Un hermano primitivo en las Cortes de Cádiz
José Luis Gallego Morales ocupó diversos cargos en el Silencio y jugó un papel importante en la aprobación de la Constitución de 1812
En el libro 'Real Iglesia de San Antonio Abad y Archicofradía e Jesús Nazareno de Sevilla (El Silencio)' se repasa su trayectoria
La nómina de personajes ilustres de la hermandad del Silencio es muy prolija. La mayoría son de sobras conocidos por propios y extraños, como el escritor Mateo Alemán, Tomás Pérez, que fue hermano mayor durante cuarenta años, o Gertrudis Zuazo, que entre otras muchas cosa consiguió el regreso de las mujeres al cortejo procesional para acompañar a Jesús Nazareno. Pero hay uno que tuvo un papel muy relevante en la política española de principios del siglo XIX y que llegó incluso a ser presidente de las Cortes constituyentes de Cádiz. Este primitivo nazareno se llama José Luis Morales Gallego y cuenta con una importante semblanza en el libro Real Iglesia de San Antonio Abad y Archicofradía de Jesús Nazareno de Sevilla (El Silencio), cuyos autores son Alfredo J. Martínez Cuevas y Alfredo J. Martínez González, y que ha sido editado por la Universidad de Sevilla en fechas recientes.
Esta obra dedicada a la Hermandad de los Primitivos Nazarenos de Sevilla recoge con todo lujo de detalles y una extensa y cuidada documentación el devenir histórico de la Real Iglesia de San Antonio Abad y la corporación en ella radicada. Uno de los capítulos está dedicado a los hermanos ilustres de la archicofradía y es ahí donde llama la atención la figura del onubense –nacido en San Juan del Puerto el 23 de julio de 1754– José Luis Gallego Morales. Relatan los autores que Morales estudió leyes en la Universidad de Sevilla y que, en 1776, ingresó como hermano en la archicofradía pagando 21 reales. Su proyección en la corporación fue destacada. En 1784, ingresó en la junta de oficiales como Diputado de Ejercicios. Posteriormente, sería censor. Ese mismo año fue nombrado Abogado Fiscal de los Reales Alcázares. En 1785, pasó a ser “nazareno propietario” de túnica propia.
En 1791, la hermandad lo elige para desarrollar una importante tarea. Así lo exponen Martínez Cuevas y Martínez González: “Sus estudios debieron resultar cruciales para que su prosa jurídica fuese la mejor que encontrase la hermandad, decidiendo encomendarle la redacción de toda la documentación que debía enviarse al Real Consejo de Castilla a fin de que la Archicofradía no fuese compelida a abandonar San Antonio Abad tras la extinción de la Orden Antonina y el cambio de propiedad del antiguo convento en favor de la Real Hacienda”. Los brillantes argumentos aportados culminaron con la donación del templo y la casa de los religiosos a finales de 1793.
La carrera profesional y política del hermano primitivo cogió vuelo a finales del siglo XVIII. Consta, como añaden los autores, que ejercía como Abogado Fiscal de Rentas Generales de Sevilla y Abogado de la Real Audiencia de Sevilla. Fue elegido por los sevillanos “vocal de la Junta Suprema de Sevilla a finales de mayo de 1808”, ejerciendo una férrea labor de resistencia contra las tropas francesas.
Todo este trabajo le lleva a ser elegido diputado por Sevilla el 3 de agosto de 1810, labor que ejerce hasta el 20 de septiembre de 1913. José Luis Morales Gallego se convirtió en uno de los protagonistas de la Pepa, la Constitución Liberal aprobada en 1812, plasmando su firma en el original. “Llegó incluso a alcanzar el rango de presidente de las Cortes constituyentes el 24 de noviembre gracias a 66 votos favorables. Fue uno de los diputados más activos y brillantes durante el periodo que ejerció, tanto que la prensa gaditana llegó a afirmar que sus razonamientos ‘deslumbran al pueblo’. Tuvo un importantísimo papel en a elaboración del Reglamento para el gobierno interior de las Cortes, que encauzó los debates parlamentarios, presentación de propuestas y adopción de acuerdos entre los diputados gaditanos. Formó parte de doce comisiones diversas tratando, entre otros, sobre asuntos jurídicos, militares, hacendísticos, monetarios, administrativos, de derechos individuales o abolición de los señoríos, supresión del tormento como método procesal y erradicación de las penas corporales de azotes, destacando siempre su interés por la marcha de la Guerra de la Independencia”, explican los autores.
Tras regresar a Sevilla, fue nombrado jefe político de la provincia. Recuperó el puesto de Abogado Fiscal de los Reales Alcázares. En el conjunto palaciego falleció el 6 de febrero de 1818. Fue enterrado en la capilla de San José de la Catedral de Sevilla.
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