La Capilla Real muda de piel
Presenta una alteración cromática debida a una pátina artificial añadida en los años 90 que se atajará
Los andamios vuelven a la Catedral. Apenas unos meses después de que haya finalizado la restauración del tramo de fachada renacentista comprendida entre la Puerta del Príncipe y la de Campanillas, el Cabildo ha comenzado ya a actuar en el exterior de la Capilla Real, tal como estaba previsto. Los trabajos se centrarán en los dos cuerpos -inferior y superior- y, básicamente, se enfocarán en atajar la pérdida de materiales, fundamentalmente de la piedra; eliminar los elementos añadidos con el paso de los años, como suciedad, costras y diferentes pátinas, principalmente; solucionar la aliteración cromática y las manchas; arreglar las roturas y volver a colocar las piezas desmontadas en su lugar.
Según recoge el documento técnico para la Conservación de las Fachadas Renacentistas de la Catedral, el presupuesto previsto para 2018 es de 500.000 euros. La inversión acumulada en este tramo de casi 5.000 metros cuadrados de la Catedral alcanza ya los 1,3 millones desde el inicio de las obras en 2016, bajo la dirección del arquitecto-conservador del templo, Jaime Navarro Casas. Cuando acaben el próximo año, el Cabildo habrá destinado a la rehabilitación integral 1,8 millones.
En general, el estado de conservación de la fachada renacentista es similar al de las portadas históricas de la Catedral antes de su restauración y, por tanto, los tratamientos de los diferentes materiales que la constituyen -piedra, hierro y cerámica- "serán prácticamente los mismos que los restauradores aplicaron en la conservación de las portadas históricas, salvo en la esculturas cerámicas", señala del documento de intervención encargado por el Cabildo a la empresa Ártyco.
La piedra presenta unos problemas que son comunes a los que se han encontrado en el resto del templo: mugre, costras negras o descohesión del material, con la consiguiente rotura y caída de fragmentos. A este proceso de alteración se suman los efectos derivados de problemas en la evacuación de aguas pluviales desde las terrazas y los ocasionados por la "colonización biológica".
Los elementos metálicos en general se encuentran en buen estado de conservación, "si bien localizadamente su oxidación ha dado lugar a procesos de alteración de su superficie e incluso a la transmisión de tensiones, por aumento de volumen, que han significado la rotura, fragmentación y caída del elemento pétreo en el que están anclados".
Los elementos cerámicos (losetas de barro) utilizados como recubrimiento de cornisas y superficies de recogida y conducción de aguas pluviales presentan problemas similares a los de la piedra, en cuanto a colonización biológica, enmugrecimiento, pérdida de elementos, fragmentación y perdida de retacados de juntas. "Los procesos de alteración que afectan a los materiales pétreos provocan cambios en el aspecto y naturaleza de los mismos, así como en sus propiedades y comportamiento.
La pérdida de materia en la fachada tiene como resultado una disminución del volumen y una pérdida de los detalles de las superficies labradas. Esta patología está motivada por "disgregación", conocida también como arenización; la erosión, que puede ser provocada, por ejemplo, por la lluvia; desprendimientos y falta de elementos de cierta entidad.
La segunda patología de la fachada es el "aporte de material", es decir, la acumulación de diferentes tipos de depósitos y productos, todos ajenos a la piedra y que son nocivos para su conservación, provocando cambios morfológicos y alteración cromática de la superficie. Entre los productos de alteración más frecuentes están la suciedad y las costras, muy visibles en toda la superficie que queda por tratar. La Capilla Real presenta, como característica propia, una pátina artificial que los restauradores tratarán durante la intervención. "Constituida por una capa más o menos delgada y coloreada, con frecuencia rica en cal o yeso, y que ha sido aplicada sobre la superficie de las fachadas con distintos fines: estéticos o protectores. La calidad técnica de estas pátinas es lógicamente muy dispar. La que, en este caso, recubre las fachadas de la Capilla Real se aplicó, con dudoso acierto e intención homogeneizadora, en los primeros años de la década de los 90 del siglo pasado".
A estas pátinas artificiales se suma la alteración cromática provocada, bien por una decoloración por las escorrentías del agua de lluvia; o manchas que normalmente suponen un oscurecimiento de la piedra debido a la humedad o el contacto con metales, entre otras causas. Ésta es la tercera patología que presenta la fachada.
