La música de la Semana Santa de Sevilla: una evolución en todos los sentidos

Cómo hemos cambiado

Las bandas atraviesan el mejor momento de su historia.

En los últimos 30 años han desaparecido las formaciones profesionales y las cornetas y tambores se han impuesto a las agrupaciones musicales.

La batería de la banda de las Cigarreras.
La batería de la banda de las Cigarreras. / Belén Vargas.

La música procesional ha sufrido una importante evolución durante los últimos 30 años. Las bandas han mejorado notablemente sus niveles de interpretación. Han crecido en número, especialmente las de cornetas y tambores, lo que ha deparado algunos problemas en la carrera oficial por el escaso tiempo de paso. Se compone más que nunca, aunque no siempre de la manera más acertada. También se toca más que nunca, con los graves riesgos que ello comporta para los músicos, que deben afrontar jornadas maratonianas. Treinta años después, la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla sigue sin acompañar a las hermandades en Semana Santa, salvo en sus apariciones oficiales (el Santo Entierro). Las bandas militares también han dejado de hacerlo. Y las montadas han desaparecido dejando un gran vacío.

"En la música de la Semana Santa ha habido una evolución en todos los sentidos. Han desaparecido las bandas profesionales, como las municipales y las militares. Ahora limitan su actuación a los actos oficiales. Antes se veían a las militares incluso en pueblos haciendo trabajos privados. Las no profesionales han mejorado muchísimo su calidad. Las de cornetas, por ejemplo, han evolucionado incorporando otros instrumentos para tener más capacidad técnica", explica Francisco Javier Gutiérrez Juan, director de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla.

Las bandas de música más solicitadas en el año 1989 eran la de Tejera y la Cruz Roja, única formación que salía todos los días: Hiniesta, las Aguas, la Candelaria, la Sed, Montesión, los Gitanos, la Carretería y la Trinidad. Tejera lo hacía en la Cena, las Penas, Santa Cruz, San Bernardo, las Cigarreras y Montserrat.

En lo que respecta a las cornetas y tambores, la banda de las Cigarreras era la que marcaba la pauta. Entonces ya acompañaba a las mismas hermandades que ahora, sumándose posteriormente el misterio del Sagrado Decreto. En aquellos años, esta banda ya había comenzado a marcar la revolución del estilo de la Policía Armada. De la mano de Bienvenido Puelles ya se habían estrenado marchas como Réquiem. La formación daría una nueva y definitiva vuelta de tuerca al estilo incorporando nuevos instrumentos para los bajos y con machas como Amor de Madre y Pasión, Muerte y Resurrección, de Francisco Javier González Ríos, que supusieron un aldabonazo.

La banda de las Tres Caídas en su Hermandad de la Esperanza de Triana.
La banda de las Tres Caídas en su Hermandad de la Esperanza de Triana. / D. S.

La otra banda puntera de la actualidad, las Tres Caídas de Triana, ya había estrenado también su composición más icónica de la mano de Julio Vera: Silencio Blanco, aunque su presencia tras los pasos era menor. Una banda desaparecida, la del Maestro Patón, desfilaba tras el misterio del Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes y el Cachorro.

Santa María Magdalena de Arahal era la agrupación musical más reclamada por las hermandades y por el público. Acompañaba a la Hiniesta, el Beso de Judas, la Presentación al Pueblo, San Bernardo y Montesión. Actualmente sólo sale el Domingo de Ramos tras el Cristo de la Buena Muerte. La agrupación de Jesús Despojado, hoy Virgen de los Reyes, también destacaba. En los años 90, el estilo de las agrupaciones musicales fue cayendo en desgracia por un cambio de tendencia impulsado, en buena medida, por críticas periodísticas carentes de fundamento. Algunas hermandades dejaron este estilo, como la Exaltación, Montesión o San Bernardo.

