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La nueva Plaza de la Magdalena: de los veladores exprés a la falta de autobuses

Las vallas retiradas el sábado han permitido la vuelta del tránsito peatonal a una zona que ha sufrido una gran transformación

Veladores en la renovada Plaza de la Magdalena. / Antonio Pizarro

La reforma de la Plaza de la Magdalena ha generado ríos de tinta desde que era sólo un proyecto en papel. Recién abierta al tránsito peatonal, y a falta de la instalación de mobiliario urbano, árboles y otros detalles, más allá del nuevo aspecto, este periódico ha podido pulsar a opinión de vecinos, comerciantes y hosteleros, que si bien se muestran satisfechos en líneas generales con la transformación, advierten de importantes carencias. Sobre todo, la eliminación de las dos líneas de autobuses que accedían a esta zona del centro. Por su parte, los bares de la zona muestran su asombro y rechazo al trato, según ellos favorable, que está recibiendo el hotel por parte del Ayuntamiento: "Todo son prebendas".

Las vallas que hasta ahora escondían la nueva Plaza de la Magdalena comenzaron a ser retiradas el pasado sábado, dejando a la vista un espacio completamente ganado para el peatón en el que, como ya se había advertido, destaca la solería gris y plana de granito. Este martes, la sorpresa ha sido ver instalados, según el Ayuntamiento aún sin autorización y a modo de prueba, hasta una veintena de veladores en el lado este de la plaza, donde se encuentran los dos edificios del hotel de lujo que se ha construido.

A simple vista, y a falta de la reurbanización completa, dos son las cuestiones que resaltan las personas consultadas por este periódico: la ausencia de autobuses y la merma en los aparcamientos destinados a las motos. "La peatonalización tiene sus cosas positivas, pero las personas mayores se quejan porque el autobús ahora les deja muy lejos y no tienen otras alternativas", señala María, de la Administración de Lotería La Herradura, en la calle San Pablo.

La nueva situación del aparcamiento para motos. / José Ángel García

Hasta el inicio de la reforma, las dos líneas que accedían hasta esta zona del Casco Antiguo llegaban hasta la misma plaza. Ahora, la parada final se encuentra en la calle Reyes Católicos, antes de la esquina con Marqués de Paradas, a bastante distancia de la Magdalena y el acceso a la zona más comercial de Sevilla. Bibiano Hijón, del bar La Flor de mi Viña, también advierte del perjuicio ocasionado: "Hemos perdido mucha clientela mayor que antes venía de Triana en autobús, se tomaba su café, daba una vuelta por el centro, se montaba otra vez en el autobús, y volvía a su casa".

La parada de taxis en el lateral de El Corte Inglés. / José Ángel García

A la imposibilidad para llegar en autobús hay que sumar la pérdida de plazas de aparcamiento para motos. Antes, la Magdalena disponía de tres pastillas para vehículos dos ruedas, además de otra en el acceso a la calle Rioja y una cuarta en la calle Méndez Núñez, paralela a la fachada lateral de El Corte Inglés. Ahora, hay una sola opción en San Pablo, donde antes se situaba la parada de taxis. Guillermo Sánchez, un arquitecto que trabaja en la zona, advierte de la situación: "Nos han quitado muchas plazas. Yo vengo todos los días en moto y si antes era complicado aparcar, ahora va a ser imposible. Miedo me da cuando se retome la actividad al cien por cien. No sé dónde vamos a dejar la moto y me temo que a Policía Local va a hacer su agosto con las multas".

Uno de los parterres que todavía están por plantar. / José Ángel García

Otra consecuencia de la reforma ha sido el traslado de la parada de taxis a la calle Méndez Núñez. Los taxistas tampoco se han mostrado muy conformes, aunque sí resaltaban algo positivo. "La parada ahora tiene menos visibilidad y capacidad. Apenas caben 6 coches y antes podría haber diez. Cuando estemos a pleno rendimiento no va a haber capacidad para absorber la demanda. La única ventaja es que ahora estamos a la sombra. Pero en general tengo que decir que a nosotros no nos tienen en cuenta para nada", explica Francisco.

Lo que más sorpresa ha deparado es la rapidez con la que se han colocado los veladores. Incluso con los establecimientos todavía cerrados. Así lo advertía Francisco, un feligrés de San Pablo: "¿Dónde está el uso y disfrute de los ciudadanos? ¿Se ha peatonalizado para privatizar este espacio en exclusiva para el hotel? La ciudad cada vez le pertenece menos a sus vecinos".

La fuente barroca rodeada por una solería de losas de Tarifa. / José Ángel García

"Quien tiene el dinero es quien manda"

Los bares de la calle José de Velilla e Itálica han sufrido especialmente el desarrollo de una obra que todavía les afecta. Los responsables de La Flor de mi Viña, Bibiano Hijón; y de La Sevillanía, José Sánchez Díaz, denuncian la "apropiación" de parte de la calle. "Han puesto un bolardo para que no se pueda pasar. Tienen su almacén de obras en el tramo de José de Velilla que sale a la plaza, entre los dos edificios. Es de facto una privatización de la calle, porque pondrán ahí sus veladores y a la gente le dará reparo pasar".

Estos hosteleros, como insiste Hijón, lamentan las trabas y dificultades que tienen para poner hasta una mesa alta y las multas y batidas que han tenido que padecer: "Se nos dice que esta calle es de evacuación para no dejarnos los veladores. Hasta nos obligaron a quitar un rótulo vertical. Ahora el hotel ha puesto uno. A ver qué pasa. Es que han puesto hasta una marquesina entre los dos edificios. Está claro que los veladores y las facilidades son para quien tiene dinero. Aquí no ha cambiado nada".

La terraza provisional instalada este martes en la Plaza de la Magdalena. / Antonio Pizarro

José Sánchez lamenta que al final el pequeño hostelero local es quien tiene las de perder. Con la inutilización del tramo de José de Velilla, los coches del único aparcamiento de la calle deben entrar por la calle Itálica, dónde tiene su negocio y sus veladores que tiene que quitar: "Tienen la calle como almacén y será lo último que se lleven. El hotel hace lo que le da la gana, mientras que nosotros para que nos concedan dos mesas tenemos que pedir muchos permisos".

En cualquier caso, los dos hosteleros se muestran confiados en que la apertura del hotel, a pesar de "los favoritismos", será beneficiosa para todos: "Le dará más vida a la zona". Otro hostelero de la zona, David Hermosilla de Le Petit Café, abunda en esta línea y prefiere quedarse con lo positivo. "Yo creo que al final va a ser bueno. A la plaza le hacía falta esto. A mí me gusta. Sí es verdad que está el problema del autobús. Muchos clientes me preguntan dónde se puede coger. Habría que buscar una alternativa", sentencia.

Dentro de unas semanas, cuando se terminen las tareas, se verá el resultado de una obra que ya empieza a mostrar sus cuestiones positivas y negativas. También falta por restituir la placa de Martínez Montañés, único vestigio del pasado de la Magdalena.

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