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España

Ander Gil: “En el Senado, los elefantes son los menos”

  • El jefe de la Cámara Alta muestra su preocupación por el “viraje” del PP sobre la violencia de género: “quienes niegan la violencia machista, son cómplices de ella”

Ander Gil, durante la entrevista en la sede de Diario de Sevilla.

Ander Gil, durante la entrevista en la sede de Diario de Sevilla. / José Ángel García

Ander Gil (Baracaldo, 1974) se convirtió en presidente del Senado el pasado verano después de casi una década en la Cámara alta. Afronta la tarea en un intento por que se conozca mejor una institución que muchos quieren eliminar con la experiencia de haber hecho política en esa España rural que ahora levanta la voz.

–¿Hasta qué punto cree que la guerra afectará a España?

–Estamos viendo en televisión a ciudadanos que tenían un modelo de vida muy similar al nuestro. Es inevitable que nos pongamos en su situación y que nos afecte animicamente. Hay muchos ciudadanos ucranianos con vínculos en España. Y Europa tiene una dependencia energética muy fuerte de Rusia, aunque no tanto España. En la economía, nos afecta la inestabilidad mundial. España está dando un mensaje de solidaridad, de fortaleza y de unidad en torno a la respuesta europea, con el presidente del Gobierno a la cabeza.

–¿Va tarde el Gobierno para paliar la subida de precios?

–El Gobierno ya ha dado una respuesta a la crisis del coronavirus muy distinta a la que se dio a la crisis financiera. Puso en marcha un escudo social para sostener a muchas rentas familiares. En la crisis derivada de la guerra de Putin, el Gobierno está respondiendo de forma eficaz y rápida.No sólo en el marco doméstico, sino en la UE, liderando una respuesta distinta, solidaria y de conjunto a la crisis energética para que no sea un lastre para el crecimiento económico. O que lo haga de la manera mas suave para los ciudadanos. Dentro de la capacidad que tienen los gobiernos estatales, el español está actuando con celeridad y claridad.

–¿Las medidas que se aprueben el 29 de marzo serán suficientes?

–El Gobierno ha puesto un plan nacional de respuesta a las consecuencias de la guerra y pretende llegar a un acuerdo para que sea un pacto de Estado. Demandamos una unidad de respuesta.

–Vox ya anunciado que no estará ¿Ve al PP en esa respuesta?

–Espero que sí. Deseo que el PP termine de resolver su crisis de liderazgo y vuelvan a ser el partido de Estado. Es bueno para España. De los discursos de la intolerancia y antieuropeistas que representa la extrema derecha en nuestro país no espero nada. Son formaciones que contribuyen a la destrucción de nuestro modelo de convivencia y nunca aportan soluciones a los problemas, sino que los utilizan para medrar políticamente.

–¿La crispación ha llegado ya a todos los ámbitos de la política?

–Sí. Estas posiciones políticas irradian esa crispación para generar inestabilidad. Me preocupa mucho la influencia que tienen en otras formaciones políticas que son alternativa de Gobierno, como el PP. Y en los gobiernos propiamente. Cuando el extremismo forma parte de un gobierno o influye en él, pone en riesgo derechos y consensos alcanzados con mucho esfuerzo en las últimas décadas de democracia en nuestro país. Eso es lo que está en juego en este momento en España y en la UE. Yeso es lo que representa el régimen de Putin en Rusia. El cuestionamiento de un modelo de vida y de valores en torno a los cuales se ha construido la democracia en la UE.

–Cuando hacen esos pronunciamientos, el PP siempre esgrime los acuerdos del PSOE con independentistas y abertzales.

–Veo con preocupación que cuando el Gobierno de la Junta de Castilla y León es posible gracias a un pacto con Vox, se cuestionan consensos. Nadie se planteaba en el PP dudar de la existencia de la violencia machista. Uno puede llegar a acuerdos con muchas formaciones políticas, pero no puede renunciar a sus principios. Principios en los que se asientan consensos básicos. En el derecho a la vida de las mujeres había un consenso muy amplio en reconocer que esto es un problema, que se denomina así y que lo sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres. No porque lo digamos nosotros, sino porque hay 1.333 mujeres que han sido asesinadas en nuestro país por ser mujeres. Quienes niegan la violencia machista son cómplices de ella. La violencia de género es un problema que existe y hay que combatir de forma específica. Luego están los negacionistas, representados por Vox.

