La iglesia del convento de Santa Clara compatibilizará un uso cultual y cultural tras su reapertura
El arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses, visitas las obras de este templo del barrio de San Lorenzo, cuya restauración finalizará a finales de 2022
La recuperación del convento de Santa Clara superará el 50% con las nuevas intervenciones
Una joya que será recuperada para la ciudad. Las obras de rehabilitación de la iglesia del antiguo convento de Santa Clara, situado en el barrio de San Lorenzo, concluirán a finales de 2022. Así lo ha avanzado este martes el arquitecto responsable del proyecto, Antonio Martín Molina, durante la visita que ha realizado a las obras el arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses. El prelado, que podido conocer el impresionante templo barroco, así como sus dependencias anexas, ha declarado que la iglesia recuperará su función cultual, pero que, al mismo tiempo, podrá tener unos usos culturales vinculados a los jóvenes que todavía están por perfilar y determinar. El presupuesto asciende a más de tres millones de euros.
Las obras en la iglesia de Santa Clara comenzaron el pasado mes de marzo. El inicio de los trabajos ha sido muy lento y delicado porque el estado de conservación del inmueble era bastante deficiente tras más de dos décadas de cierre. Una vez desbloqueada la intervención gracias al convenio suscrito entre el Ayuntamiento y la Archidiócesis, los obreros pudieron comenzar una rehabilitación que en los primeros meses se ha centrado en la consolidación de los diferentes elementos para garantizar la seguridad. "La construcción estaba en un estado muy precario. Hemos tenidos que hacer una consolidación estructural y una restauración del forjado. Se está conservando todo lo posible, pero hemos tenido que reponer muchas vigas de madera", ha explicado el arquitecto al arzobispo.
La actividad en el antiguo convento de Santa Clara es frenética, ya que las obras que el Arzobispado desarrolla en la iglesia se solapa con las que el Ayuntamiento acomete en la Torre de Don Fadrique y sus jardines. Una vez que estén concluidas ambas intervenciones, la idea es que se integren dentro de la visita cultural que se puede hacer al ahora denominado Espacio Santa Clara, aunque el templo y las demás dependencias de la Archidiócesis mantendrían su autonomía. Así lo ha expresado Martín Molina: "Lo ideal es que esta zona se relacione con el resto del espacio cultural de Santa Clara. Una visita al claustro o el refectorio no tiene sentido sin contemplar la iglesia, que es la parte más monumental. Hay que establecer unas relaciones funcionales". En este sentido, una de esas vías de comunicación que se establecerán con el claustro será a través de la dos puertas que existen en el coro bajo, a las que se dotará de unas cristaleras para este fin.
En el coro bajo, durante las catas que se han hecho, han aflorado unos enterramientos y el suelo original del siglo XVI, aunque el que se conserva en la parte superior es del XVII. El arquitecto ha señalado que es probable que existan más tumbas en esta zona, pero que el objetivo de la intervención no es rescatarlas ni localizarlas.
Las dependencias que el Arzobispado ha mantenido del antiguo convento suman unos 1.100 metros cuadrados de los 9.700 de todo el convento. A la iglesia, los coros alto y bajo y la sacristía, hay que sumar una serie de salones diáfanos en distintas plantas que se se han preparado con las últimas tecnologías para que puedan acoger todo tipo de eventos.
Si los plazos se cumplen, a finales de 2022 o principios de 2023 la iglesia de Santa Clara podrá ser repuesta al culto. Las obras avanzan ahora buena velocidad tras ese inicio cauteloso, como ha resaltado el arquitecto: "Quedan doce o trece meses de obras. Al principio estuvimos muy condicionados por la consolidación que tuvimos que hacer. Esperemos que no nos afecte la falta de suministros que se anuncia. Hemos pedido materiales por anticipado para que no haya contratiempos".
Las obras a realizar en el inmueble
El edificio presentaba una serie de daños debidos, por una parte, al envejecimiento de los propios materiales que se emplearon y, por otra, a la falta de obras de conservación e intervención del último siglo, motivo por el cual presentaba una situación de generalizada de falta de estanquidad en las cubiertas con innumerables problemas de filtraciones; estructuras de forjados de madera en situación próxima al colapso, lo que originaba además el desplome de los muros por las altas humedades de absorción; ausencia de una adecuada red de recogida y evacuación de aguas, así como, carpinterías por lo general irrecuperables.
La gran variedad de obras que se están desarrollando abarcan desde la reparación de una relevante carpintería de lazo, a la consolidación, aplome y atirantado de la espadaña, la reconstrucción y consolidación de múltiples forjados y la redistribución de la crujía adyacente a la iglesia, siempre con la voluntad de insertarse en un plan de intervención general del Monasterio de Santa Clara. Todos estos trabajos se basan en unos criterios básicos de respeto y valoración de la arquitectura existente, como son el de mínima intervención, la autentificación de cada elemento o el empleo no restrictivo del criterio de diferenciación.
