Las claves de la atribución a Velázquez de la Inmaculada de la Magdalena

Los técnicos del IAPH han confirmado que la pintura de la Parroquia de la Magdalena es obra del genio universal, que la habría realizado cuando se formaba en el taller de Pacheco

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Las claves de la atribución a Velázquez de la Inmaculada de la Magdalena

Sevilla cuenta con una nueva pintura de Velázquez. Un hecho muy relevante, puesto que la ciudad que vio nacer al genio de la pintura en 1599 sólo conservaba hasta ahora cinco de sus obras. Dos se encuentran en el Museo de Bellas Artes: una cabeza de Apóstol cedida en depósito por el Museo del Prado y el retrato de Cristóbal Suárez de Ribera, realizado originariamente para la Hermandad de San Hermenegildo. Otras tres, están en el Centro Velázquez de la Fundación Focus: la Santa Rufina, una Inmaculada, y La Imposición de la Casulla a San Ildefonso. La incorporación de la Inmaculada con el Niño de la Magdalena a este breve catálogo es de una gran importancia. El IAPH ha atribuido la autoría de esta obra con fundamento al Velázquez aprendiz del taller de Pacheco. Estas son las claves que han llevado a Patrimonio a determinar la autoría.

Los técnicos del IAPH durante la conferencia ofrecida en la noche del martes.
Los técnicos del IAPH durante la conferencia ofrecida en la noche del martes. / M. G.

La investigación multidisciplinar en torno a la pintura ha consistido en unos importantes estudios históricos, análisis químicos y fotográficos con analogías con otras obras de Velázquez, como la Epifanía o Adoración e los Reyes Magos, sus otras Inmaculadas o el Retrato de niña o joven Inmaculada, también de su etapa sevillana y conservada en Madrid. Igualmente se ha comparado con otros lienzos salidos de la mano de Pacheco.

Los trazos más largos y con más empaste

Detalle de la Virgen y el Niño.
Detalle de la Virgen y el Niño. / M. G.

Los técnicos del IAPH se han detenido en las técnicas que Velázquez repitió en toda su trayectoria y que se observan en esta pintura de la Inmaculada. Como la manera de crear los contornos para crear volúmenes. Algo que Velázquez realizaba con una pincelada más larga con más empaste en su final. También resaltan el blanco tan característico que siluetea sus figuras.

Una pintura evolucionada y mucho más moderna

El naturalismo de la pintura de la Magdalena.
El naturalismo de la pintura de la Magdalena. / M. G.

Si algo tenían claro los investigadores del IAPH es que la Inmaculada con el Niño de la Magdalena no había sido pintada por Francisco Pacheco, como habían apuntado algunos historiadores. Así también lo refrendaron los conservadores del Museo del Prado que han podido ver la pintura con detalle. En la comparación con otras obras, el naturalismo de ambas imágenes se aleja de las formas propias de Pacheco, o incluso el tratamiento de los ropajes, en sus volúmenes y en sus pliegues acercan de una manera más clara a Velázquez. En palabras del historiador Gabriel Ferreras se trata de "una evolución. Más moderna. Es mucho más naturalista. De una calidad muy superior".

La forma de la luna

Arriba, una esfera de Pacheco. Abajo, la pintada por Velázquez.
Arriba, una esfera de Pacheco. Abajo, la pintada por Velázquez. / M. G.

Además, Pacheco en sus Inmaculadas pinta de una manera mucho más acusada la luna en cuarto creciente. Velázquez representa esta esfera de una manera mucho más transparente.

La forma de representar las estrellas

A la izquierda, las estrellas de Pacheco. A la derecha, las de Velázquez.
A la izquierda, las estrellas de Pacheco. A la derecha, las de Velázquez. / M. G.

Los tejidos a modo de pañal que cubren al Niño son también asociables a los que figuran en la Adoración de los Magos, de Velázquez. Otro elemento que lo separa de su maestro son las estrellas. Pacheco las hacía de seis u ocho puntas; Velázquez, al modo de puntos de luz como se ve claramente en la obra de la Magdalena.

Similitudes entre los personajes

El niño de la Inmaculada y la Inmaculada Niña, pintada años después.
El niño de la Inmaculada y la Inmaculada Niña, pintada años después. / M. G.

Velázquez tomaba los rostros del natural. No los idealizaba, como hacía su maestro. Se observa en detalles como la forma del pelo. Esto se ve claramente en las figuras del Niño de la Inmaculada de la Magdalena y de la Inmaculada Niña que pintaría años después. Ambas obras pertenecen a su etapa sevillana. La primera, realizada aún siendo aprendiz. Los historiadores sostienen que se trata de la misma persona.

¿Una firma camuflada?

La firma "camuflada" en el galeón.
La firma "camuflada" en el galeón. / M. G.

Ferreras apunta que Velázquez pudo firmar su obra en el galeón español que se pierde en el fondo de la pintura. La restauradora ha señalado que se dieron cuenta que presentaba un fallo grave de perspectiva que no se da en el resto de la pintura. ¿Es algo intencionado? Al verlo con detenimiento los técnicos atisban a ver cómo las velas y mástiles forman el anagrama D D V, iniciales en las primeras firmas de Velázquez. Y es que en su etapa sevillana firmaba sus obras de este modo: DD Velázquez.

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