La apasionante vida de película del asistente Olavide
Trabajó para modernizar una Sevilla que permanecía en muchos aspectos anclada en la Edad Media
Uno de los hitos fue la creación hace 250 años del primer plano geométrico de la ciudad
Olavide, el ilustrado que puso a Sevilla en el ‘mapa’
Una de las figuras más importantes de la Sevilla del XVIII. El asistente Pablo de Olavide y Jáuregui fue tan relevante en la ciudad que le tocó gobernar como desconocido es en la actualidad. Este controvertido regidor, que siempre vivió envuelto en la polémica, propició una transformación de la ciudad gracias a su mentalidad ilustradas. Muchos son sus logros. Uno de los más relevantes fue la creación del primer plano geométrico de Sevilla, una ciudad que hasta ese año de 1771 sólo se podía conocer gráficamente a través de las tradicionales vistas o perspectivas que mostraban los lugares de la urbe más próximos al río Guadalquivir, siempre protagonista de estas pinturas o grabados. En estos día, la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y el Ayuntamiento han organizado una serie de actos y conferencias para recordar y dar a conocer la obra del asistente que fue juzgado por la Inquisición y que tuvo que exiliarse.
“Pablo de Olavide llega a Sevilla en 1767 cuando lo nombran asistente, un cargo similar al del alcalde, pero con más atribuciones, ya que tenía también poderes judiciales y ostentaba la representación del rey en la ciudad. Desde el primer momento vio la necesidad de contar con este mapa, que es el primer plano geométrico de la urbe. Madrid y otras ciudades contaban ya con ellos”, explica la historiadora Reyes Pro, comisaria de la exposición sobre Olavide que se puede ver en la Alameda de Hércules.
Pablo de Olavide nació en Lima, virreinato del Perú, en 1725 y contaba con ascendencia sevillana. Desde joven contó con cargos de responsabilidad en la colonia española, generándole problemas que fueron el detonante último de su traslado a España, como señala la historiadora: “Era una persona muy eficaz en su trabajo, pero no siempre se ajustaba a lo que dictaminaban las normas ni seguía los procedimientos administrativos.En 1752 vino a España y tuvo que afrontar un proceso judicial por esas irregularidades”. Olavide, una persona de gran inteligencia y aspiraciones, no dejó pasar la oportunidad de casarse con Isabel de los Ríos, una viuda rica. Gracias de este matrimonio logró que le fueran perdonadas sus actuaciones pasadas y pudo ingresar como caballero en la Orden de Santiago, una institución que le permitió volver a ser relevante.
La llegada a Sevilla
Olavide pasó tiempo viajando por toda Europa. En Francia, tuvo la oportunidad de conocer a los ilustrados, como Voltaire, a quien profesaba una gran admiración y con el que mantuvo una amistad y frecuente correspondencia. “Las ideas que él ya tenía se afianzaron mucho más. Cuando volvió a España en 1766 el Conde Aranda, ministro de Carlos III, lo conoció y decidió apostar por él. Le pidió que se encargara de la construcción del Hospicio General de Madrid. Una tarea que realizó con suma eficacia”.
Por su buen trabajo, el Conde de Aranda le va a encomendar una triple cargo. Lo nombra intendente de los reinos de Andalucía, con responsabilidad en cuestiones de defensa; asistente de Sevilla; y le encarga la importante tarea de la repoblación de las poblaciones de Sierra Morena y otras zonas de Andalucía.
“Durante 9 años, de 1767 a 1776 compaginó esos cargos. Residió en el Alcázar. En la ciudad mantuvo una importante tertulia en la que se hablaba de muchos y variados temas. También había conciertos y lecturas teatrales, que era su gran pasión. Olavide pensaba que el teatro era un gran medio para educar a la población y llevarles hacia una mentalidad más abierta. Él mismo escribió alguna obra”, sostienen Reyes Pro.