El proyecto de intervención distingue, además, entre reparaciones, reposiciones de elementos perdidos o deteriorados y las nuevas actuaciones. En estos casos, las técnicas y materiales a emplear son fundamentalmente idénticos a los elementos que se van a restaurar. Como ejemplo, cabe citar la consolidación del artesonado del techo de la iglesia, que está decorado con una carpintería de lazo prácticamente perdida, y una interesante policromía que ya ha soportado una intervención que, en su momento y ante la imposibilidad de su restauración, se optó por colgarla de una estructura metálica y sobre la que se dispuso el tejado a dos aguas.
La restauración de las obras de Martínez Montañés
Además de la rahabilitación del inmueble, la Archidiódesis de Sevilla lleva tiempo restaurando el impresionante patrimonio mueble de Santa Clara, formado por obras de primer nivel de Martínez Montañés. De esta labor se está encargando el taller propio de Arzobispado, dirigido por Agustín Martín de Soto y Antonio Gamero. Para ellos se están utilizando las dependencias del coro alto. "Las obras son de muy buena calidad, por que el resultado es muy llamativo", han apuntado los restauradores. El proyecto contempla intervenir en las siguientes obras: retablo mayor y retablos laterales, todos de Juan Martínez Montañés, el artesonado general, la sillería del coro y la sillería de los pies de la iglesia (coro bajo).
Desde el cierre el convento, la Archidiócesis puso las esculturas, los retablos y otras piezas artísticas susceptibles de ser transportadas, a resguardo en unas dependencias de la casa sacerdotal, colindante con el convento, entra las que cabe destacar las esculturas de Santa Clara, Santa Inés, Santa María Magdalena, San Pedro, San Pablo, San Buenaventura, San Antonio, la Virgen del Rosario, los cuatro ángeles lampadarios, el relieve del Nacimiento de Jesús perteneciente al retablo mayor, y el relieve de Santa Clara ubicado en la pared derecha del presbiterio.
Los cuatro relieves del retablo principal ya se encuentran terminados y están depositado en las dependencias del Palacio Arzobispal a la espera de ser instalados. También ocurre lo mismo con algunas de las esculturas que ya fueron restauradas hace un año para la exposición que se le dedicó al genio de la madera en el Museo de Bellas Artes.
Entre los problemas principales que se han identificado en los retablos se encuentran:
- Deterioro general por falta de mantenimiento general, acumulación de polvo y depósitos naturales
- Perdidas volumétricas (lagunas)
- Pérdidas de materia en soporte, preparación y capa pictorica
- Grietas o fisuras en la superficie - Alteración antropogénica (cableados e instalaciones)
- Barnices o pinturas aplicados en época contemporánea
- Zonas debilitadas por el ataque de xilófagos
- Separación del soporte o estratos
- Alteración de la capa de protección debida a la transformación química u oxidación
En cuanto a las esculturas, se está haciendo un tratamiento conservativo con la mínima intervención tanto en el soporte (madera), como en la capa pictórica para devolverle todo su esplendor original.
Los restauradores también están haciendo una importante labor de recuperación en el bellísimo artesonado del templo, que se encuentra policromado al completo en colores blanco y dorado sobre un fondo azul.
De manera paralela, la intervención en los bienes muebles está sirviendo para obtener una ingente información gracias a los numerosos estudios técnicos que se han realizado en las distintas piezas.
La búsqueda del uso más apropiado
Cuando se anunciaron las obras de recuperación de la iglesia de Santa Clara, el Arzobispado tenía decidido que fuera la sede de la delegación de Pastoral Juvenil. Este fin se descartó hace unos meses por la marcha de los jesuitas de su iglesia de la iglesia del Sagrado Corazón y su cesión a la Archidiócesis, que la ha dedicado a esta realidad pastoral. También se descartó la llegada de una pequeña comunidad de religiosas, como era el deseo de monseñor Asenjo, arzobispo emérito, por falta de espacios. Monseñor Saiz, en cualquier caso, tiene claro que lo principal es recuperar el culto: "Hoy es una mañana de inmersión cultural, religiosa, artística y técnica. Es un momento de satisfacción y goce estético. La iglesia es de una gran riqueza, goza de un patrimonio precioso. A Dios también nos acercamos por la belleza. Siempre tendrá que quedar para el uso religioso y cultual, lo que no obsta para que haya también un uso cultural".
Un templo de gran valía reformado en el siglo XVII
La iglesia del convento de Santa Clara debe su traza actual a Juan de Oviedo y Miguel de Zumárraga, quienes la reformaron entre los años 1620 y 1622. El templo está formado por una sola nave rematada con un artesonado de madera, un coro (alto y bajo) y un presbiterio poligonal cubierto con una nervadura gótica de piedra. La actuación de Oviedo y Zumárraga consistió en revestir los paramentos interiores con unas elegantes yeserías, la realización del pórtico lateral –replicado en el siglo XX en la basílica de la Macarena– y en definir su espadaña. El acceso principal a la iglesia, también lo era al convento, es por la calle Santa Clara. La iglesia cuenta con un retablo mayor y cuatro laterales realizados por Juan Martínez Montañés, autor también de las valiosas imágenes que los adornan.
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