Sevilla descubre una nueva pintura de Velázquez
Los técnicos del IAPH han confirmado la atribución de la Inmaculada de la Parroquia de la Magdalena al genio universal, que la habría realizado cuando se formaba en el taller de Pacheco
Las claves de la atribución a Velázquez de la Inmaculada de la Magdalena
¿Cómo ha llegado un Velázquez a la Parroquia de la Magdalena de Sevilla?
La Inmaculada con el Niño legada por Soledad de Rojas a la Parroquia de la Magdalena se puede atribuir a Velázquez. Se trata de una obra que el célebre pintor sevillano habría realizado cuando estaba en el taller de Pacheco, quedando, por tanto, descartada la autoría de éste.
A esta conclusión han llegado los técnicos del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), que restauraron en 2021 el lienzo y que han realizado importantes análisis científicos y comparativos sobre el mismo. En la noche de este jueves, los responsables de la intervención han ofrecido los datos más importantes de los estudios en una conferencia ofrecida en la parroquia.
El resultado es claro: se puede apuntar al genio de la pintura universal en su etapa de aprendizaje. Sevilla cuenta, por tanto, con una nueva obra de uno de sus hijos más célebres.
Había mucha expectación entre los feligreses de la Magdalena y entre los amantes del arte y el patrimonio sevillano por conocer los resultados de la investigación que el IAPH ha realizado sobre el lienzo que se expone habitualmente en el coro alto del templo, adaptado hace unos años como espacio expositivo. La Inmaculada de la Parroquia de la Magdalena, una posible atribución a la luz de la investigación e intervención del IAPH es el nombre de la conferencia que han pronunciado Gabriel Ferreras, historiador; Eva Claver, conservadora-restauradora; y Cristina García, química.
El desenlace, como ha argumentado Ferreras, es que la pintura se puede atribuir a Velázquez y no a su maestro Pacheco, como también han corroborado algunos conservadores del Museo del Prado que han podido verla con detalle. Aunque el historiador ha dejado claro que se trata de eso, de una atribución más que plausible por los análisis realizados, entre ellos los comparativos con otras obras de Velázquez, como la Epifanía, sus otras Inmaculadas o el Retrato de niña o joven Inmaculada, también de su etapa sevillana y conservada en Madrid. Igualmente se ha comparado con otros lienzos salidos de la mano de Pacheco.
"Esta pintura no tiene nada que ver con las Inmaculadas de Pacheco. Es una evolución. Más moderno. Es mucho más naturalista. De una calidad muy superior. Creemos que se realizó por Velázquez en los años 1615-1616, cuando era aprendiz de Pacheco. Todavía no era maestro, se examinó en 1617. No se había casado con Juana Pacheco. No había abierto tienda en la Alameda, lo hizo en 1618", ha explicado Ferreras.
Además de esa concepción tan naturalista que se aleja de Pacheco, vista tanto en la Virgen como en el Niño, el tratamiento de los paños, la ingravidez que muestra la Virgen, o el perfecto uso de la perspectiva; los técnicos del IAPH se han detenido en las técnicas que Velázquez repitió en toda su trayectoria y que se observan en esta pintura. Como la manera de crear los contornos para crear volúmenes. "Algo que Velázquez realizaba con una pincelada más larga con más empaste en su final".
Los análisis de los pigmentos han confirmado que son los que estaban en uso en la época en la que realizó el cuadro. Todos salvo el "azul de Prusia" presente en la guirnalda de flores que se ha confirmado como un repinte del siglo XVIII. Sólo hay un pigmento en el cuadro, el verde de calderillo, que no utiliza Velázquez en el resto de sus obras. Aunque los investigadores creen que su empleo se debe a la recomendación del maestro Pacheco, que así lo recoge en su tratado. La restauradora ha confirmado que en un momento determinado se intentó eliminar de manera burda esta cenefa que enmarca a la Virgen y al Niño.
Ferreras ha apuntado incluso a que Velázquez pudo firmar su obra en el galeón español que se pierde en el fondo dela pintura. La restauradora ha señalado que se dieron cuenta que presentaba un fallo grave de perspectiva. Pero al verlo con detenimiento, ha abundado Ferrera, han visto como las velas y el mástil crean un anagrama: DDV (Diego de Velázquez). Y es que en su etapa sevillana firmaba sus obras de este modo: DD Velázquez.
Los técnicos ya habían apuntado en su momento que la obra era de un nivel excepcional y que salió del obrador de Francisco Pacheco, suegro y maestro de Velázquez. En el momento en que se realiza el cuadro hay varios autores excelentes trabajando con Pacheco: Velázquez, Alonso Cano o Francisco López Caro. El cuadro presenta una iconografía muy rica. Con las letanías y los salmos. Algo que manda hacer Pacheco como tratadista y su discípulos lo representan.
El lienzo presentaba un alto grado de degradación en los estratos pictóricos fruto de una restauración anterior muy agresiva en la que se intentó eliminar la orla de flores. Los trabajos del IAPH, dirigidos por Lourdes Núñez, consistieron en hacer una consolidación del soporte, de los estratos pictóricos, una limpieza para eliminar la gran cantidad de repintes que ocupaban prácticamente toda la superficie y el polvo acumulado; la reintegración de la preparación y de película pictórica; y la aplicación de una protección final para restablecer su cromatismo y sus valores estéticos.
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