Olavide era un ilustrado reformador, no llegaba a la categoría de revolucionario, pero ello no fue óbice para que encontrara cierta resistencia en la ciudad que le tocó gobernar. Una frase suya sobre Sevilla es muy definitoria en este sentido: “Si difícil es conocerla, más difícil es gobernarla”. No obstante, mantuvo una buena relación con el cardenal Solís o con el Duque de Medina Sidonia.
Tras su llegada a Sevilla promulgó la primera ordenanza de limpieza, que obligaba a adecentar las calles una vez a la semana. Modernizó la ciudad en muchos aspectos urbanísticos. “No pretendió nunca desbaratar la trama existente, eran actuaciones puntuales, como la llevada a cabo en el barrio de la Laguna, donde se dispusieron unas calles rectas. También abrió la zona de la Alcaicería de la Seda, zona de la actual Hernando Colón). Se eliminaron muchos arquillos y recovecos, pero no fue una transformación total”.
El choque con ciertos estamentos de la ciudad
Con las nuevas ordenanzas y disposiciones fue chocando con algunos estamentos de la ciudad, de una mentalidad más arcaica. “Algunos eclesiásticos y nobles vieron estas reformas con recelo porque iba en contra de sus intereses económicos”. Su caída en desgracia fue detonada por unos frailes que tenían una mentalidad muy integrista. “Le acusaron ante la Inquisición de tener libros prohibidos. Un pretexto muy obvio contra un ilustrado. Se le hizo un autillo de fe a puerta cerrada. Fue la manera que encontraron para quitarle el poder. Olavide había hecho muchas reformas que se habían dispuesto desde el Gobierno central que aquí no gustaron”.
Gran impopularidad le provocaron las medidas aplicadas a las cofradías. Unas disposiciones que provenían del Estado y del alto estamento eclesiástico. “Él no estaba en contra de las cofradías, pero eso unido a que había ido contra los intereses económicos de algunas clases sociales le llevó a caer en desgracia”, subraya Reyes Pro.
En 1776, Olavide fue recluido en un monasterio. Tras alegar problemas de salud logró huir a Francia. Allí tuvo problemas con los revolucionarios y acabó en la cárcel. “Quiso volver a España y escribió la obra El Evangelio en triunfo, que quería significar como su conversión, pero ahí incluye su ideario político o administrativo. Ya a finales del siglo XVIII, con Carlos IV en el poder, se le volvió a tener, pero no quiso ninguna responsabilidad. Se retiró a Baeza y allí murió en 1803. Está enterrado en la parroquia de San Pablo”.
El primer plano geométrico de Sevilla
De toda la obra que Olavide hizo en Sevilla, destaca la nueva ordenación mediante cuarteles, barrios y manzanas. Quería racionalizar la configuración y poner orden en el caótico nomenclátor. Todo ello va de la mano de la creación del primer plano. “Recoge todo el conjunto de la ciudad, aunque hay zonas de extramuros que no están muy bien descritas. Es un plano de conjunto y geométrico. Hasta entonces nos se había hecho nada igual. No se conocía la disposición de las calles”.
Técnicamente, el plano está muy logrado. Fue levantado y delineado por Francisco Manuel Coelho y grabado por José Amat, empleado de la Casa de la Moneda. Identifica hasta 211 lugares –puertas, calles, plazas, parroquias, conventos y edificios notables– localizados en sus laterales mediante claves numéricas. Su demarcación tuvo reflejo en la ciudad en los llamados azulejos de Olavide, que distinguían los barrios y calles, algunos de los cuales aún se conservan. La información que ofrecía era muy precisa y detallada.
La información que ofrece el Plano de Olavide a los historiadores es enorme. “Es de mucha relevancia porque en el siglo XVIII la disposición de la ciudad había variado poco con respecto a la Edad Media. La gran transformación o destrucción urbanística es desde mediados del XIX”.
