El abandono de una de las grandes infraestructuras de la Sevilla romana
El aljibe hallado en 2006 bajo la Plaza de la Pescadería permanece cerrado y sin posibilidad de ser visitada
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Un patrimonio que en el cualquier ciudad se exhibiría con orgullo en Sevilla permanece en el más absoluto abandono. El castellum aquae, el sistema general de aguas de época romana, languidece bajo el suelo de la Plaza de la Pescadería sin que se rehabilite y se abra a las visitas reguladas. Esta gran obra de ingeniería romana datada en la época del emperador Trajano (siglo II d. C.), fue hallada en el año 2006 durante las obras de la controvertida “piel sensible”, que supuso una repavimentación del entorno de las Plazas de la Alfalfa y El Salvador. Pese a que la idea inicial era que pudiera ser visitado, al menos, en ocasiones singulares, permanece sin instalación eléctrica ni ventilación, incluso se ha inundado en alguna ocasión.
La mayoría de las personas que pasean por la céntrica Plaza de la Pescadería desconocen que bajo sus pies se encuentra una importante obra de ingeniería romana que surtía a la ciudad de Híspalis del agua que llegaba a través de los Caños de Carmona. Varias estructuras traslúcidas se sitúan sobre el pavimento para dar luz y como ventana al interior. Aunque no hay nada en la superficie que los explique, bajo el pavimento se encuentra la cisterna más importante la ciudad romana, realizada en tiempo de Trajano, nacido en Itálica, y que extrapolando su importancia, sería como las instalaciones que Emasesa tiene en el cerro del Carambolo.
En el siglo II d.C. este punto era el más alto de la ciudad y, por tanto, el idóneo para construir este aljibe. Desde fuera es imposible ver el interior a través de las estructuras de cristal al estar siempre empañadas. El cierre prolongado y la falta de ventilación es la causante de una gran contaminación biológica, por lo que las personas para bajar ahora mismo habría que protegerse con equipos EPI.
El aljibe se ha visitado en alguna ocasión con motivo de la Noche en Blanco, por ejemplo, pero su falta de mantenimiento –uno de los arqueólogos que participaron en su descubrimiento afirma que no tiene siquiera luz– impide que pueda abrirse para grupos especializados o para la ciudadanía en general.
También pasan desapercibidas las verdaderas dimensiones del aljibe, cuyo trazado está dibujado muy sutilmente en la solería. El aljibe en su época de funcionamiento estaba formado por tres naves paralelas cada una con una dimensión de 41 por cinco metros, cubiertas por bóvedas de cañón. Ahora mismo sólo es visitable una sexta parte del mismo, ya que gran parte discurre bajo los edificios en dirección sur.
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