El palacio de don Fadrique renace en Santa Clara
Patrimonio
La última campaña de control arqueológico ha sacado a la luz un paño de yesería y ha descubierto la cabecera de una capilla bajo la iglesia
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La historia no para de aflorar en el antiguo cenobio. Las obras que está realizando la Archidiócesis de Sevilla en la iglesia han sacado a la luz un nuevo paño de yeserías del palacio de don Fadrique. El equipo de arqueólogos dirigido por Miguel Ángel Tabales ha localizado un fragmento de tres metros del friso ornamental de yesería del antiguo palacio del infante en lo que es hoy el coro del templo. Este paño decoraba originalmente la nave norte de este magno edificio, fechado en torno a 1252, junto a la famosa torre y otras dependencias del conjunto palatino, que poco después fueron reconvertidas como convento, y que fue el primer edificio cristiano construido en la ciudad tras la reconquista y el más antiguo en de la arquitectura mudéjar.
Desde que el Ayuntamiento adquiriera en propiedad de la mayor parte del Real Monasterio de Santa Clara –el Arzobispado ha mantenido la titularidad de la iglesia y sus dependencias anexas– se han realizado diversas campañas arqueológicas coincidiendo con las fases de restauración y rehabilitación de las distintas zonas que han permitido afianzar las huellas de cómo era la gran residencia que don Fadrique, hijo del rey Fernando III y hermano del rey Alfonso X, construyó en esta zona de la ciudad. “Al inicio de nuestra intervención tan sólo se conocía la existencia de la esbelta torre que lleva su nombre y que hoy encontramos en el interior de los terrenos del convento. Sin embargo con las primeras catas murales y el comienzo del estudio de alzados pudimos comprobar la existencia de un nuevo edificio de tipo palatino, que aún hoy día se mantiene en pie enmascarado por la actual estructura conventual, y que adscribimos de forma bastante clara al propio infante don Fadrique. Las pistas nos las dieron el tipo de aparejo, de ladrillo colocado a tizón muy regular con gruesa llaga de mortero de cal que presenta hiladas de mechinales distribuidas uniformemente cada vara castellana atravesando el muro, y los espesores de los mismos, entre 1,10 y 1,20 metros, que son radicalmente opuestos al resto de los localizados en el edificio. La originalidad de la técnica empleada en su construcción es llamativa ya que no se han localizado hasta el momento fábricas latericias atizonadas de semejante espesor y buena ejecución en la Sevilla islámica o mudéjar. Otro argumento claro para la adscripción cristiana del palacio es la existencia de ventanales góticos tetralobulados”, señalan Pablo Oliva Muñoz y Miguel Ángel Tabales Rodríguez en el artículo De Palacio a Monasterio. Génesis y transformación del Real Monasterio de Santa Clara de Sevilla, publicado en la revista Arqueología de la Arquitectura.
El palacio se distribuye siguiendo una planta rectangular orientada de Norte a Sur que actualmente queda insertada en la parte Oeste del claustro del cenobio, la más próxima a la calle Becas. Tanto los testeros septentrional y meridional como el lateral occidental se conservan en perfectas condiciones llegando en algunas zonas a alcanzar los doce metros de altura, por lo que ocupan prácticamente todo el alzado del actual edificio. Por el contrario, el lateral oriental ha quedado destruido por la obra renacentista del claustro. “No obstante la estructura palatina parece quedar claramente dispuesta según un esquema islámico, precursor del mudéjar que se hará tan común en la ciudad años más tarde”, añaden Oliva y Tabales.
Una residencia muy ambiciosa y desafiante
El edificio que levanta don Fadrique es de considerables dimensiones. Es muy ambicioso. Sin ningún tipo de complejos, bebe de la arquitectura islámica, no como hace su hermano el Rey Sabio que se decanta por el gótico para levantar otros dos edificios coetáneos en el tiempo: el Palacio Gótico del Alcázar y las Reales Atarazanas. Don Fadrique se asienta en una zona de la ciudad con edificios musulmanes. Las excavaciones llevadas a cabo han constatado que estos inmuebles fueron destruidos. El complejo del infante contaría con el propio palacio, las huertas, la emblemática torre y, seguramente, algún tipo de cerca. “De la muralla no ha quedado nada, pero hay que estar muy atentos a las excavaciones que se puedan hacer en el perímetro. La delimitación no sería poca cosa. Este conjunto se podría calificar como desafiante”, explica Miguel Ángel Tabales a este periódico.
La construcción data del año 1252. El rey Fernando acaba de morir y, aunque la sucesión estaba clara en la figura de Alfonso, las relaciones no eran fáciles. Don Fadrique había sido enviado por su madre, la reina Beatriz de Suabia, a la corte del emperador en Italia para su promoción. Tras fracasar, regresó a Castilla y colaboró con su padre en las conquistas de Jaén y Sevilla. “Contaba con muchos seguidores. En 1255, la enemistad con su hermano el rey era más que notable y se tuvo que ir. Estuvo después al servicio del sultán de Túnez como mercenario varios años.”
Esta apresurada marcha deja el complejo palatino sin terminar. Así lo corroboran todos los hallazgos realizados en estos años. La yesería recién sacada está en bruto, sin decorar. “Tampoco hemos encontrado ningún indicio de pavimentos. Don Fadrique no llegó a vivir aquí. El palacio nunca fue habitado. La parte occidental y oriental no llegaron a levantarse”. Los arqueólogos sí han descubierto ahora que se llegó a construir la cabecera de una capilla que está justo debajo de la iglesia actual. “Está inacabada. Hemos hallado restos”, sostiene Tabales. Del conjunto se puede ver todo el ala sur, que está muy bien conservada, también la oeste, pendiente de restaurar, pero con la estructura intacta.
Tras la huída de don Fadrique, el rey cede el edificio a los Caballeros de Calatrava, pero se cree que no lo llega a ocupar. En 1289 se funda en el complejo de don Fadrique el convento de Santa Clara, el segundo más antiguo de Sevilla tras San Clemente, en la misma zona. “Las monjas se adaptan a lo que había. En el siglo XIV empieza la transformación que se alarga hasta el XVI, época de mayor esplendor. La iglesia se reforma en 1622”. Como advierte Tabales, aún queda mucho del palacio de don Fadrique por aflorar en Santa Clara.
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