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En busca de la decoración perdida de la Giralda

Patrimonio

Arranca la restauración de esta fachada de la torre cuya decoración estuvo visible, al menos, hasta mediados del siglo XIX

Los trabajos durarán once meses y cuenta con un presupuesto de más de 800.000 euros

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Los andamios vuelven a la Giralda para la restauración de la cara norte / Antonio Pizarro

Un gran andamio de 90 metros cubrirá la cara norte de la Giralda durante los próximos 11 meses. En la mañana de este lunes se ha comenzado a montar esta gran estructura que servirá para restaurar de manera minuciosa esta fachada del campanario de la Catedral. Esta intervención quedó pendiente en el año 2020 y se retoma ahora gracias a la disponibilidad económica del Cabildo tras la vuelta masiva de los turistas. La inversión es de 800.000 euros, y el reto es mayor que en las otras tres ya tratadas por los restos pictóricos que puedan quedar. La sensibilidad y el respeto a la historia también han de extremarse.

La inversión para restaurar la fachada norte de la Giralda, la que mira a la calle del Cardenal Carlos Amigo, prácticamente iguala la empleada en las otras tres. El motivo es sencillo. En ella se aplicarán todos los conocimiento adquiridos desde que en 2017 comenzaron los trabajos en su lado oeste, elegido en primer lugar por dar al interior del Patio de los Naranjos. Además, la cara norte es la más interesante porque es la que menos alteraciones ha sufrido por la lluvia. Si en las primeras actuaciones ya salieron a la luz restos de la decoración de época almohade, cuando el alminar de la mezquita estaba coloreado en almagra, ahora también pueden aparecer restos de la decoración, sobre todo de la llevada a cabo por Domingo Martínez en el siglo XVIII.

El andamio que se instala en la Giralda. / Antonio Pizarro

Con su llamativo y hoy inimaginable color almagra, la Giralda había sido sometida a una profunda transformación en el siglo XVI. Tras suplementarse con el campanario, el proyecto de Hernán Ruiz se remató con la instalación del Giraldillo y con los frescos de Luis de Vargas, que a finales de 1565 estaban ya avanzados o, al menos comenzados. El programa iconográfico de Vargas estaba ejecutado para exaltar a la Iglesia sevillana. La ornamentación quedó determinada por 75 obras, como señala el artículoPretender ser lo que fue: Domingo Martínez y la restauración de las pinturas murales de la Giralda, del que son autores Elena Escuredo y Enrique Muñoz, investigadores de la Universidad de Sevilla.

En la zona superior, bajo el cuerpo de campanas, los ocho arquillos ciegos de cada una de las caras se decoraron con los apóstoles, evangelistas, doctores de la Iglesia y varios santos mártires y confesores de la diócesis hispalense. En el cuerpo medio, los arcos ciegos situado a ambos lados del tercer y del quinto balcón quedarían ocupados por figuras, algunas sedentes, que se han interpretado por los historiadores como evangelistas. Finalmente, en la zona inferior de la fachada norte, mirando hacia la calle Placentines, se disponían emparejados las santas Justa y Rufina y los santos Isidoro y Leandro, y bajo el primer balcón, en un tondo más menudo, había una escena con el martirio de San Hermenegildo. Asimismo, en el interior del arco polilobulado del primer balcón existía un fresco en el que podía distinguirse un crucificado entre la Virgen y San Juan Evangelista.

David Roberts, Vista de la Giralda (detalle), 1833. / M. G.

Tras casi dos siglos, los frescos de Vargas se encontraban en muy mal estado y el Cabildo, tras darle muchas vueltas al asunto, como resaltan los autores de esta investigación, acuerdan una intervención pictórica por parte de Domingo Martínez que, en principio iba a ser respetuosa con los restos renacentistas que quedaban.

Los autores explican que se desconocen las peculiaridades que rodearon a la intervención de Domingo Martínez, pero aluden al testimonio del Conde del Águila en la segunda mitad del XVIII señalando que las pinturas de Vargas habían desaparecido, conservándose las de Domingo Martínez. En una pintura realizada por David Roberts en 1833 se aprecia perfectamente la decoración de los medios puntos de la fachada norte y otras figuras.

Cuando Fernández Casanova interviene en la torre, deja junto a José Gestoso una serie de textos en los que muestra su voluntad de devolver a la torre a su estado original inicial, eliminando así lo poco o nada que pudiera quedar de la pintura mural que un día la decoró. Alfonso Jiménez, maestro mayor honorífico de la Catedral, concluyó sobre esta cuestión que los frescos renacentistas, a excepción de los medios puntos en la cara norte, fueron eliminados aprovechando la operación de “mejora” de mármoles acometida por Casanova.

Jean Laurent, Vista de la Giralda (detalle), h. 1880-1886. / M. G.

La actuación que ahora arranca servirá para comprobar gracias este gran andamio, cuánto queda de las distintas decoraciones que la Giralda ha tenido a lo largo de su historia: la almohade, la renacentista de Luis de Vargas y la restauración de Domingo Martínez. En esta intervención en la cara se va a aprovechar también para revisar, y reparar si fuera necesario, todo el sistema de sujeción de las campanas.

Estos trabajos no serán las últimas en la Giralda, puesto que el Cabildo, dentro de su programa de mantenimiento preventivo, tiene también previsto actuar tanto en el interior del monumento como en su remate renacentista y en el Giraldillo.

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