“Me preocupan las tasas de fracaso y abandono escolar, no el informe PISA”
Sonia Gaya | Consejera de Educación
La consejera de Educación encara su segundo curso con el mayor número de docentes de la historia del sistema de enseñanza andaluz
Sonia Gaya apuesta por nuevos métodos de aprendizaje para acabar con el fracaso escolar
A Sonia Gaya (Huelva, 1969) le gusta la luz de su despacho de Torretriana. Desde un ventanal del mastodóntico edificio proyectado por Francisco Javier Sáenz de Oiza para la Expo 92 supervisa el inicio del curso escolar. Es temporada alta para esta consejera de Educación, que inaugura su segundo ejercicio para el millón y medio largo de alumnos que en Andalucía cursan enseñanzas no universitarias. Lo hace tras un trasvase del sindicalismo de UGT a la segunda consejería con mayor presupuesto de la Junta, solo detrás del gigante de Salud. Asegura que el cambio no ha modificado su visión de la educación y que lo que hace es "bonito", pero sabe que también complicado.
–¿Cómo encara el inicio de curso?
–Con mucha ilusión. Hemos trabajado mucho y hemos planificado con mucho cuidado. La idea era ampliar la oferta de enseñanza e introducir nuevos programas para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje.Son una de las herramientas para evitar el fracaso escolar y el abandono educativo.
–¿Y eso cómo se hace?
–Motivando mucho a los niños para que vean que la educación es atractiva y útil, que les enseña algo. Que aprendan a desarrollar sus capacidades y prepararlos para una sociedad complicada. Los programas que introducimos este curso tratan de convertir al alumno en el centro del aprendizaje, utilizando además metodologías mucho más lúdicas, como juegos o vídeos. Y por otro lado está la estrategia digital.
–¿En qué consiste?
–En que los docentes, los padres y los niños tienen que ser competentes digitales. Pero hay que incentivar el buen uso de las nuevas tecnologías. La guerra no debe ser contra las redes sociales, sino que hay que enseñar a los niños a usarlas bien. Tienen que aprender a discriminar la información y a no creerse todo lo que ven. No podemos pretender que un alumno esté seis horas con un libro de texto.
–¿Así piensan acabar con el fracaso y el abandono escolar?
–¿El fracaso escolar depende de la adquisición de conocimiento? Son muchas más cosas. Si lo que pretendemos es que el niño llegue a clase por la mañana, abra el libro y al final tenga los ejercicios uno, dos y tres hechos, estamos equivocados. Creo que es uno de los motivos que han conducido al fracaso. Y esto no se nos ha ocurrido a nosotros. Hay muchos docentes trabajando ya así y los resultados están ahí.
–¿Hay recursos para aplicar estas nuevas metodologías?
–Claro que sí, empezando por el principal recurso, que son los docentes. Son ellos quienes han empezado a empujar porque veían que no funcionaba y lo que tenemos que hacer es darles herramientas.
–Aseguran que tienen el mayor número de docentes de la historia del sistema andaluz, pero la oposición alega que no se ha recuperado el empleo previo a la crisis.
–No hay más que mirar las cifras. Hay un descenso demográfico. En Infantil y Primaria desciende la población y los picos están ahora en Secundaria, Bachillerato y FP. No hemos reducido el número de profesores y hay menos alumnos.
–¿Y se mantienen las ratios?
–Mantenemos la ratio en 21 o 22 alumnos por profesor, pero las ratios son perversas. Hay zonas más pobladas, con menos posibilidades para construir centros, como determinadas capitales. Ahí las ratios son más elevadas, pero hay zonas rurales y barrios desfavorecidos donde la ratio es muy pequeña.
–Los grupos de izquierda aseguran que la Consejería de Educación apuesta por la concertada.
–Una vez acabado este curso, con datos de escolarización reales, se puede ver que hubo más crecimiento en la pública que en la concertada. Si no, sería imposible mantener la media de 80% de pública y 20% de concertada que hay en Andalucía desde hace 30 años. Si cerramos una línea de la concertada, van a los tribunales y, basándose en la Lomce y en la demanda social, les dan la razón. Como medida cautelar, tenemos que volverla a abrir. En España la media de la concertada es del 32%, lo que demuestra que el debate no tiene base sólida.
