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La hora del Cenador de Carlos V

El Real Alcázar de Sevilla ya trabaja para licitar la restauración del icónico pabellón reformado para la boda del emperador

La intervención determinará si hay enterramientos en el subsuelo y si su origen es islámico o mudéjar

Detectan restos arqueológicos en el subsuelo del Cenador de Carlos V del Alcázar de Sevilla

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El Cenador de Carlos V. / José Ángel García

Una restauración muy necesaria que despejará muchas incógnitas. El Cenador de Carlos V es uno de los elementos más reconocibles de los jardines del Real Alcázar y al mismo tiempo presenta un estado de conservación muy deficiente que lo mantiene cerrado desde hace algunos años y que ahora se va a revertir. De cara a los 500 años de la reforma que le dio el aspecto y el uso recreativo, los responsables del monumento ya trabajan en el proyecto de rehabilitación integral del icónico espacio que además debe servir para determinar su adscripción islámica o mudéjar. Estos trabajos determinarán también mediante las excavaciones y las labores arqueológicas si existen enterramientos en el subsuelo, como ha apuntado un reciente estudio realizado con un georradar y si pertenecen a antiguos reyes musulmanes de la ciudad.

“Ahora mismo estamos en fase de elaboración del proyecto y posterior licitación para su inminente restauración. No podemos hablar de plazos porque el proyecto se debe definir. Es muy evidente que hay que revisar la estructura y asegurarnos de que está bien. Y hay que restaurar el riquísimo artesonado que se va a conservar al 100%”, ha explicado a este periódico Andrés Luque, alcaide del Real Alcázar.

Recientemente se han realizado unos sondeos con georradar en el Cenador que han detectado posibles vestigios arqueológicos en el subsuelo del pabellón. Así lo manifestó Pablo Longoria, director en España de la World Monuments Fund, entidad que se ha encargado de financiar estos trabajos, en una entrevista en Canal Sur Radio. La intervención integral que se realizará próximamente debe confirmar estos extremos. Para ello se realizará la excavación y los sondeos previos a cualquier intervención y que permiten conocer mejor la historia y el propio edificio. Se hará un corte exterior y si lo permite la fuente central y si se puede retirar se aprovechará para profundizar en el interior.

El fabuloso Cenador de Carlos V. / José Ángel García

Longoria, en esas declaraciones señalaba que en el subsuelo analizado había 3.000 años de historia y no sólo enterramientos, pues las lecturas arrojaban que había restos de distintas épocas hasta cuatro metros de profundidad. “Se ha hecho un estudio con georradar que ha determinado que hay unos restos compatibles con enterramientos. Eso se tendrá muy en cuenta, pero que sean compatibles no significa que los haya. Los puede haber. No podemos especular hablando de un cementerio real mientras no se excave”, advierte Luque Teruel.

El alcaide del Alcázar destaca que lo importante es la restauración de un bien cultural muy relevante que puede ser un qubba islámica. La excavación permitirá comprobar si tiene un origen islámico o es una construcción mudéjar que es transformada en siglo XVI añadiéndole un pórtico, unos alicatados de cerámica y una destacada solería, entre otros elementos. Estas modificaciones están bien datadas por las fuentes documentales en época imperial (1525).

Detalles de las yeserías y la cerámica renacentista. / José Ángel García

Esta actuación que coincide con celebración de la boda de Carlos V e Isabel de Portugal en el propio Alcázar conlleva ese cambio de uso en el inmueble, pasando a ser un pabellón de recreo dentro del paseo de los jardines. Los especialistas interpretan que el espacio central era una qubba que en el mundo islámico suele estar destinada a los enterramientos, aunque también las hay con otros usos. “La qubba es el modelo que se utiliza en determinadas casas mudéjares para los salones. Es un sistema estructural. Por ejemplo, la qubba islámica va a pasar a ser la capilla de enterramiento de las iglesias mudéjares: la de la Soledad de San Lorenzo, la primitiva de la Esperanza en San Gil, la ahora sacramental en Santa Ana, la antigua de la Piedad en Santa Marina... en origen eran enterramientos. Eran capillas de familias pudientes que descansaban próximas al enterramiento del cuerpo de Cristo. Dentro de la iglesia sólo está el cuerpo de Cristo, fuera pero muy pegado, las familias más notables”, incide Luque Teruel.

Un turista pasea ante el Cenador de Carlos V. / José Ángel García

El alcaide no quiere hablar de plazos para esta restauración tan importante en un estructura antigua que además debe revelar muchos de sus secretos, aunque en el horizonte está el año 2026, cuando se cumplen los 500 años de la boda imperial y habrá actos conmemorativos. “No hay que tener prisa. Si puede estar para 2026, mejor. Sino hubiese ningún problema y dado que este proyecto ya está en marcha debería estar como mínimo en 2025”, concluye.

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