Sevilla en primavera: los turistas invaden el barrio de Santa Cruz
Los vecinos reclaman al Ayuntamiento una ordenanza turística propia que regule la cada vez mayor presencia de foráneos y que permita contar con una base legal para poder actuar
El barrio de Santa Cruz de Sevilla tiene ya más plazas turísticas que habitantes
El perverso efecto del turismo en la población más vulnerable del casco histórico de Sevilla
Un barrio nacido para el turismo que está a punto de morir de éxito. Cuando el Marqués de la Vega-Inclán y el arquitecto Juan Talavera idearon a principios del siglo XX la gran transformación social y turística del barrio de Santa Cruz no pensaron en los graves problemas de convivencia que se darían poco más de cien años después. Sevilla se ha convertido en uno de los destinos urbanos preferidos de Europa. Y su barrio más emblemático es el espacio más visitado no sólo de la ciudad, sino de toda Andalucía. Todo foráneo que acude a la ciudad recorre las angostas calles de Santa Cruz. Las casas y pisos de vecinos hace tiempo que dejaron paso a los apartamentos y las viviendas para turistas, que ya superan en número a los residentes. Los que se resisten a esta presión han de hacer frente a diario a un gran número de molestias. Por ello, ante el convencimiento de que la situación sólo irá a más, han pedido al Ayuntamiento que apruebe una ordenanza turística específica para el barrio que regule la actividad turística y que ofrezca a la Policía todas las garantías para poder actual cuando sea necesario.
“Queremos que el decálogo de buenas prácticas que se aprobó con el anterior Ayuntamiento y que elaboró con nosotros la mesa de guías se convierta en una ordenanza específica para el barrio. La presencia de turistas va cada vez a más y lo que queremos es que ese aumento sea ordenado y que se pueda actuar cuando sea preciso”, ha explicado a este periódico María José del Rey, presidenta de la asociación de vecinos.
Ese decálogo de buenas prácticas solicita a las empresas turísticas que eviten las explicaciones o actividades pegadas a las ventanas, casas u otros enclaves que puedan generar problemas de convivencia, y restringe la circulación de viajeros en bicicletas, segways, monopatines y motocicletas por zonas de mucho tránsito peatonal. Son, más concretamente, 18 sus criterios y recomendaciones:
- Limitación de las medidas de los grupos turísticos y la adaptación de su tamaño a los espacios que visitan. Deben evitarse las aglomeraciones de gente/turistas en aquellas calles plazas y lugares de alto tránsito y/o de dimensiones reducidas que padecen de alta aglomeración y donde conviven distintas actividades económicas, por ejemplo, dividiendo el grupo, introduciendo la visita libre o haciendo las explicaciones con la mayor brevedad posible.
- Elección de forma adecuada de los puntos de inicio, de parada y de finalización de los tours, evitando obstaculizar y bloquear las entradas a edificios y cortar el paso a otros ciudadanos, turistas y grupos, con especial atención a las personas con movilidad reducida o dificultad de paso.
- Planificación de los itinerarios en función de los horarios de los habitantes, intentando evitar los recorridos principales, para ayudar a reducir la congestión de las calles más concurridas.
- Diferenciación de aquellas zonas únicamente de tránsito donde los guías no podrán pararse a explicar detalles de la visita, con las áreas en las que se permitirá la parada de grupos para explicación de la visita.
- Fomento de las visitas programadas y la compra anticipada de entradas con el fin de mejorar la seguridad pública y las condiciones de accesibilidad en la calle. En caso de que se compren las entradas en los propios monumentos, museos o transportes, deben respetarse las colas y los turnos de acuerdo con la organización de estos.
- Utilización de sistemas de radioguía y whispers con el fin de reducir la contaminación acústica en la vía pública. El uso de megáfonos no estará permitido.
- Respeto por la privacidad de las comunidades vecinales, evitando que las explicaciones o actividades se desarrollen pegados a ventanas, casas u otros enclaves que puedan generar problemas de convivencia.
- Promoción del descanso de los grupos turísticos en los espacios que minimicen las molestias y disrupciones en la vida cotidiana de la ciudad, empleando cuando sea posible las zonas destinadas a esta finalidad y, en todo caso, velando por su buen uso y conservación.
- Contribución a la preservación del patrimonio arquitectónico y del espacio público evitando conductas incívicas (pintadas, subirse a esculturas o monumentos, etc).
- Restricción de la circulación en bicicletas, segways, monopatines, motocicletas u otros similares en grupos por zonas con alta densidad en el uso de medios de transporte o incluso individuales en lugares de mucho tránsito peatonal. Tiene en cuenta que algunos de estos usos ya están regulados por la ordenanza correspondiente.
- Fijación de límites de ocupación para las autorizaciones de la vía pública a empresas turísticas que desarrollan actividades de calle, determinando aquellos espacios de dimensiones suficientes susceptibles de ser ocupados por las mismas (áreas recomendadas) y fijando límites temporales de ocupación en que éstos pueden ser utilizados, así como periodos festivos en los que el espacio público deberá permanecer libre de ocupaciones (Fiestas Mayores, Navidad, etc).
- Establecer criterios de contención para las autorizaciones de actividades lucrativas en el espacio público (terrazas de veladores, venta ambulante, medios auxiliares de obra, etc.) debiendo prevalecer en los casos de conflicto la utilización pública de dicho espacio y el interés general de la ciudadanía, el respeto de la senda peatonal accesible, el normal uso del mobiliario urbano, y el acceso a los edificios y establecimientos, minimizando la superficie a ocupar y evitando ocupaciones de itinerarios con un alto tránsito turístico.