–Sobre la asignatura de religión, pretenden fijar el máximo de clases en 45 minutos a la semana. ¿Por qué toman esta decisión?
–Más allá de las razones ideológicas, hay una pedagógica. Ofertar la asignatura de religión implica que los alumnos cuyos padres no la eligen tienen que cursar una asignatura espejo en vez de estudiar matemáticas, lengua o inglés. Nos parece injusto que tanto el alumnado que elige la religión como el que no la cursa no pueda dedicar más tiempo a otras cuestiones.
–Sobre la implantación del modelo bilingüe, el PP se queja por la lentitud de su desarrollo.
–Hay un problema básico, que es la cualificación del profesorado. Tienen que tener un nivel de acreditación de idiomas para poder hacer la enseñanza bilingüe. Aveces hay centros que nos piden autorización y no tienen el profesorado. Este año vamos a ofrecer formación para que los profesores de la bilingüe obtengan la acreditación C1, que es la que se le pedirá al final. Queremos que el ritmo sea más rápido, pero vamos cumpliendo los objetivos. Teníamos que llegar a los 1.500 centros en 2020 y vamos a llegar antes, porque tenemos 1.469.
–¿La apuesta por el francés ha quedado descafeinada?
–Creo que no. Fuimos ambiciosos al implantar el francés como segunda lengua extranjera.
–¿Demasiado ambiciosos?
–El calendario de implantación fue, quizás, más rápido de lo debido. En primero y segundo de Primaria los niños adquieren sus primeros conocimientos lingüísticos y matemáticos, con muchos especialistas entrando en el aula porque la Lomce diversificó muchísimo la educación. Hay un tránsito desde Infantil que no hemos terminado de solucionar, de tener un maestro a tener varios profesores. El de francés sería otro más y son los docentes quienes nos han dicho que los niños de primero y segundo deberían pasar más tiempo reforzando asignaturas instrumentales.
–Es el segundo curso con el nuevo sistema de bonificaciones para el primer ciclo de Infantil, el de los niños de cero a tres años. El curso pasado hubo cierta polémica porque hubo familias que tuvieron que pagar más.
–Hemos puesto un tramo más en las bonificaciones para las clases medias. Las ayudas deben garantizar que las familias que no pueden pagar tengan acceso, pero también deben ser progresivas. Puede ocurrir que gente que tenía bonificación ya no las tenga porque tienen mayor poder adquisitivo. El 90% de las familias tiene algún tipo de modificación y el 45% la gratuidad. Este año se han escolarizado más niños y no ha aumentado la demografía, son 239.000 alumnos.
–¿Cree que el aumento se debe al cambio de modelo de ayudas?
–Sí, pero también a la importancia que le dan las familias a esta etapa educativa. Además, hemos buscado la fórmula para que haya convocatoria de ayudas durante todo el año y espero que haya más niños matriculados.
–Este verano ha habido ruidosas quejas por la dificultad de las oposiciones y el número de plazas que han quedado vacantes.
–Se han quedado algunas plazas desiertas, sobre todo en modalidades concretas de FP, pero siempre hay plazas que no se cubren. Tenemos que confiar en los tribunales, formados por docentes en activo que son elegidos al azar. Ellos establecen sus criterios de evaluación. No voy a cuestionar su trabajo. Entiendo que quien no supera el procedimiento tiene todo el derecho a reclamar, pero los 5.121 aspirantes que lo han superado tienen los requisitos para estar donde están.
–¿Cómo explica las quejas?
–Creo a que se debe a que eran muchas plazas y la gente iba con muchas expectativas. Hay quien dice que damos la orden de no aprobar en el primer examen porque hay mucha gente, pero lo que hemos hecho es aumentar el número de tribunales. Hay cosas que se pueden mejorar y he dicho públicamente que este no es el modelo de acceso más justo, pero cambiarlo no depende de nosotros.
–Hubo críticas por un retraso en la fecha de comunicación de los destinos a los nuevos profesores.
–Empezamos un proceso el 23 de junio con 26.000 aspirantes y el 10 de agosto todo el mundo estaba en su sitio. El año pasado acabamos el 11 de agosto. A veces se generan alarmas que no tienen sentido.
