El seguro se hará cargo de la mayor parte del coste de la restauración de la Cruz de la Inquisición
La intervención en el monumento, destrozado en un ataque vandálico el pasado septiembre, cuenta con la aprobación dela Comisión de Patrimonio y durará dos meses
El seguro municipal se hará cargo del coste de la restauración de la llamada Cruz de la Inquisición, situada junto al Arquillo del Ayuntamiento, que fue destrozada el pasado mes de septiembre en un acto vandálico. El coste total de la recuperación es de algo más de 13.000 euros (sin IVA) de los que 9.000 serán aportados por el seguro. El estudio técnico sobre el estado y la propuesta de conservación lo han redactado técnicos del Real Alcázar, aunque el proyecto lo ejecutará la Casa Consistorial.
El conjunto de este monumento tan reconocible está formado por cuatro elementos bien diferenciados: basamento, peana, columna y cruz. Se trata de un crucero abalaustrado, esculpido en 1903, de autor desconocido y estilo neoplateresco, y realizado en piedra arenisca y piedra artificial. La consecuencia de los daños ocasionados en la agresión a la cruz, y de las patologías originadas por los agentes medioambientales, así como los intrínsecos a la naturaleza de sus materiales, es que la cruz presenta un deficiente estado de conservación. Debido a ello, se ha decidido que la actuación no sólo sirva para la reparación de los daños ocasionados por el acto vandálico, sino que se aprovechará para atajar las patologías anteriores y así devolver a la obra la estabilidad material y la unidad estética perdidas.
El proyecto de conservación y restauración identifica varias causas de alteración en el monumento. Las más importantes son las que implican la intervención del hombre. En este caso los daños de mayor trascendencia son provocados por la repetición de actos vandálicos que han ocasionado desprendimientos, fracturas y pérdidas que van degradando de forma importante la integridad de la obra. El último, y motivo de la intervención, el ataque del pasado 10 de septiembre.
Los daños de este tipo son los de mayor importancia y son los ocasionados por el desprendimiento y fractura de la totalidad del patíbulum en numerosos fragmentos, algunos de ellos de menos de 10 centímetros, destaca el informe. En los fragmentos desprendidos se distinguen marcas, ocasionadas por golpes en la caída, en forma de abrasiones y perdidas de materia.
En el análisis de las piezas se ha identificado claramente una intervención, que como mínimo consistió en el pegado de fragmentos y en la reconstrucción de los dos extremos del stipes. Como sistema de refuerzo de las uniones de las partes nuevas con el original se introdujeron varillas roscadas de acero inoxidable. "Estos refuerzos en la caída han sufrido el desplazamiento de su posición original y la rotura de la pieza acanalada en la que se introduce".
Por último, de este tipo de daños mecánicos de tipo antrópico se observan fisuras y grietas, son la respuesta a las tensiones generadas en el material, en esta caso por causas externas provocadas por el golpe y la caída.
Otros daños están provocados por los factores ambientales propios de encontrarse el monumento a la intemperie. Engloba los agentes del ambiente que intervienen mediante procesos químicos y mecánicos en la alteración natural de la piedra: humedad-agua, viento, cambios temperatura, lluvia. A estos agentes naturales se añade la incidencia de la contaminación atmosférica.
La cruz, por su ubicación al exterior, se halla expuesta a la acción conjunta de los agentes atmosféricos naturales más la contaminación del ambiente que la rodea, son por tanto los agentes ambientales una de las principales causas de alteración y deterioro de la Cruz de la Inquisición. Se identifican depósitos de polvo, colonización biológica, pérdida de cohesión, disgregaciones y pérdidas de morteros de la intervención anterior.
Los agentes biológicos contribuyen también de manera decisiva a la degradación del monumento. "Se pueden considerar factores de tipo biológicos todos aquellos organismos vivos o productos de su metabolismo capaces de producir cambios indeseables en las propiedades de un material".
De forma generalizada las superficies pétreas se pueden considerar sustratos donde se asientan distintas comunidades, sobre todo cuando no se efectúan trabajos de limpieza y mantenimiento, ni se controla el crecimiento con algún tipo de biocida. En el momento de la intervención y como paso previo se realizará un estudio analítico que identifique los tipos de agentes bilógicos que se desarrollan en la obra con la finalidad de seleccionar el tipo de biocida idóneo para su eliminación.