- Evitar la proliferación de cartelería, buzones, rótulos, reclamos o expositores en fachadas en aras de protección del paisaje urbano de conformidad con las limitaciones establecidas por el vigente Plan General de Ordenación Urbana.
- Obligación para todos los alojamientos turísticos, incluyendo las Viviendas con Fines Turísticos, de cumplir con la normativa sectorial. No se comercializarán habitaciones que no estén inscritas en el registro de Turismo de Andalucía.
- Información y sensibilización a los visitantes del cumplimiento de la normativa en los usos del espacio público y de las normas de comportamiento en las comunidades vecinales donde se alojen, por parte de la propiedad, empresas gestoras o particulares que explotan viviendas de fines turísticos.
- Obligación para todos los alojamientos turísticos y visitantes del cumplimiento de la normativa relativa a violencia de género y explotación sexual, así como las directrices enmarcadas en el I Plan Municipal contra la Violencia de Género y el II Plan de Acción Integral para luchar contra la Trata, la Prostitución y Otras Formas de Explotación Sexual, aprobados por el Ayuntamiento de Sevilla.
- Promoción del comercio local de proximidad y la utilización de productos vinculados a la gastronomía y a la artesanía sevillana.
- Se realizará una correcta disposición de residuos en papeleras o contenedores, favoreciendo la recogida selectiva sin en ningún caso ensuciar o deteriorar el espacio público.
Calles colapsadas con la llegada de la primavera
La presencia de turistas es constante durante todo el año, pero es mayo uno de los meses con mayor actividad, junto a octubre. Pasear estos días por Santa Cruz o hacer las mandados y labores diarias se complica en exceso para los vecinos. Los numerosos grupos colapsan calles como Ximénez de Enciso, Santa Teresa, el Callejón del Agua o Lope de Rueda y los veladores están a rebosar. Todo ello genera ruido y molestias que hacen muy difícil la convivencia. “Ahora está todo desbordado. Yo mantengo reuniones periódicas con Turismo para avanzar e intentar resolver los problemas que tenemos. Estamos en ello”, subraya la presidente de los vecinos.
Un paseo por el barrio denota las apreturas e incomodidades que sufren los vecinos sobre todo en primavera y otoño, aunque la afluencia de turistas se da durante todo el año. Son muchos los grupos que se reúnen en la Plaza de la Virgen de los Reyes. Allí reciben las explicaciones oportunas de los guías, la mayoría con los sistemas de radioguía y whispers, eso sí. La marea de turistas llega hasta la Catedral y el Alcázar desde la calle Mateos Gago después de haber recorrido las callejuelas de Santa Cruz. Casi todos lo grupos inician este recorrido en los Jardines de Murillo tras bajar de los autobuses en Menéndez Pelayo.
Desde ese punto, la colada de turistas tomas las más emblemáticas calles de Santa Cruz provocando auténticos colapsos: callejón del agua, Judería, Vida, Agua, Pimienta, Jamerdana... Hay que tener mucha paciencia para avanzar entre los guiris que, entre foto y foto, tratan de no perder la estela del guía que con la banderita levantada va abriendo camino.
Menos veladores y sí a la tasa turística
Otro de los caballos de batalla es el exceso de veladores. Los vecinos de Santa Cruz estaban esperando a que el Ayuntamiento aprobara en febrero la nueva normativa. Al no ser así, la asociación ha sido una de las once que han presentado una queja al Defensor del Pueblo para que se eliminen las llamadas terrazas Covid. “Hemos pedido cita con el alcalde, el Defensor, la delegada del distrito... Queremos que vuelva la situación anterior al Covid”, explica del Rey, que añade que también mantienen contactos frecuentes con los hosteleros de la zona.
Los vecinos de Santa Cruz, como señala su presidenta, se muestran favorables a la implantación de la tasa turística en la ciudad, “siempre que haya claridad y transparencia en el destino de la recaudación”. Desde la asociación consideran que el dinero que se recaude con esta tasa serviría para restaurar y mantener en un buen estado el patrimonio. “Debe repercutir en el espacio en el que están los turistas”, concluye María José del Rey.
Una polémica terraza en Pasaje de Vila
La difícil convivencia entre residentes y turistas en el barrio de Santa Cruz tiene su máximo ejemplo en la situación que está atravesando una vecina de la calle Pasaje de Vila. Un popular establecimiento, frecuentado por foráneos, ha instalado una terraza que mira directamente a las estancias principales del domicilio familiar de esta mujer que ha visto cómo, de un día para otro, ha perdido toda la intimidad que debe ofrecer un hogar. La situación, asegura, es insostenible, por lo que se ha visto obligada a llamar la atención de distintas maneras para advertir de la situación. “Yo he intentado que lo arreglemos de buenas maneras porque he tenido una relación de buena vecindad, de amistad, con ellos. El Ayuntamiento les ha concedido la licencia por silencio administrativo, pero nadie ha venido a comprobar si cumple las normas. Además han dicho barbaridades de mí. Claro que he protestado, es la única manera que tengo de llamar atención. Pero no me he exhibido desnuda. ¿Acaso me tengo que encerrar en mi casa? Esto que me sucede a mí es una pequeña parte de lo que está ocurriendo en el barrio de Santa Cruz y en todo el centro. Ya no hay sitio para los vecinos. Es un acto heroico que aquí siga habiendo sevillanos. El Ayuntamiento tiene que velar por la buena convivencia y buscar el equilibrio”.
Desde la asociación de vecinos están mediando en este conflicto para ver si llegan a una entente que acabe con una situación que no beneficia a nadie.
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