–Con ese volumen de opositores, supongo que no se repetirá el problema de las bolsas de trabajo vacías que hubo el año pasado.
–Espero que no. Se mezclaron varios factores. No hubo oposiciones de Secundaria, redujimos las horas lectivas en una hora y eso son muchos más docentes trabajando, pero, sobre todo, hubo mucho rechazo a las plazas. No nos había pasado nunca. Hay gente que no sabe ni en cuántas bolsas está. No teníamos un sistema para saber si los inscritos iban a querer trabajar. Esperamos que eso se acabe con el nuevo reglamento de interinos. Ahora podrán notificar si están disponibles o no, cuando antes si no se aceptaba el puesto de trabajo por una casa poco argumentada se podían quedar fuera de la lista. Además cambiaremos el sistema de llamamiento para que sea centralizado.
–¿Eso qué significa?
–A partir de enero, cuando llamas a una persona le ofreces todo lo que hay en Andalucía dentro de sus peticiones. Antes era por provincias.
–Cambiando de tercio, hay un sector de la enseñanza que lleva años quejándose de falta de recursos. Se trata de la educación especial.
–La tendencia va hacia no considerar la Educación Especial como un sistema paralelo. Cada vez se integra más a estos niños en escolarización ordinaria. Los monitores de Especial son para lo que son. No están para cambiar a un niño de tres años. Pero cualquier niño escolarizado y que necesita este tipo de atenciones, tiene que tener un monitor y la Administración tiene que hacer todo el esfuerzo del mundo.
–¿Llega para hacer ese esfuerzo?
–Se llega, pero eso no quita para que a mediados de curso haya que poner a un monitor. Es dificultoso, pero se hace. Muchas familias deciden que su hijo necesita un monitor de Educación Especial y no es así. Son los especialistas. Hacemos esfuerzos, pero si hay que hacer más, se hacen.
–¿Está satisfecha con los servicios que se prestan?
–Nunca estoy satisfecha con nada de lo que hacemos en Educación porque todo se puede mejorar. Yo siempre voy a querer más. Si estuviera satisfecha me tendría que ir.
–En su segundo curso como consejera tras una larga experiencia en el mundo sindical.
–Pienso lo mismo de la educación que pensaba hace dos años, otra cosa es la posibilidad de hacer cosas en cada ámbito. En una organización sindical mi labor es reivindicar y yo reivindico lo mismo desde dentro. Si creo que un colectivo tiene una necesidad, peleo y lucho para conseguirlo. Mi concepto de la educación no ha cambiado nada.
–¿Cuál es su mayor reto?
–Que los niños y los docentes tengan los recursos y las herramientas necesarias para que realmente el paso de los alumnos por la escuela sea útil en su vida.
–¿Cree que la educación es básica para que Andalucía deje de estar a a la cola?
–¿En la cola de qué? ¿Del informe PISA? El informe PISA evalúa a niños de 15 años, da igual donde estén. Si yo segrego al alumnado en segundo, cuando tienen 14 años, el informe PISA sólo me evalúa a los buenos de 15, que son los que siguen, a los que no les he buscado una enseñanza no obligatoria. Hay sistemas educativos que lo hacen. Así los resultados serían mejores, pero Andalucía tiene una política de igualdad de oportunidades. No vamos a dejar a nadie atrás. Yo niego que Andalucía esté a la cola.
–Explíquese.
–Hay datos que la gente no sabe. En Andalucía se aprenden muchos más idiomas que
en cualquier otra comunidad y hay servicios complementarios que permiten a las familias conciliar su vida laboral y llevar el pan a casa. A mí me preocupan las tasas de fracaso y abandono, no el informe PISA. De verdad, sinceramente, no me preocupa el informe PISA. Nadie dice que el PISA dice que Andalucía es una de las comunidades con mayor índice de inclusión y de igualdad. Yo quiero que los niños andaluces terminen su formación, cuando más alta mejor y que no haya fracaso, que no haya repetidores. Si quieres que los alumnos estén formados y puedan a optar a un trabajo, que es en lo que se traduce el fracaso escolar, lo que quieres es que tengan la mejor formación y que estén motivados. El resultado necesariamente no es mejor porque el alumno tenga un ocho o un siete.
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