Los trabajos de restauración se extenderán durante dos meses. En primer lugar, se realizará la clasificación y etiquetado de los fragmentos desprendidos. A continuación, se procederá a la desinfección y eliminación de microorganismos mediante la aplicacióne biocidas. Posteriormente, se acometerá la eliminación mecánica con espátulas de plástico y madera, incluso cepillado y aspirado de la zona. Se realizarán al menos tres aplicaciones sucesivas a la totalidad de la superficie.
En una primera limpieza mecánica de la superficie, se retirarán los depósitos de polvo, suciedad superficial y restos biológicos. Se emplearán brochas, cepillos de diferentes durezas y escalpelos. A continuación se realizará otra limpieza por medios químicos mediante la aplicación de detergente neutro en agua desmineralizada mediante cepillo suave, aclarado y neutralización con agua desmineralizada. En los casos que sea necesario la eliminación de depósitos insolubles se realizará mediante la aplicación de papeta a AB-57 su posterior retirada, limpieza y neutralización con agua desmineralizada.
Tratamiento de intervenciones anteriores
Como paso previo a la adhesión de fragmentos será necesario eliminar los restos del adhesivo antiguo empleado en la restauración previa. También se intervendrá en los vástagos de refuerzo con el fin de asegurar su posición y en el caso del elemento de hierro se le aplicará tratamiento anticorrosión.
La reconstrucción de la escultura se hará mediante la adhesión con resina epoxi bicomponente de los fragmentos, y el empleo de sistemas de fijación de la posición hasta el total endurecimiento del adhesivo. En los casos que el volumen de la pieza lo requiera se insertarán espigas de fibra de vidrio como refuerzo de la unión.
La consolidación de los soportes pétreos se realizará con productos y métodos que no alteren las propiedades físico-químicas de los materiales ni la estética de la obra, y se llevará a cabo sólo donde se precise. La consolidación se practicará mediante impregnación de la zona e inyecciones teniendo cuidado de no manchar las zonas circundantes que no lo necesiten.
En las grietas y fisuras que requieran consolidación para asegurar su estabilidad, se empleará mortero de reintegración adecuado teñido en masa, previa limpieza y humectación de las superficies con agua destilada. La reintegración volumétrica de las pérdidas de materia se realizará con mortero de reintegración adecuado, materiales similares al original, teñido en masa previa limpieza y humectación de las superficies con agua destilada.
Por último, se aplicará una capa de protección final, realizada con hidrofugante sillico orgánico aplicado mediante brocha. Se protegerá con producto antigrafiti sin que se altere el aspecto de de las superficies.
Los orígenes de la cruz del arquillo
Sevilla está plagada de cruces, pero una llama la atención por encima de todas por su belleza, significado y por la leyenda que encierra. Esta cruz, que se integra perfectamente con la fachada plateresca del Ayuntamiento de Sevilla, se encuentra en la esquina que forman el arquillo y la entrada a la Sala Capitular baja, un espacio de gran belleza donde se reunía el cabildo de la ciudad. Fue restaurada entre los años 2012 y 2013, dentro de la segunda fase de recuperación de las fachadas renacentistas de la Casa Consistorial, tarea dirigida por la arquitecta María Dolores Robador.
Los orígenes de este monumento son inciertos. Una de las teorías asegura que se instaló en recuerdo del último auto de fe celebrado en 1703 por la Santa Inquisición en la Plaza de San Francisco, espacio principal de la ciudad, donde estuvo la Audiencia, que recibe el nombre del convento Casa Grande de San Francisco que se levantaba sobre la actual Plaza Nueva. El último vestigio de este convento es la capilla de San Onofre. Por ello es conocida como Cruz de la Inquisición o de Las Siete Cabezas.
Estudiosos como José Gestoso o Alfredo Morales Martínez, la identifican con otro luctuoso acontecimiento, como la epidemia de peste. Gestoso en su Sevilla Monumental y artística (año 1892,) dice: "La cruz del rincón fue trazada por D. Demetrio de los Ríos sustituyendo a la antigua, del más pésimo gusto, según consta de dicha memoria; la cual según tradición fue colocada en memoria del solemne voto que hizo la ciudad en la calamitosa época de la terrible epidemia sufrida á fines del siglo XVI".
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