50 años de uno de los derribos más dolorosos de Sevilla
El teatro San Fernando, gran coliseo de la cultura situado en la calle Tetuán, estuvo en funcionamiento entre 1847 y 1969 hasta su desaparición definitiva en 1973
Sevilla ante la destrucción de su patrimonio
Un doloroso aniversario. Derribado en pos de una cateta modernidad. La cultura en Sevilla, tan en boga esta semana por el controvertido aplazamiento del Festival Internacional de Cine, vivió uno de sus golpes más duros con la desaparición del Teatro San Fernando. Coliseo situado en la calle Tetuán, hoy milla de oro del consumo local, fue inaugurado en 1847 y estuvo en funcionamiento hasta 1969. En ese siglo largo de vida acogió todo tipo de espectáculos. Desde las señoriales óperas, al teatro más popular, pasando por conciertos, bailes, recitales o un buen número de pregones de la Semana Santa. Tras cuatro años clausurado, el teatro San Fernando, bello exponente de edificio neobarroco, fue víctima de la piqueta en el año 1973. Su sentencia la firmaron unos mediocres políticos locales para favorecer una controvertida operación especulativa.
La pérdida del teatro San Fernando es una muestra del poco interés que la clase dirigente de la ciudad ha tenido históricamente por cuidar de la cultura y preservar el patrimonio. Igual que se derribaron las puertas de la muralla, este coliseo que fue uno de los más importantes de España sucumbió sin remedio. Este año 2023 se cumplen 50 años de un derribo que muchos han recordado tras el cierre reciente de la tienda de ropa que ocupaba parte del edificio. El teatro San Fernando se levantaba en la calle Tetuán en una amplia manzana que abarcaba las calles adyacentes, como Muñoz Olivé. Hoy queda el espacio vacío que ocupaba la platea en el patio del adefesio que lo sustituyó y que da acceso a un conocido aparcamiento subterráneo.
El teatro fue inaugurado el 21 de diciembre de 1847 con la representación de la ópera I Lombardi a la prima crociata de Verdi. Fue la burguesía sevillana la que impulsó la creación de este espacio para la cultura en una ciudad necesitada de dejar atrás su provincianismo y con ansias de abrirse al prometedor futuro. La antigua iglesia de San Hermenegildo, en la Plaza de la Concordia, había sido el escenario elegido durante varios años para representar estas óperas. “El triunfo de la revolución burguesa y la llegada de Isabel II hicieron que se construyeran hasta 12 teatros en la ciudad entre 1833 y 1849”, explica el historiador Joaquín Egea, presidente de Adepa, la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Andalucía.
En esos años 40 del siglo XIX empieza a plantearse la necesidad de crear esa gran sala que pudiera albergar óperas, danza o teatro indistintamente. La idea inicial para comenzar la construcción fue la aportación de 10.000 reales por parte de 64 socios, entre ellos el industrial Narciso Bonaplata, uno de los padres de la Feria de Abril. Esta inversión resultó totalmente insuficiente, pero el teatro se convirtió en una realidad gracias a los empresarios José de Caso y José Sánchez que se hacen cargo de los dos millones de euros que costó la obra en total.
Un teatro referente en España
“Los impulsores querían hacer en el mismo espacio un teatro, un café y un casino. Finalmente, el casino es sustituido por un hotel. Los arquitectos fueron Steinacher y Rohault, la decoración corrió a cargo de Antonio Cabral Bejarano, mientras que Antonio Paradas se encargó de la carpintería. La estructura de hierro era muy interesante. Fue el primero de la ciudad en usar una de este tipo. Se realizó en la fundición San Antonio del propio Narciso Bonaplata. El teatro aportaba muchas innovaciones. Por ejemplo, el patio de butacas se podía convertir un gran salón de baile que se utilizaba en las grandes celebraciones de la ciudad”, añade Egea. El teatro se construyó sobre el antiguo hospital del Espíritu Santo, por lo que muchos de sus materiales fueron reutilizados, entre ellos más de cien columnas.
Antes de su apertura corrieron rumores sobre una presunta debilidad estructural que rápidamente fue disipada, como se relata en el blog Sevilla Perdida: “El regidor José María de Ibarra afrontó las pruebas de resistencia del teatro, ordenando la colocación de numerosos cañones trasladados desde la Maestranza: se rellenó el patio, el escenario y las plantas del local, sumándose un peso superior mil veces al lleno del recinto. Tres días duró aquella prueba, dejando satisfechos a todos”.
Con una capacidad de casi tres mil espectadores, la sala contaba con un patio de butacas, un piso platea y dos palcos, así como unos camerinos muy amplios e incluso habitaciones para alojarse. Contaba con iluminación de gas y estaba decorado con adornos de oro y pinturas alegóricas. Sólo lo superaba el Teatro Real de Madrid, inaugurado dos años después. Por tamaño y calidad de la programación, el San Fernando se era considerado uno de los mejores de España, sólo por detrás del teatro capitalino. En el palco real era habitual la presencia de los Duques de Montpensier o la propia reina Isabel II. La aristocracia sevillana acudía con regularidad a las representaciones de las obras de grandes autores españoles y europeos.
La primera crisis del teatro llega en la década de los 20 del siglo XX, cuando el espacio cerró de manera temporal. Reabrió en 1934 tras restaurarse sus pinturas murales e incorporar distintas mejoras, como una renovada iluminación eléctrica o nuevas aperturas a las calles Tetuán y Muñoz Olivé, en cuya esquina se encontraba el Café de Lombardos, nombre que recordaba a la ópera puesta en escena en la inauguración. Según se detalla en el blog Sevilla Perdida, “el 11 de abril de 1934 el teatro vivió su reapertura. Los hermanos Álvarez Quintero compusieron para este momento el poema Salutación a Sevilla, representándose seguidamente su también comedia Lo que hablan las mujeres”.
Tras esta reapertura, el teatro se adapta para acoger proyecciones cinematográficas, siendo un nuevo aldabonazo. Con la dictadura, el San Fernando se convierte en un escenario ineludible para el folklore. Artistas como Marifé de Triana, Juanita Reina, Imperio Argentina o Concha Piquer, son habituales sobre sus tablas. En 1969, año del cierre, acoge el primer festival de arte flamenco de Sevilla.
La vinculación del teatro San Fernando con las tradiciones de la ciudad también es muy importante. El 20 de marzo de 1937, una charla pronunciada por Federico García Sanchís en este espacio se considera el origen del Pregón de la Semana Santa, aunque no se le empieza a conocer con esa denominación hasta dos años más tarde. Hasta 29 exaltaciones acogió el coliseo hasta su cierre en 1969. Algunas tan recordadas como las de Joaquín Romero Murube o Antonio Rodríguez Buzón, sacado a hombros por la concurrencia. La representación del Miserere de Eslava en vísperas de la Semana Santa también vivió su máximo esplendor en este escenario con las interpretaciones del tenor Julián Gayarre.
“La demolición del teatro ha sido uno de los grandes desprecios a esta ciudad. Es vergonzoso que se permitiera. Como lo ocurrido con el Colegio de los Escolapios es una de las grandes heridas de Sevilla. También murieron otros cines y teatros cercanos. Sólo nos queda el Cervantes y esperemos que no corra la misma suerte. Lamentablemente, la vida cultural de Sevilla del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX no se ha vuelto a recuperar”, lamenta Egea.
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