La capa del borracho o 'Manto español': un creativo método de castigo para beodos en la Edad Media

Fue uno de los muchos métodos vejatorios y de escarnio público en una de las épocas más oscuras de la historia

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El barril de castigo, un método vejatorio y de escarnio público para vándalos y borrachos

Que la Edad Media fue una época difícil y dura de afrontar para la mayoría de los habitantes de la época no es un secreto. La inestabilidad económica y política, las condiciones de vida difíciles con una extrema pobreza y con condiciones sanitarias horribles, el sistema feudal imperante y la inquisición y persecución religiosa fueron ingredientes que aderezaban un plato que no era de buen gusto.

En este contexto las torturas y los métodos creativos de castigo y escarnio público estaban a la orden del día. Uno de ellos, y quizás no tan conocido, fue el barril de castigo o capa del borracho. Se trataba de una forma de castigo especialmente común en el medievo de Europa que consistía en un barril de madera con forma cilíndrica, con un extremo abierto y el otro cerrado, lo suficientemente grande como para que una persona pudiera ser introducida en él.

Cuando se utilizaba como castigo, la persona condenada era colocada dentro del barril, a menudo con las manos atadas o esposadas. Luego, el barril era cerrado y a veces se le añadían clavos en el interior para aumentar el sufrimiento del castigado.

Una vez dentro, la persona tenía que soportar la incomodidad y la restricción de movimiento durante un período de tiempo determinado, como forma de castigo por su comportamiento considerado inaceptable por las autoridades de la época.

El barril de castigo se utilizaba principalmente para castigar a personas que habían reincidido bebiendo alcohol en lugares no permitidos como Iglesias o sus aledaños, o rufianes que cometido delitos menores, como el robo o el vandalismo. También se utilizaba en algunos casos para castigar a personas acusadas de brujería u otros delitos considerados más graves.

Sobre todo se usó en Europa Central y curiosamente tenía varios sobrenombres, entre los que llama la atención este: Spanish Mantle. El Manto Español, como se puede traducir, no debería tener mucho sentido ya que en España no se conoce que se usara.

Sí se usaba por ejemplo el Sambenito, una tela en forma de saco o túnica que se colocaba a los reos y con los que se le paseaba.

Otros métodos de vergüenza similares

Existen numerosos métodos de tortura que han sido utilizados a lo largo de la historia, muchos de los cuales comparten similitudes con el barril de castigo en términos de causar incomodidad física y restricción de movimiento. Aquí hay algunos ejemplos:

Similar al barril de castigo, el pillory era una estructura de madera con agujeros para la cabeza y las manos, donde el condenado era asegurado en posición erguida. Esta forma de castigo se utilizaba comúnmente en la Edad Media y la Edad Moderna, y la persona condenada quedaba expuesta al escarnio público y a veces era objeto de vejaciones por parte de la multitud.

En otro orden estaban las celdas de contención. Estas celdas eran pequeñas, estrechas y oscuras, diseñadas para limitar el movimiento del prisionero y causar incomodidad extrema. A menudo, las celdas de contención carecían de ventilación adecuada y podían ser extremadamente calurosas o frías, lo que aumentaba el sufrimiento del prisionero.

Similar al barril de castigo, la jaula era una estructura de metal o madera que encerraba al prisionero, limitando su movimiento y causando incomodidad física. Las jaulas a menudo se colgaban en lugares públicos como una forma de exhibir al prisionero y disuadir el comportamiento delictivo.

La garrucha o potro de tormento se utilizaban para estirar o estirar el cuerpo del prisionero, causando dolor intenso. El potro de tormento, por ejemplo, era una mesa con correas para asegurar las extremidades del prisionero, que luego era estirado mediante un mecanismo de tornillo. Por último, la rueda de la tortura. Este dispositivo consistía en una gran rueda de madera a la que se ataba al prisionero. El torturador giraba la rueda, causando fracturas, desmembramientos o incluso la muerte del prisionero.

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