La muralla romana hallada en la Plaza de San Francisco permitió la expansión de la ciudad
La construcción, que data del siglo III, se encuentra en la medianera de dos edificios en los que se construye un hotel
Se levantó en los terrenos arcillosos dejados por la modificación del cauce del antiguo río Baetis
Una muralla romana del siglo I revela el antiguo cauce del río por Sierpes
La muralla romana que ha aparecido durante las obras de un hotel en la Plaza de San Francisco cambió la fisonomía y la vida de la Sevilla Romana. Hasta ese momento, se considera que la ciudad de Hispalis tenía su frontera en el límite marcado por la actual calle Álvarez Quintero, pero el desplazamiento del cauce del río hacia lo que hoy es en la Plaza Nueva posibilitó que se extendiera hacia el oeste, habitando ese espacio arcilloso regalado por el antiguo Baetis.
El hallazgo de la muralla realizada en el siglo III, durante el Bajo Imperio, es tremendamente importante para los arqueólogos, ya que les permite dibujar con seguridad, al menos, esta pequeña zona de Híspalis. El responsable de la excavación es Álvaro Jiménez, quien resalta la cantidad de información que se han encontrado gracias a esta obra: “Lo más importante es que se trata de la muralla de época romana tardía. Del Bajo Imperio (siglo III); y que aumenta el perímetro de la ciudad, al menos en este punto. Su construcción provoca una ocupación sobre un espacio no habitado que seguirá hasta hoy”.
La estructura, que tendría originariamente entre 8 y 10 metros de altura y 3,25 de ancho, a lo que hay que sumar un zócalo de 1,50 por 1,70, ha sido encontrada tras excavar una profundidad máxima de 5,5 metros desde el nivel de Plaza de San Francisco. Se encuentra en la medianera trasera de la vivienda que forma actualmente el número 11 de dicha plaza. La obra también ha afectado a un inmueble, el número 12, que da a la calle Álvarez Quintero. “Las dos parcelas se unieron a finales de los 80. La construcción, que era de 1912 fue reconstruida por completo. Sólo se mantuvo la fachada. Cuando se derriba la casa de Álvarez Quintero se hace un sótano a 3,5 metros para la caja fuerte de Caja Granada. La excavación la llevó a cabo Ana Romo, excavando hasta el siglo X”.
Las obras del hotel han permitido una excavación completa. “Que se hiciera ese nuevo sótano para poner las instalaciones y los servicios ha sido el gran éxito. Sino no se habría podido acceder a las cotas a las que hemos llegado. De los 3,5 metros excavados en los 80 hemos bajado 4 más en Álvarez Quintero. En San Francisco hemos hecho lo mismo y la sorpresa ha sido que esa diferencia de cota se debe a la muralla que se sitúa junto a medianera con una orientación Norte-Sur”, explica Jiménez.
La excavación comenzó en la vivienda de Álvarez Quintero y se hizo por bataches. Bajo los niveles islámicos, a 6,20 metros de profundidad, encontramos un primer nivel de calle, configurada tras la construcción de la muralla. Más arriba, a cinco metros de profundidad, se excavó el último suelo de la misma. La primera es de mediados del siglo IV y la segunda de inicios del VI. En apenas un siglo, la cota subió más de un metro porque se fue rellenando el terreno por parte de los pobladores. “Al comenzar la excavación por esa zona ya conocemos el origen tardoantiguo de la calle Álvarez Quintero, que se ha mantenido hasta nuestros días. Desde ese momento supimos que nos podríamos encontrar con la muralla. Lo que no sabíamos es que se trataba de la cerca del siglo III. Eso es lo más importante de todo”, sostiene el arqueólogo. El hallazgo permite desmontar la teoría de que la ciudad de Hispalis se encontraba decadente y en crisis. Es más bien todo lo contrario. Se demuestra que la Sevilla romana tenía capacidad para crecer. Y así lo hizo.
Esa expansión llega por el lado del río que en esa época fluía por la Alameda, la Campana y Sierpes hacia el entorno de la Plaza Nueva. Se trata de un proceso natural por el cual el cauce se fue desplazando hacia el Oeste y por tanto separándose del núcleo urbano. “La muralla se excava en los sedimentos de esa orilla fangosa pero estabilizada. El hecho de construirla aquí significa que comprendieron que podían avanzar y ocupar esa zona baja. Hemos encontrado la muralla y a ocho metros más allá no hay construcciones. Este espacio sería el pomerium o franja sagrada que rodeaba la muralla de cualquier ciudad”.
El arqueólogo insiste en que hay que entender esta muralla como una ampliación de la ya preexistente, cuyo trazado realmente se desconoce, aunque se puede sospechar: “Se supone que estaría en cotas más altas, como la calle Cuna, Argote de Molina... Pero no lo sabemos”. Jiménez realizó hace unos años unas excavaciones en un solar de la calle Cuna. Allí se encontraron estructuras de edificaciones portuarias claramente extramuros cubiertas por sedimentos fluviales. En la misma época, también se hicieron estudios en una parcela de la cercana calle Goyeneta, donde se descubrieron restos de un edificio público y sin rastro de rellenos arcillosos. Este hecho hace suponer que la muralla altoimperial romana iría por lo que es hoy la calle Cuna.
Gracias a esta excavación, los expertos han averiguado cómo era la muralla romana tardía y cómo estaba construida, pero no tienen datos suficientes como para determinar su trazado concreto: “Yo sostengo que este tramo puede llegar al menos hasta a Entrecárceles. Por el otro lado, me atrevo a decir que se extiende hasta el cruce Alvarez Quintero y Argote de Molina. Ir más allá no lo considero científicamente defendible ”.
Hace algunos años, durante las cautelas arqueológicas que se realizaron para el soterramiento de unos contenedores en la calle Martín Villa, junto a la Campana, Álvaro Jiménez sacó a la luz un muro de hormigón romano y sillares con unas reparaciones del siglo X. El arqueólogo desvincula este hallazgo con la muralla ahora encontrada: “El hallazgo de La Campana sería más bien como una linde, un malecón del río o una estructura portuaria. Los dos hallazgos se parecen y están en línea, pero yo no soy capaz de unir ambos restos”. Además, hay que tener en cuenta que en la época antigua Sevilla tenía una topografía distinta y más acusada, por lo que existían terrazas y otras estructuras auxiliares. “No todos los muros romanos de gran tamaño que puedan aparecer corresponden a la muralla”. Sí se supone que este lienzo que ha aparecido es el que vieron los musulmanes cuando llegan en el año 712 o los vikingos cuando atacan la ciudad en el año 844.
Los restos serán visitables
La muralla romana será integrada en el patio del hotel que se está construyendo. Cuando fue encontrada durante las excavaciones, tanto los promotores de la obra como el arquitecto tuvieron claro que había que conservarla por el enorme atractivo y el interés que supone. Para ello han tenido que modificar el proyecto. Ese cambio en el proyecto, que ha conllevado una modificación de la estructura inicialmente prevista, está ya redactado y esta misma semana se remitirá a la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento, organismo que lo enviará a la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía para que la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico lo estudie y de su autorización.
La previsión que manejan los técnicos es que a lo largo de la primavera de 2022 podrá comenzar la limpieza y restauración de la muralla. La inauguración del hotel está prevista para septiembre. Cuando eso ocurra, Sevilla habrá recuperado un pequeño pedazo de su historia romana.
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