La Semana Santa de Sevilla revelada en un carrete
El fotógrafo Sebas Gallardo sigue utilizando cámaras analógicas para inmortalizar el discurrir de las cofradías
La pasada Semana Santa, la de 2019, el fotógrafo algabeño Sebas Gallardo, tal como contó a este periódico, disparó algún carrete, sí, han leído bien, que en estas fechas ha revelado y compartido ahora con nuestros lectores. Hay diferencias entre disparar con una cámara digital o hacerlo con una analógica, la principal y más evidente es que " las imágenes no son visibles hasta que la película o carrete es procesado con un tratamiento químico", nos cuenta Sebas.
En estos días de confinamiento, aprovechando la oportunidad que nos brindan las telecomunicaciones, hablamos con él para que nos cuente cómo es esto de disparar con lo que, a vista de algunos, puede ser algo ya obsoleto.
"Tengo 23 cámaras analógicas, y testadas con resultados satisfactorios más de la mitad". Entre ellas llama poderosamente la atención una Kodak Six 20 del año 1937. "Este ha sido el reto más complicado a los que me he enfrentado, ya que tuve que restaurar yo mismo los espejos. La película que usa ya no la fabrican, tuve que comprarla modificada a un artesano experto en Nueva Jersey". Lo cierto es que, como ven, la máquina es una joya.
Como les avanzaba, el año pasado hizo un proyecto fotográfico durante la Semana Santa, utilizando varias cámaras distintas. "Una Canon A1, es una reflex de objetivos intercambiables, fabricada en Japón entre los años 1978 a 1981, este modelo obtuvo muchos premios en su época por su calidad y fue muy vendida.
También usé una Canonet 28, denominada telemétrica, fue usada en los años 70 como cámara de respaldo por fotógrafos profesionales. Y por último una Olympus Trip MD2, esta es denominada point and shoot, automática. La use porque quería experimentar con ella la sensación de volver a hacer fotografías con la primera cámara de fotos que llegó a mis manos. Me la regalaron mis padres en 1992. No es muy buena haciendo fotografías, comparada con las demás, pero para mi el valor que tiene es incalculable".
Más allá de lo estrictamente técnico, el uso de cámaras antiguas o ahora llamadas vintage, Gallardo asegura que le transmite "emoción" trabajar con ellas y lo considera como "un reto que me ayuda a valorar más la fotografía como arte", ante la complejidad y el arte que conlleva adaptarse a cada una de sus preciadas reliquias.
El hecho de contar con un número más limitado de disparos -los que quepan en cada carrete- hace pensar más y mejor la composición de la fotografía, así como la medición de luces, nos explica Sebas. "Me preocupas más hacer mejores fotos que tener mayor número de imágenes que no me aportan nada".
Este intrépido y singular fotógrafo es sabedor de que habrá quien lo mire raro, al verlo con estos aparatos pertenecientes a otra época. "No me importa que los demás me miren de manera extraña cuando oyen el sonido de los obturadores de mis cámaras y cuando tengo que pasar al siguiente fotograma para exponerlo arrastrándolo con la palanca. Todo lo contrario es un placer". El resultado, como ven, merece la pena. Un sabor añejo en plena era digital.
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