Urbanismo aprobará el miércoles el nuevo convenio de Santa Clara
El Ayuntamiento se comprometió en 2001 a restaurar la valiosa iglesia como pago a la cesión de gran parte del convento.
Un paso decisivo. El Ayuntamiento desbloqueará el próximo miércoles la rehabilitación de la iglesia del antiguo convento de Santa Clara y sus zonas anexas. La Gerencia de Urbanismo, en su comisión ejecutiva, aprobará el nuevo convenio que será rubricado posteriormente por el alcalde, Juan Espadas, y el arzobispo, monseñor Juan José Asenjo. La restauración de la iglesia, la sacristía, el compás de acceso y otros espacios estaba pendiente desde que el Consistorio y la Iglesia de Sevilla acordaron en el año 2001 la cesión de la titularidad del cenobio a cambio de estas tareas de conservación.
Desde entonces, las diferentes corporaciones municipales han estado rehabilitando el convento, con una inversión global de ocho millones de euros, olvidándose de esta contraprestación. En alguna ocasión, ante los sucesivos incumplimientos, el Arzobispado ha amagado con revertir la situación y volver a hacerse cargo de las dependencias de cenobio, que siguen inscritas a su nombre en el Registro de la Propiedad.
Desde hace tiempo una comisión mixta del Arzobispado y el Ayuntamiento ha estado trabajando en la actualización del convenio para restaurar la valiosísima iglesia del convento Santa Clara, un auténtico tesoro con algunas de las mejores obras de Martínez Montañés. La llegada a la Alcaldía de Juan Espadas ha sido imprescindible para desbloquear una situación enquistada, como destacan desde la Plaza Virgen de los Reyes.
El nuevo convenio prevé que el Ayuntamiento sufragará la restauración, calculada en unos tres millones de euros, como contraprestación a la cesión del convento. Será el propio Arzobispado el que acometa directamente la intervención, que el Consistorio pagará en varias anualidades. El Arzobispado, una vez se rubrique el nuevo acuerdo, que incorpora un calendario de pagos del Ayuntamiento, contempla la posibilidad de solicitar un crédito bancario, para ello ya han entablado conversaciones con algunas entidades bancarias, para hacer la obra en el menor tiempo posible, aunque se tendría que realizar por fases.
En los últimos meses se han sucedido las visitas a la iglesia para comprobar su estado de conservación. Desde el Arzobispado confirman que el templo no está mal estructuralmente, aunque reconocen que su situación no es la más óptima tras estar cerrado durante casi 20 años y afectado por la presencia de palomas. Ninguna de las afecciones es irreversible, aunque algunos de los espacios anexos sí están peor. La intervención será dirigida por los arquitectos Antonio Martín Molina y Gonzalo Díaz Recaséns, que en su momento ya redactaron un proyecto que ahora ha quedado inservible y hay que actualizar y que fueron también los responsables de la restauración del Palacio Arzobispal.
El anterior convenio contemplaba que la iglesia, junto a otras dependencias, iban a acoger a una nueva congregación religiosa, algo que se descarta ahora por la falta de vocaciones. La intención que tiene ahora el Arzobispado, una vez que la rehabilitación del templo sea una realidad, es dedicar Santa Clara a los jóvenes y a la cultura, teniendo también un especial protagonismo en este espacio del barrio de San Lorenzo el culto al Santísimo.
Espacios que quedan aún por rehabilitar
José García-Tapial, arquitecto municipal durante años y responsable de la rehabilitación de Santa Clara, recordaba hace unas semanas en este periódico que se cumple ahora un siglo de la venta por parte de las religiosas clarisas al Ayuntamiento de una parte muy importante del convento. En su artículo, García-Tapial repasaba las importantes partes que fueron segregadas y pedías su rehabilitación e incorporación de nuevo al conjunto monumental. En concreto, se refería a parte de los dormitorios, levantados en la transición del siglo XV al XVI, cuya incorporación permitiría recuperar el cenobio íntegramente y dotarlo de nuevos espacios expositivos; y los primitivos jardines, divididos en el huerto, los de la Torre de Don Fadrique y el patio del colegio. La solución, como explicaba el arquitecto, era simple: demoler las altas tapias que separan estas tres zonas libres que corresponden a la misma propiedad.
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