Ignacio Trujillo Berraquero

La Magdalena, su párroco y el Cabildo: ejemplo de conservación patrimonial

No entraré a glosar su labor espiritual, baste decir que conozco a quien se ha mudado para tenerlo como párroco, pero sí me detendré la loable labor cultural que realiza y que nos beneficia a todos

Parte de la zona expositiva de la Magdalena instalada en el coro alto de la parroquia.
Parte de la zona expositiva de la Magdalena instalada en el coro alto de la parroquia. / D. S.

08 de junio 2024 - 05:03

SEVILLA ciudad monasterio” –se llegó a afirmar– “dos terceras partes de su superficie eran iglesias, conventos y capillas…”. Fuera o no exacto, en todo caso es un indicio claro del inmenso patrimonio que tuvo la Iglesia de Sevilla y que a pesar del expolio, desamortizaciones, quemas de la guerra… aún mantiene.

Cuando uno entra en esa apabullante joya barroca que es la Iglesia Parroquial de la Magdalena de Sevilla, queda verdaderamente abrumado por su riqueza, su majestad y su belleza. Es un testimonio del brillante pasado de la Iglesia Hispalense, sede de Isidoro y Leandro, recuperada para la cristiandad por San Fernando y cabeza de las Indias durante el Descubrimiento.

La responsabilidad desde el punto de vista de la conservación de un patrimonio histórico-artistíco tan rico, es enorme.

Herederos de los grandes clérigos cultos e inteligentes, entregados a sus fieles con gran espíritu de caridad y preocupados por el arte y las ciencias, aun quedan un buen puñado de sacerdotes en Sevilla.

A propósito de la apertura de la cripta de la Colegial del Salvador, donde se recoge nuestra historia en una línea del tiempo que va de Roma hasta nuestros días, pasando por godos, moros y cristianos, es de justicia mencionar la labor que realiza nuestro Cabildo Catedral para que todos los ciudadanos podamos disfrutar de los tesoros heredados del pasado. Recordar al canónigo don Juan Garrido es obligado. Gran persona: qué inteligencia, simpatía, capacidad y cultura. Seguidor de este y continuador de otros grandes lectorales desde Pacheco o Guerrero, o el mismo fundador de la Universidad, Maese Rodrigo Fernández de Santaella, hasta Mateos Gago o Muñoz y Pavón, es el actual párroco de la Magdalena, Francisco Román Castro. No entraré aquí a glosar su labor espiritual en dicha feligresía, baste decir que conozco a quien se ha mudado para tenerlo como párroco, pero sí me detendré en la loable labor cultural que realiza y que nos beneficia a todos.

Las naves antes oscuras van recuperando su esplendor, los coros, antes casi dedicados al almacenamiento de trastos polvorientos, son un museo, literalmente tal, donde podremos contemplar tres Zurbaranes, un Pacheco, el, con bastante seguridad, primer Velázquez conocido, obras de Ruiz Gijón, Roldán, documentos históricos del archivo, tan bien llevado por Aurora Ortega: partidas de bautismo, de matrimonios, de Murillo, Zurbarán, Martínez Montañés… es increíble el cúmulo de arte e historia que salta en cualquier parroquia antigua de la Ciudad en los Siglos de Oro, testimonio de la grandeza alcanzada.

El párroco de la Magdalena es canónigo de la catedral, licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla y Doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, y actualmente delegado ejecutivo de Administración y Patrimonio.

Llevar adelante todo esto no es fácil y sé de la dificultad que entraña y de cómo, al igual que la mayoría de los sacerdotes, ha de multiplicarse para llegar a todo: lo primero el bienestar de su grey y también la conservación del patrimonio. Ciertamente lo consigue.

La última exposición del Cabildo, sin miedo a las nuevas tecnologías, que permitía, con gafas de realidad virtual, adentrase en los últimos momentos del rey San Fernando y su legado espiritual en el 775 aniversario de su entrada en la ciudad, fue todo un éxito y una experiencia alucinante. La apertura de nuevo de la cripta del Salvador musealizada y el acceso a las sus cubiertas es un regalo impagable, como lo es poder seguir asistiendo a la bendición solemne el Domingo del Corpus, en el antiguo convento dominico de San Pablo el Real, que se realiza en el altar mayor, con la música, el incienso, el órgano, la lluvia de pétalos que cae desde la alta cúpula, el retablo inmenso refulgente, las bóvedas magnificas, el coro triunfal, las casullas bordadas, la custodia suntuosa, todo admirablemente conservado y toda una experiencia para los sentidos.

No dejen de visitar esta joya espectacular cargada de historia que es la actual Parroquia de la Magdalena. En una capillita está la tumba de un personaje al que debieran venerar todos los estadounidenses que vinieran a Sevilla, no en vano, Francisco Arias de Saavedra y Sangronís, fue uno de los pilares fundamentales de la independencia de aquel país. Sevillano, nacido y enterrado en esta feligresía y hoy, desgraciadamente, casi desconocido. Desde aquí los Dominicos proclamaron los primeros derechos humanos cuando abogaron por la dignidad de los indios americanos e impulsaron leyes desde la Corona que los reconocieron como súbditos y no esclavos. Qué grande, qué maravilla. Todo esto debe ser reivindicado, conservado y difundido. En ello está nuestro párroco, metido con ilusión y prudencia y todos debemos reconocer su gran labor y la gran aportación cultural que realiza. De justicia es reconocérselo, también a nuestro Cabildo Catedral, que trabaja incansablemente por nuestro patrimonio. Frente a tanta estulticia, banalización y pérdida material e inmaterial, que siga habiendo estos reductos de verdadero arte y cultura es una auténtica alegría. Que sea por muchos años. Amén.

stats