La Guardia Civil tras el misterio de la Hermandad de la Paz.
La Guardia Civil tras el misterio de la Hermandad de la Paz. / Martín Cartaya

Si el nivel musical y la manera de interpretar las marchas ha mejorado, también lo han hecho las composiciones. "El número de compositores ha aumentado mucho. Se compone mucho y de la cantidad sale la calidad. Hoy se atreven más músicos, muchos de ellos con buen criterio", apunta Gutiérrez Juan. Hace 30 años los más interpretados eran Pedro Morales y Abel Moreno en las bandas de música. Tres décadas después, las marchas del maestro loperano se mantienen como las más tocadas junto a otros clásicos: Gámez, Farfán, Font...

Hay otro aspecto que también ha mejorado, el de arreglar las composiciones, según resalta el director de la Municipal: "Hace 30 años no se tenía conciencia de su valor real y se retocaban son reparos. Hoy sí se tiene más conciencia y se tiende a ser más respetuoso con los compositores y sus obras". En las últimas décadas también han evolucionado las capillas musicales. Antes estaban formadas en exclusiva por músicos profesionales. Hoy hay estudiantes con buen nivel que forman parte de ellas. También se compone más para este estilo.

Una banda montada, hoy perdidas en la Semana Santa.
Una banda montada, hoy perdidas en la Semana Santa. / Martín Cartaya

Aunque la evolución ha sido positiva, también hay cuestiones que han empeorado en estas últimas décadas. "Cada vez se hacen procesiones más largas y eso es inhumano para los músicos. Muchos sufren lesiones y problemas de salud importantes", advierte Gutiérrez Juan. Generalmente no existían tampoco los fiscales o diputados de música. "Las hermandades tienen todo el derecho a querer marcar su carácter y repertorio, pero quien lo sabe mejor son los músicos. A veces piden cosas que no se pueden hacer".

Enlazar varias marchas seguidas es una de ellas, según Gutiérrez Juan: "Una vez se puede hacer, pero más veces es una banalización. Antes tampoco sonaba la música en todo momento. Es necesario un equilibrio". Tampoco, abunda el director, se puede convertir todo en una tradición: "Que en la misma esquina suene siempre esta marcha. Eso empobrece. Los clásicos iban eligiendo en cada momento lo que pensaban que era más adecuado".

El cobro de los derechos de autor en la carrera oficial, una cantidad que sería pequeña, sigue siendo una asignatura pendiente. "Es una tremenda injusticia. Un carpintero, por ejemplo, colabora limitadamente con su hermandad. A los compositores se les priva de la capacidad de cobrar esos derechos", lamenta Gutiérrez Juan.

Gutiérrez Juan dirigiendo la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla.
Gutiérrez Juan dirigiendo la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla. / D. S.

En los últimos años, las hermandades de Sevilla han apostado por la contratación de bandas de fuera de la provincia. Un hecho controvertido para algunos y bueno para otros: "La competencia siempre es buena, pero hay que saber qué es lo que se trae. No hay que cometer el error de pensar que por ser de fuera es mejor. Lo mejor sí que tiene que estar en Sevilla. Es cierto que la novelería puede llevar a cometer errores y a no apreciar lo que tenemos. Otra cuestión es el inmovilismo".

El director de la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, que pese a la escasez de plantilla ha llevado a la formación a un nivel extraordinario, lamenta que no participe en Semana Santa ninguna de las dos bandas de Guillena:"Lo echo de menos porque es una de las canteras más importantes. Guillena cuenta con dos bandas muy buenas, una orquesta y un coro. Hace 30 años las bandas salían todos los días. Hay muchos músicos de Guillena en las formaciones más importantes".

Gutiérrez Juan concluye que las bandas deben seguir buscando la excelencia: "Siempre pienso que lo mejor está por llegar. Evaluando lo hecho hasta ahora, las bandas no profesionales están en el mejor momento de su historia, pero no hay que caer en el inconformismo".

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