La capilla Sacramental de San Lorenzo luce en todo su esplendor tras una minuciosa restauración
La Soledad ha destinado más de 250.000 euros a este espacio que cuenta con valiosas pinturas murales de Domingo Martínez y Gregorio de Espinal
La recuperación integral de una joya del patrimonio de la ciudad. La capilla Sacramental de la Parroquia de San Lorenzo ha recuperado la imagen que tuvo hace 300 años, cuando Domingo Martínez y Gregorio de Espinal terminaban su decoración. Las pinturas murales, que se encontraban en un estado de conservación muy deficiente, principalmente por los efectos provocados durante años por la humedad, lucen hoy unos renovados brillos gracias a la intervención realizada por la Hermandad de la Soledad, que ha empleado 250.000 euros en esta tarea que comenzó en diciembre de 2018.
Será el próximo viernes 19 cuando la capilla sea inaugurada y bendecida de nuevo con la vuelta del Santísimo al Sagrario, pero este miércoles y jueves se podrá ya visitar para comprobar el resultado de una restauración que sorprenderá muy gratamente. Se podrá acudir de 10:00 a 13:00 y de 19:00 a 20:30, aproximadamente.
La restauración de las pinturas murales ha sido complicada puesto que en ellas se daban todas las patologías posibles. Como ya informó este periódico cuando se inició la actuación, el principal problema era la humedad, que ha afectado históricamente a la capilla, principalmente en el muro que da a la plaza de San Lorenzo. Una empresa especializada estuvo durante dos años inyectando una resina en las paredes. Tras un periodo de espera, a mediados de 2018 se comprobó mediante unas pruebas que los muros estaban secos. Era entonces el momento de iniciar la segunda fase de la rehabilitación que ahora ha culminado con tanto éxito.
Un equipo formado por entre ocho y diez restauradores, con una experiencia más que demostrada, han estado trabajando intensamente en la capilla, cuya forma actual es el resultado de la unión otras dos: la de la Virgen del Pópulo y la dedicada a Santa Ana. "Esta actuación excedía del mantenimiento ordinario que puede hacer una hermandad. Había que mostrárselo a la ciudad en todo su esplendor. Ha supuesto un reto importante para nosotros. Lo hemos hecho sin un euro de ayuda pública. Con los fondos de la hermandad, o donaciones, como la de la Real Maestranza de Caballería. Esto resumen cuáles son las notas diferenciales de esta hermandad: elegante, clásica, tradicional, muy fundamentada y bien gestionada", ha explicado el hermano mayor, Ignacio Valduérteles. La restauración ha mantenido el equilibrio entre las diferentes zonas pictóricas y le ha devuelto una lectura continua, con un criterio diferenciador, y el máximo respeto al original.
El programa inconográfico
El párroco de San Lorenzo, Francisco de los Reyes Rodríguez López, ha sido el encargado de desgranar el importante discurso de las pinturas murales, un regalo que los hermanos de la Hermandad Sacramental de San Lorenzo hicieron a la ciudad hace 300 años. "Esto es, sobre todo, un lugar de oración que se crea por devoción al Santísimo Sacramento".
La decoración de la capilla del Sagrario tuvo dos fases bien diferenciadas. En un primer momento, los hermanos encargan su realización en 1707 al pintor Francisco Pérez de Pineda. Los trabajos se pararon sólo unos meses después como consecuencias de problemas económicos, no siendo retomada la obra hasta una década después. En 1717 se contacta con Domingo Martínez, el principal pintor de la época, autor de las pinturas de San Luis de los Franceses, San Telmo, o el Hospital de los Venerables, para retomar la tarea. "Los protagonistas son la Eucaristía y la Virgen María, especialmente en el misterio de la Inmaculada Concepción, como el primer sagrario de Cristo", ha explicado el párroco.
Mientras que las pinturas de Pérez de Pineda en los techos del presbiterio y el crucero se centran en la temática eucarística; Domingo Martínez y Gregorio de Espinal agregan temas relacionados con la Inmaculada de una calidad técnica y que suponen una auténtica lección de teología.
"Lo principal es el retablo, realizado en 1703, presidido por una imagen de la Inmaculada atribuida a Nicola Fumo. Cuenta con una línea vertical en la que se representa la Trinidad y una horizontal con Santa Ana y San José arropando a la Virgen. A sus pies se encuentra el arcángel San Miguel, como defensor de la fe y la pureza de la Virgen". En la puerta del Sagrario se representa una escena del descanso en la huida a Egipto. La pintura original se encuentra en el interior y retrata a la Virgen María entregando al Niño a San Cayetano. "La Iglesia da el cuerpo de Cristo a los fieles", ha señalado Francisco de los Reyes.
Entre las escenas que se pueden contemplar se encuentran a la entrada de la capilla La Última Cena, las Bodas de Caná y Caída del Maná. En la cúpula están representados los cuatros padres de la Iglesia Latina más San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino; junto al águila de San Juan, el león de San Marcos, el buey de San Lucas y el Ángel de San Mateo. El resto de la capilla se completa con elementos como el Arca de la Alianza, el Cordero Místico, el Ave Fénix, el Pelícano, el Cáliz sobre los corazones alabados, el León de Judá. Los autores también retrataron a personajes bíblicos como Esther, Ruth, Déborah, Judith, Rahab y Abigail. Además hay otros muchos detalles simbólicos que esconden un mensaje y el escudo de armas de los Esquivel como donantes.
Las pinturas han tenido varias restauraciones a lo largo de los años. La última en profundidad fue hace justo un siglo, como recoge una inscripción sobre el cancel. Como detalle curioso que demuestra el calado de los trabajos, se han retirado más de ochenta kilos de cables de las diferentes instalaciones eléctricas que se han superpuesto a lo largo de los años.
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