Aunque la Sevilla de Olavide no era la ciudad boyante del XVI, se vivía un tiempo de cierta recuperación y pujanza económica. Sevilla se recuperaba de la epidemia de peste de 1649, que cercenó su población, de la marcha del comercio con América y la Casa de la Contratación en 1719 a Cádiz y del terremoto de 1755. “Se hicieron muchas casas tras la destrucción causada por el terremoto y hubo recuperación económica. Se empieza la construcción de la gran fábrica de tabacos, la fábrica de artillería, se remodela la Casa de la Moneda... no era una ciudad depauperada”, incide Reyes Pro.
La denominación de las calles
El Plano de Olavide recoge todo esto en una foto fija. Presenta un alzado en el que se dibujan los principales monumentos y es muy exacto en la denominación de la calles: “El nomenclátor se fija entonces. Había calles sin nombre, otras repetidas y muchas que se cambiaban continuamente. Olavide quería que se identificaran claramente. Mantuvo la mayoría de sus denominaciones”.
Otra característica del plano es que el norte se muestra a la izquierda y no arriba, como sería lo habitual. Esto es reflejo de las antiguas vistas de la ciudad que se hacían mirando desde el río hacia Triana y el Arenal. Así sería fácilmente comprensible para todos. “ Es como una de esas panorámicas del XVI pero desde arriba. Parece que el levantamiento se pudo hacer desde las torres”.
El conocimiento por la sociedad
Por su parte, Gumersindo Caballero, codirector del comité ejecutivo de los actos y miembro del comisariado de la exposición que se celebra en la Alameda, indica que el objetivo de celebrar este aniversario es dar a conocer a la ciudadanía la importancia del hecho del levantamiento del plano de la ciudad, y explicar al gran público algunas de las actuaciones del asistente Pablo de Olavide, que desde su cargo en la administración municipal pretendió mejorar las condiciones de vida de los sevillanos y fomentar el orden y embellecimiento de la ciudad: “El plano es una medida de racionalización y modernización acorde con los tiempos de la Ilustración, a pesar de ser un siglo que para la ciudad se ha identificado con un momento de crisis. Pero este hecho del levantamiento del plano y otras medidas racionalizadoras, como implantación sustancial de un sistema de recogida de basuras, supusieron avances de la ciudad que demuestran que pese a la crisis causada por el traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, seguía viva y con muestras de cierta pujanza”.
Un plano que sigue dando lecciones
El geógrafo Miguel García, profesor del departamento de Geografía Urbana de la Universidad de Sevilla, reconoce que el Plano de Olavide es una excelente herramienta didáctica que él mismo utiliza con sus alumnos: “Hacemos una práctica en el entorno de la Plaza Nueva para resolver una serie de enigmas. Siempre me ha dado muy buenos resultados”. El profesor de la US incide en que el Plano de Olavide se utilizó durante mucho tiempo como modelo. Su valor es muy destacado para visualizar ese tránsito entre la ciudad medieval y la que se va introduciendo en la modernidad. El propio mapa es un ejemplo de ello. “La Plaza Nueva es el elemento más contundente de la actualidad que no aparece dibujado. Nos dice cuál era el nombre de todas las calles, lo que proporciona un valor más allá de lo anecdótico. Nos ofrece una idea clara de los usos. Otra peculiaridad es que muestra como la ciudad se está saliendo de las costuras de sus murallas. Por ello se empiezan a situar fábricas, como Artillería, la de tabacos o el almacén de maderas del reino extramuros. Ya no tienen cabida dentro. La plaza de toros se dibuja exenta. También se presta menos atención a los detalles exteriores. El arrabal de San Bernardo no aparece, por ejemplo”. Olavide también presenta algunas de sus reformas, como las arboledas del sector sur.
El Plano de Olavide se ha convertido en un icono sevillano, como subraya el profesor. Era habitual encontrarlo en los portales de muchos bloques de pisos, por ejemplo. Pese a ello, su creación fue tardía. Madrid, por ejemplo, tuvo un plano de este tipo más de un siglo antes que Sevilla. “La intencionalidad de Olavide era tener una herramienta para el gobierno y la administración de la ciudad. Es un paso clave hacia las cartografías modernas”.
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