Por último, el conjunto muestra importantes deformaciones y roturas de los elementos de piedra más frágiles. Hay grietas y fracturas y piezas desmontadas "con excelente criterio", por peligro de caída.
En cuanto a las fábricas, independientemente de los problemas relativos al material, existen lesiones que afectan al conjunto, "y que muchas veces son consecuencia de los sistemas constructivos originales, otras muchas de incorrectas intervenciones posteriores y otras más de otros problemas surgidos a lo largo de la historia que han modificado la estabilidad o el correcto funcionamiento de las fábricas". Se trata, por ejemplo, de grietas en los paramentos, apertura de las uniones de fábricas de diferentes épocas, respuesta diferencial de la superficie de piedra o los morteros en cuanto a tonalidad, envejecimiento etcétera, de las intervenciones con respecto a la fábrica original, mutilaciones para incluir rejas, las instalaciones eléctricas...
Los sistemas de evacuación de agua siempre han sido problemáticos en el caso de la Capilla Real, provocando buena parte de los problemas actuales. El encuentro entre su ábside norte y la Puerta de los Palos es un ejemplo: "En las dos fábricas se conjugan muy diferentes niveles y necesidades de evacuación de pluviales. En este vértice va empotrado un desagüe de la terraza de la Portada de los Palos (ubicado a su izquierda) que, dado el estado de conservación de la fábrica, parece que siempre funcionó defectuosamente". Parece que, subraya el informe, intentando resolver este problema, se instaló una canaleta de fábrica de ladrillo con recubrimiento de teja cerámica sobre la cornisa del ábside norte que separa los dos cuerpos de la Capilla Real. "Esta solución siguió dando problemas y a raíz de la restauración de la Portada de Campanillas en el año 2004, se optó por ubicar una bajante vista de cobre. Esta solución, hasta el momento, está funcionando correctamente".
Por otro lado, las aguas de lluvia que caen sobre el ábside norte de la Capilla Real, se recogen en una cubierta plana revestida de loseta cerámica con pendiente hacia dos únicos puntos de evacuación ubicados tras las columnas centrales adosadas de la fachada. "Estos dos desagües, situados bastante por encima de la línea de cornisa, acaban en una gárgola y una conducción de PVC, respectivamente, y presentan síntomas de atascamiento (dada la proliferación de material vegetal existente en esta zona de la terraza)". Por otro lado, las gárgolas -todas las de la Capilla Real- son de caliza blanca, muy diferente al resto de la piedra biocalcarenita de la fábrica renacentista. "Su talla se aproxima más a épocas relativamente modernas".
En el cuerpo inferior aparecen grandes manchas de humedad en la coronación de las pilastras y en las zonas centrales del cuerpo inferior (en los intercolumnios) claras zonas de lavados que pudieran indicar síntomas de puntos de evacuación con mal funcionamiento. "Parece evidente que la evacuación de la cornisa del ábside central es totalmente ineficaz y se plantea como posible hipótesis que quizá anteriormente estas terrazas, existentes sobre los ábsides laterales de la Capilla Real, evacuasen las aguas de lluvia por la zona central de los paños (bajo los escudos), puntos que actualmente aparecen en todos los casos con reparaciones de mortero".
Todas las cornisas tanto de la zona superior de la Capilla Real como de las torres laterales presentan abundante vegetación superior así como la rotura y pérdida de elementos cerámicos. Por último, el ábside sur y su encuentro con la Portada de Campanillas presenta los mimos problemas que la zona norte. Este punto cuenta con la bajante instalada en el lateral derecho de la puerta durante su intervención de restauración en el año 2007.
La restauración, como sucede desde el inicio de la actuación en 2016, será mínima, reversible y con el máximo respeto al original. Partiendo de la intención de recuperar todos los elementos originales, ya sean decorativos, constructivos o estructurales. Mediante tratamientos específicos, se tratará de alcanzar el necesario grado de consolidación y resistencia que asegure la estabilidad de cada elemento y del conjunto de las fachadas, disminuyendo el impacto de las causas de alteración que soportan los paramentos.
La intervención culminará el próximo año y, para garantizar la correcta conservación, se redactará un plan de mantenimiento, como el que ya tienen las portadas, que permitirá que la fachada renacentista se conserve en buen estado gracias a revisiones y actuaciones programadas, reduciendo, además, el coste de las mismas.
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