–¿Cree que el PP ha virado?

–Está virando. Hace unos meses renovamos el pacto de Estado de lucha contra la violencia de género. Y en ese pacto está el PP. Veo con preocupación cómo el PP hace suyo el discurso de Vox, abandonado su discurso propio, el de una derecha moderada. Es el que tienen otros partidos conservadores en Europa, que han decidido poner un cordón sanitario a la extrema derecha. El PP no. Y me sorprende que Alberto Núñez Feijóo, a quien se le supone moderado, inicie esta cuesta abajo.

–¿No es aplicable ese cordón sanitario a la izquierda abertzale y el independentismo?

–No son escenarios análogos. El PSOE gobierna con Unidas Podemos, una formación democrática que se puede estar de acuerdo o no con ella. En ese pacto no se rompe ningún consenso democrático ni constitucional.

Ander Gil, en un momento de la entrevista. Ander Gil, en un momento de la entrevista.

Ander Gil, en un momento de la entrevista. / José Ángel García

–¿Es un mal momento para emprender la asignatura pendiente de la reforma del Senado?

–No parecer que el clima sea el más propicio para reformar la Constitución. Algunos lo defendemos desde hace años para, entre otras cosas, reformar el modelo territorial, clarificar competencias y reformar el Senado. Mientras eso llega –y ojala llegue– se pueden hacer muchas cosas para reforzar la capacidad territorial del Senado. Hemos iniciado una ronda de contactos con todas las comunidades para acercarnos al territorio.

–¿Cómo se lucha contra esa vitola de que el Senado es un cementerio de elefantes?

–Es una forma un poco simplista de explicar una Cámara que es muy desconocida. Si uno analiza el conjunto de senadores se da cuenta de que elefantes, personas que están al final de su vida política, son los menos. Hay jóvenes que representan a sus territorios, que tienen una vinculación estrecha con la zona de la que provienen y que trasladan los problemas que los diputados no trasladan porque en el Congreso se ocupan de los grandes temas. Soy consciente de que existe la reputación y por eso nos hemos decidido a salir de las cuatro paredes del Senado. En La Palma, el Senado va a aportar recursos propios para poner en marcha un plan de salud mental.

–Juan Espadas ha optado por ser senador por designación autonómica para tener voz institucional.

–Juan Espadas es el líder de la izquierda en Andalucía. Ha sido un extraordinario alcalde y gestor y representa una alternativa de cambio progresista en Andalucía. Como senador está llevando muchas iniciativas y tengo el mejor concepto de su trabajo. Su carrera política está en progresión, por lo que no lo considero para nada un elefante. Lo mismo me pasa con el señor Feijóo, que puede ser senador por designación autonómica.

–¿No es eso un uso de la Cámara difícil de explicar en un momento de desafección hacia la política?

–Los senadores por designación autonómica son ejemplo de un modelo mixto de configuración de una Cámara territorial. Es bueno que haya representantes de los parlamentos autonómicos, que tienen un conocimiento en profundidad de los problemas de su tierra. Es una suma que aporta. Es muy importante que en el Senado haya personas con experiencia y que la pongan al servicio de su país. La suma de experiencia y talento joven es buena para un grupo parlamentario.

–Se ha criado en un pueblo de esa España Vaciada. ¿Cómo hay que atender sus demandas?

–Vengo de Valle de Mena, un municipio del norte de Burgos donde he desarrollado la mayor parte de mi vida política. El despoblamiento y el abandono del mundo rural es un problema de país. Los alimentos y las energías renovables se producen en el mundo rural. Debemos prestar más atención a las demandas de los pequeños pueblos y hay que apostar por un Estado que haga crecer los servicios públicos y las infraestructuras en el mundo rural. Vivo en una pedanía, entiendo el sentimiento de abandono que puedan tener algunos ciudadanos. Mi responsabilidad como presidente de una Cámara territorial es favorecer que se articulen respuestas a los problemas que la gente tiene en los pueblos.

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