinar por parte de la Universidad de Sevilla en el que se han combinado varias especialidades para su estudio y documentación. Participan Lourdes Royo, historiadora del arte y profesora de la Escuela de Arquitectura; Beatriz Laguillo Gutiérrez, también historiadora del arte; y Concepción Moreno, restauradora y conservadora de bienes culturales y especialista en las policromías de las obras de Montañés.

Agustín Martín de Soto con el Crucificado que remata el retablo de Santa Clara. / Juan Carlos Vázquez

Una exposición con las obras de Martínez Montañés

El retablo principal de Santa Clara se contrató en el año 1622, hace justo 400 años, por lo que desde el Arzobispado han visto esta efemérides como una gran oportunidad para que el público pueda conocer de cerca la obra, como relata Antonio Rodríguez Babío: “Queremos hacer una exposición en primavera o verano antes de que las esculturas y relieves vuelvan al retablo en septiembre. Pensamos que es una gran oportunidad para admirar de cerca estas obras que condiciones normales no se puede hacer por su lejanía”.

Antonio Gamero durante el proceso de restauración de la imagen de Santa Clara de Martínez Montañés. / Juan Carlos Vázquez

El Arzobispado también cuenta con un convenio con el Centro Nacional de Aceleradores (CNA) para poder hacer pruebas a las distintas obras de arte que pasan por el taller diocesano. Los trabajos se enmarcan dentro de un equipo de investigación dirigido por físico Miguel Ángel Respaldiza, y además de los conservadores, participan directamente el físico Javier Moreno Soto y la historiadora y profesora de Bellas Artes Anabelle Kriznar. Están realizando esos análisis en las obras de Santa Clara y en las del Palacio. Gracias a la fluorescencia de Rayos X, la luz ultravioleta o la reflectografía por infrarrojos, pueden ver la composición material de las obras, identificar los pigmentos o los dibujos preparatorios. “Todas son técnicas no invasivas. No hay que tocar la obra”, relatan.

Análisis en un cuadro mediante técnicas no invasivas. / Juan Carlos Vázquez

En el taller lucen cuatro grandes lienzos del salón principal del Arzobispado. Está atribuidos a Zurbarán. Por una degradación del pigmento azul de esmalte, los fondos se encontraban alterados. De ellos, el de San Pedro Mártir es el que se conservaba mejor, manteniendo el tono azulado original. Gracias a los estudios y análisis realizados se ha podido llegar a la conclusión de que puede ser una obra realizada por el maestro.

“Cada uno presenta diferencias en su ejecución material, según los estudios técnicos. Lo que lleva a pensar que se deben a distintas manos dentro de un obrador. Es el modo de trabajo habitual en un taller. El maestro hace un original y los discípulos reproducen esos modelos. Son piezas de diferentes calidades, como revelan los análisis, que dan pie a pensar que por su calidad el de San Pedro Mártir es de Zurbarán”, explica la historiadora Beatriz Laguillo.

Trabajos de restauración de un marco. / Juan Carlos Vázquez

El cuadro de San Pedro, mártir dominico de Verona, es especialmente curioso en la producción de Zurbarán, puesto que no es fundador de ninguna orden. “No hay ninguna otra obra con esta temática en su obra”, añade la historiadora. Estos cuadros han sido restaurados gracias a las ayudas para el arte sacro de la consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta.

El Arzobispado, incluso desde antes de la apertura de su taller de restauración, lleva años trabajando junto a la Universidad de Sevilla en facilitar un primer empleo a los licenciados en Bellas Artes. Gracias a ese programa Emplearte se ha dado empleo a 20 jóvenes restauradores y un total de 85 han disfrutado de su programa de prácticas, una oportunidad para su formación interviniendo en obras importantes. Estas tareas les han llevado a encontrarse con obras en las localidades de El Viso del Alcor, Paradas o Utrera; o las parroquias de la Magdalena, San Lorenzo o Santa Catalina, en Sevilla capital. Una muestra de la utilidad social de este taller que además de una clínica para el arte es un centro formativo.

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