Un frustrado monumento a Cervantes en Sevilla y el enigma de unos sobres lacrados
El escritor Rafael Raya Rasero encuentra en la biblioteca de la Universidad de Sevilla la documentación de Luis Montoto sobre la celebración del III centenario de la muerte del escritor en 1916
Un concurso que sigue a la espera de ser resuelto más cien años después. La ciudad de Sevilla convocó en el año 1916 un certamen para instalar un monumento a Miguel de Cervantes en el tercer centenario de su muerte. En esa iniciativa, impulsada por Luis Montoto, participaron todos los estamentos de la ciudad y quedaron para la posteridad los azulejos cervantinos que felizmente se encuentran restaurados y recuperados en numerosos espacios. Pero de aquella efemérides debía legarse a la posteridad un busto del escritor que debía instalarse en un lugar simbólico y que saldaría una cuenta pendiente con la historia. Pero esta iniciativa fue declarada desierta, pese a que hasta seis escultores presentaron sus proyectos. Más de cien años después, han aparecido entre la correspondencia y los documentos de Luis Montoto que custodia la Universidad de Sevilla los sobres todavía lacrados con los nombres de los autores que se presentaron. Varias son las incógnitas que ahora surgen: ¿quiénes son estos artistas? y ¿por qué se declaró desierto el concurso?
Rafael Raya Rasero, escritor y miembro de la Asociación Internacional de Cervantistas, es la persona que ha encontrado entre los legajos de Luis Montoto toda la documentación relativa al tercer centenario de la muerte de Cervantes. Tras escribir el libro Sevilla en dos aniversarios cervantinos: 1916-2016, había retomado sus investigaciones sobre el Príncipe de los Ingenios: “En la biblioteca de la Universidad de Sevilla se conserva el legado de Luis y Santiago Montoto. Toda su correspondencia. Mi objetivo era recuperar los textos de las placas que están desaparecidas para poner reponerlas, pero me topado con otros documentos relacionados con el tercer centenario que son de mucho interés. Como todos los relacionados con la idea de Montoto en hacerle un monumento digno a Cervantes”.
En el año 1916 se crea una Junta Provincial para la conmemoración del III centenario de la muerte padre del Quijote. Este organismo, cuyo acta de composición ha sido encontrada por Raya Rasero, estaba presidido por el gobernador civil y en él estaban representado todos los estamentos de la ciudad. Uno de sus acuerdos fue la de colocar las lápidas cervantinas, pero además, se convoca este certamen para instalar un busto y una placa en la calle Bayona, actual Federico Sánchez Bedoya. “Allí estuvo la posada de Tomás Gutiérrez, un establecimiento de lujo en su época. Él era amigo de Cervantes y lo aloja cuando viene a Sevilla. La junta decide que el busto se instale en ese lugar al ser significativo en la historia cervantina de la ciudad”.
Al concurso son convocados los escultores nacidos o con residencia en Sevilla y se designa a un prestigioso jurado, compuesto por académicos y personas de prestigio artístico que debía designar el ganador. Las bases, rescatadas también por Raya Rasero, detallan que el busto debe basarse en el retrato que se conservaba en la Real Academia de la Lengua de Madrid. Los concurrentes debían presentar su boceto en barro o escayola con un lema y acompañado de un sobre lacrado que escondería el nombre del autor. El premio sería de dos mil pesetas. La sorpresa de Rafael Raya ha sido que entre todos los documentos ha encontrado los sobres todavía sin abrir de los escultores que se presentaron. “Es muy significativo que se hayan conservado lacrados. El concurso lo declararon desierto sin más explicaciones, lo que provocó numerosas protestas”.
El total desacuerdo de Gustavo Bacarisas y Adolfo López
Una de ellas, también encontrada ahora, es la carta que enviaron Gustavo Bacarisas, presidente de la sección de Bellas Artes del Ateneo de Sevilla; y Adolfo López, académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla, mostrando su total desacuerdo con la decisión. En esa misiva, se muestran sorprendidos “por el extraño e inusitado procedimiento adoptado para dar por terminado el concurso, declarándolo desierto”.
Bacarisas y López explican que atendiendo a la invitación “han estudiado con imparcialidad y detenidamente” los trabajos presentados, hallando merecedor del premio al llamado Manco “por reunir la condiciones exigidas, estar ejecutado con buena técnica escultórica, y mostrar una artística e interesante composición”. Además, lamentan el trato despectivo que se les ha dispensado y censuran que se haya “desautorizado” su criterio después de haberse dado a conocer sus nombres en la prensa, considerando que su competencia artística “quedaba maltrecha” por ello.
Además de Manco, el elegido como ganador por el jurado, los otros sobre lacrados llevan por lemas El Caballero de la Blanca Luna, Lepanto, Hispalis, Bronce y un último sin lema visible que está abierto y firmado por el escultor José Ordóñez.
Nada se sabe de qué fue de los bocetos realizados por los artistas, pero Rafael Raya defiende que abrir estos sobres permitiría desarrollar una línea de investigación. “Yo sospecho que el busto que se conserva en la Real Academia de Buenas Letras viene de aquí, pero no sabemos nada”.
Más de cien años después de convocarse aquel concurso, los nombres de los escultores que se presentaron permanecen ocultos dentro de unos sobre lacrados a la espera de salir a luz. Posteriormente, en 1974, se inauguraba el monumento a Cervantes junto a la cárcel real en la que estuvo preso.
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