Finaliza la restauración del monumento a San Fernando en la Plaza Nueva

La obra, que cumplirá un siglo en 2024, fue diseñada por Juan Talavera y cuenta con esculturas de Joaquín Bilbao (bronce), Enrique Pérez Comendador, Adolfo López, José Lafita y Agustín Sánchez Cid

El monumento a San Fernando se pone a punto para su centenario

Los curiosos detalles del monumento a San Fernando de Sevilla

Finaliza la restauración del monumento a San Fernando en la Plaza Nueva.
Finaliza la restauración del monumento a San Fernando en la Plaza Nueva. / M. G.

Tres meses de trabajo que han devuelto todo el lustre a este monumento que el próximo año cumplirá un siglo. El Ayuntamiento de Sevilla, mediante la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente ha concluido los trabajos de restauración de la estatua ecuestre del Rey San Fernando, ubicada en la Plaza Nueva. Tras dar por concluida la intervención, ya se están retirando los andamios de forma que el icónico monumento podrá apreciarse en unos días completamente a la vista y totalmente restaurado. La actuación se ha realizado en el marco del contrato de conservación de los bienes monumentales de la vía pública que mantiene activo este organismo para su mantenimiento en buen estado.

El conjunto monumental fue diseñado por el arquitecto municipal Juan Talavera, que diseñó el pedestal de piedra y utilizó la escultura de bronce proyectada por Joaquín Bilbao en 1919. El monumento, pese a estar grabado en el imaginario de todos los sevillanos, presentaba numerosos detalles que pasan desapercibidos y que la intervención pone de relieve.

Las tareas en la escultura de bronce ha consistido en una limpieza superficial de la misma para la retirada de los restos de suciedad de mayor grosor. Posteriormente se ha realizado una limpieza de tipo químico junto con métodos mecánicos, empleados para eliminar las pátinas inestables detectadas. Además de los tratamientos específicos de limpieza aplicados sobre la escultura, se han sellado todas las grietas descubiertas y también se ha aplicado una capa de protección sobre el metal para frenar la acción de los agentes corrosivos del medio ambiente.

El monumento a San Fernando en la Plaza Nueva.
El monumento a San Fernando en la Plaza Nueva. / M. G.

En cuanto al pedestal, la intervención realizada ha seguido los mismos criterios de máximo respeto al aspecto original y de utilización de métodos inocuos para la obra que los aplicados en la imagen. De esta manera, se ha limpiado por completo este elemento, combinando distintos sistemas para lograr los mejores resultados en las distintas superficies. Respecto a las cuatro figuras areniscas que sobresalen en las esquinas, muy fisuradas dada las características petrofísicas de las mismas, tras el cosido y sellado de las fisuras, Urbanismo ha aplicado un tratamiento consolidante como medida de protección.

Finalmente, se han eliminado los grafitis realizados tanto en el pedestal como en algunas columnas, y se ha instalado un sistema antiposamiento de aves.

Un monumento para una nueva plaza

La Plaza Nueva con los cimientos del monumento.
La Plaza Nueva con los cimientos del monumento. / M. G.

Fue Balbino Marrón quien culminó, en torno a 1854, el diseño de la Plaza Nueva tras el derribo definitivo del convento Casa Grande de San Francisco. Con la plaza completamente finalizada la Plaza, comenzaron a alzarse las voces de quienes echaban en falta un monumento en su centro que lo decorase, señala el pliego. En 1860 son varias las propuestas que barajaba el Ayuntamiento de Sevilla relativas a este tema. “En un primer momento se pensó que tal monumento debía ser dedicado al pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo. Sin embargo, la opción que tuvo más respaldo fue aquella que defendía la idea de levantar un monumento en honor a la reina Isabel II, quién además daba nombre a la plaza. No obstante, también hubo una proposición que fue presentada el 15 de marzo de 1861 que recomendaba que ‘se levantase en el centro una fuente alegórica a las glorias de esta capital, coronada por la estatua ecuestre de San Fernando”.

En 1862, coincidiendo con la visita de Isabel II a la ciudad, el Ayuntamiento acordó por unanimidad la erección de un monumento en el centro de la plaza en honor a la soberana. El proyecto le fue presentado a Isabel II como obsequio y tributo por parte del pueblo, pero la reina declinó esa propuesta y se mostró partidaria de que se levantase un monumento dedicado al Santo Rey Fernando III, conquistador de Sevilla.

Hubo que esperar hasta 1876, cuando la Real Academia Sevillana de Bellas Artes exigió al Ayuntamiento que cumpliese la promesa de levantar un monumento al Santo Rey. El proyecto de Demetrio de los Ríos fue aprobado por la Academia de Bellas Artes de Sevilla. “Éste fue iniciado solemnemente con la colocación de la primera piedra en una ceremonia presidida por Alfonso XII. Sin embargo, este impulso se vería nuevamente interrumpido, de tal forma que sólo se alcanzó a construir los cimientos que durante años sirvieron como kiosco o platea”.

Antigua postal el monumento a San Fernando.
Antigua postal el monumento a San Fernando. / M. G.

