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La Capilla Real de la Catedral de Sevilla estrena su ‘nueva piel’

Finaliza la restauración de las fachadas renacentistas del templo, acometida desde 2016, en la que el Cabildo ha invertido 1,8 millones.

La Capilla Real de la Catedral despojada del andamio que la ha cubierto durante el último año. / Belén Vargas

Un delicado pero satisfactorio trabajo que ha terminado hace penas unas semanas. La fachada renacentista de la Catedral luce ya restaurada tras estar desde el verano de 2016 en tratamiento. Han sido más de dos años en los que el Cabildo Catedral ha empleado 1,8 millones de euros en remozar el amplio testero comprendido entre la Puerta del Príncipe y la Capilla Real, la última de las actuaciones realizadas.

La retirada de los andamios ha dejado al descubierto la nueva piel de la Capilla Real una vez eliminada la pátina artificial, añadida en los años 90, que le otorgaba un aspecto oxidado y anaranjado y diferente al del resto de los muros de la Catedral. Los trabajos en esta construcción del siglo XVI han abarcado sus dos cuerpos –inferior y superior– y se han centrado en atajar la pérdida de materiales, fundamentalmente de la piedra; eliminar los elementos añadidos con el paso de los años, como la suciedad, costras y diferentes pátinas; la alteración cromática y las manchas; arreglar las roturas y volver a colocar las piezas desmontadas a lo largo de los años en su lugar.

La Capilla Real sin la pátina anaranjada que la cubría. / Belén Vargas

El estado de conservación de la fachada renacentista era similar al de las portadas históricas de la Catedral antes de su restauración, como recogía el documento de intervención encargado por el Cabildo a la empresa Ártyco. Los tratamientos de los diferentes materiales que la constituyen –piedra, hierro y cerámica– han sido, por tanto, muy similares a los empleados en las puertas.

La piedra presentaba mugre, costras negras o descohesión del material, con la consiguiente rotura y caída de fragmentos. A este proceso de alteración se sumaban los efectos derivados de problemas en la evacuación de aguas pluviales desde las terrazas y los ocasionados por la colonización biológica, con importante presencia de vegetación en la zonas superiores de la construcción.

Los muros de la Capilla Real a medio limpiar. / Antonio Pizarro

La fachada presentaba una importante alteración cromática motivada, por un lado, por una decoloración derivada de las escorrentías del agua de lluvia; o manchas que normalmente suponen un oscurecimiento de la piedra debido a la humedad o el contacto con metales, entre otras causas. Además, se ha revertido la importante acumulación de diferentes tipos de depósitos y productos, todos ajenos a la piedra y que eran nocivos para su conservación. Entre ellos, una pátina artificial coloreada, con frecuencia rica en cal o yeso, y que fue aplicada sobre la superficie de las fachadas con fines estéticos o protectores. La que, en este caso, recubría las fachadas de la Capilla Real se aplicó, con dudoso acierto e intención homogeneizadora, en los primeros años de la década de los 90 del siglo pasado.

La restauración también ha mejorado los sistemas de evacuación de agua, que siempre han sido problemáticos en el caso de la Capilla Real, provocando buena parte de los problemas.

El presupuesto empleado en 2018 ha sido de 500.000 euros. A los que hay que sumar los 1,3 millones empleados desde 2016. En total, el Cabildo ha invertido en la recuperación de este tramo de casi 5.000 metros cuadrados de la Catedral 1,8 millones.

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