Así se llega hasta 1884, cuando aparece en escena el diseño que cuatro años antes había realizado Joaquín Guichot, “pero igualmente no causó ningún entusiasmo administrativo”. Este proyecto estaba marcado fundamentalmente por la grandiosidad y suntuosidad, que enfatizaba el carácter glorioso y la importancia que tenía la obra. “Para su ejecución se había pensado incluso extraer las tres columnas romanas conservadas en la calle Mármoles, que situadas sobre una escalinata y un esbelto pedestal hexagonal, sostendría una cornisa y una cúpula coronada con la efigie de San Fernando representado en cualquiera de sus iconografías”. Entre las columnas se situarían las figuras de Julio César, Hércules y Alfonso X El Sabio.

El monumento dedicado a San Fernando caería una vez más en el olvido hasta ya bien entrado el siglo XX.

Fue en 1916 cuando se le asignó el proyecto a Juan Talavera. Tres años después, el 12 de enero de 1919, el escultor Joaquín Bilbao y el arquitecto Pablo Gutiérrez Moreno presentan un diseño que fue aprobado en parte, ya que el 29 de julio de 1919 se acordó dar luz verde a la idea de Joaquín Bilbao variando el pedestal que sería encomendado a Juan Talavera.

El proyecto de Joaquín Guichot.
El proyecto de Joaquín Guichot. / M. G.

“La propuesta de Talavera recogía el diseño anterior de la escultura ecuestre de San Fernando realizada por Joaquín Bilbao, que iría sobre un esbelto pedestal decorado con las figuras de Alfonso X El Sabio, el arzobispo Don Remondo, Garci Pérez de Vargas y el Almirante Bonifaz, personajes vinculados con Fernando III y la conquista de Sevilla”. Siguiendo este proyecto, el 17 de junio de 1920 la comisión responsable de la obra ratificó el encargo de la efigie del Santo a Joaquín Bilbao y se notificó a los escultores escogidos la presentación de un boceto. “Tras la aprobación por parte de un jurado, se procedió a encomendar las esculturas: ‘la de Don Alfonso el Sabio, al señor Pérez Comendador, la del arzobispo Don Remondo, a don Adolfo López; la de Garci Pérez de Vargas, al señor Lafita; y la del Almirante Bonifaz, al señor Sánchez Cid’”.

El gran número de artistas y la disparidad de estilos provocaron serios problemas en el seno de la comisión, puesto que había opiniones en contra de la falta de unidad artística, abunda el estudio histórico recogido en el pliego. “Ante tal agravio, el 4 de marzo de 1922, la comisión opta definitivamente por aprobar los proyectos de Lafita y Sánchez Cid y reunir posteriormente a todos los artistas con el fin de unificar criterios y estilos artísticos”.

Finalmente, y 64 años después, tras el monumento quedó concluido e inaugurado el 15 de agosto de 1924, día de la Asunción de la Virgen con la presencia de la Virgen de los Reyes. Por último, en 1930, para marcar más su presencia en la plaza, el monumento fue enmarcado por una solería de ajedrezado y un conjunto de columnas unidas por cadenas.

La apuesta por Talavera y Bilbao

“En esta obra Joaquín Bilbao intenta innovar en la plástica escultórica, haciendo gala de su aprendizaje adquirido a lo largo de su recorrido por Europa, especialmente por París, donde residió durante años. El tratamiento esbozado de la escultura se debe a su admiración por Auguste Rodin. A pesar de estas innovaciones formales, Bilbao sigue moviéndose en el realismo naturalista propio de Antonio Susillo y la escultura decimonónica, dotando a la figura de multitud de detalles anecdóticos, acordes con la tradición y sensibilidad local”.

Inauguración del monumento el 15 de agosto de 1924 con presencia de la Virgen de los Reyes.
Inauguración del monumento el 15 de agosto de 1924 con presencia de la Virgen de los Reyes. / M. G.

La escultura representa al monarca montando a caballo, enfatizando su carácter triunfante. Parece captar la entrada del Rey Santo en la recién conquistada Isbilya. “Para resolver la imagen y atuendo del Santo, recurre a la pintura historicista, como la realizada por Francisco Pacheco hacia 1634, y a distintos elementos de la tradición sevillana”. Entre sus piernas coloca una imagen de la Virgen de las Batallas, copia de la escultura en marfil custodiada en la Catedral de Sevilla, que según la tradición acompañó al Rey Santo en todos sus enfrentamientos con los musulmanes. La estatua estaba prácticamente terminada en 1921, siendo fundida en Madrid por los Hermanos Codina.

Para el pedestal, Talavera ideó una pieza de altura poligonal, cruciforme, sobre una esbelta escalinata.” La sobriedad de la piedra se rompería con la colocación de cuatro esculturas, que irían colocadas en sus cuatro frentes. Para ellas, diseñó unas originales hornacinas típicamente regionalistas”. Estas figuras se rematan con una pequeña cubierta de diseño gótico, aludiendo al estilo artístico de la época fernandina. “Sin embargo, introduce elementos decorativos muy sorprendentes, ya que a modo de crestería aparece representada de forma detallista la muralla almohade que protegía la ciudad”. En sus remates alterna sucesivamente las representaciones de la Giralda y la Torre del Oro, ambas siguiendo su fisonomía originaria. En los frentes delanteros y traseros del pedestal sitúa una estrecha y alta columnilla, cuyo capitel presenta sinuosas formas vegetales propias del estilo gótico. Finalmente, la obra se remata con una doble cornisa con elementos decorativos tomados de la arquitectura medieval.

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