La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
EL Lunes Santo pudo con todos los pronósticos. En la jornada que parecía, a priori, más compleja de toda la Semana Santa sólo hubo que lamentar la suspensión de las procesiones de San Pablo y Santa Genoveva, que no es poco. El resto, las otras siete corporaciones, pudieron salir gracias a la tregua entre las diferentes borrascas que está mandando esta DANA que tienen en jaque, en vilo, a toda la Sevilla cofradiera. Eso sí, las estaciones de penitencia resultaron mucho más aceleradas de lo que hubiera sido normal. Pero nada lo está siendo en esta Semana Santa pasada por agua y, desde ayer, metida fría.
Los pronósticos para el Lunes Santo que se manejaban en la previa daban prácticamente por descontado que las dos cofradías que debían poner su cruz de guía en la calle bien temprano en la mañana lo iban a tener muy difícil. Prácticamente imposible. Y así fue. El día amaneció lluvioso, mucho más que el Domingo de Ramos. El guión ya se cumplía. Así que no fue ninguna sorpresa que las dos hermandades, la del Polígono de San Pablo y la de Santa Genoveva, anunciaran en tiempo y forma que suspendían sus estaciones de penitencia. Lo que no puede ser no puede ser. Los partes decían que hasta prácticamente las cinco de la tarde no había nada que hacer. Y así fue.
El Lunes Santo ya había quedado huérfano de dos de las cofradías más populares de la jornada. Dos corporaciones que llegan al centro, que toman el centro como se decía antiguamente, acompañadas por una legión de vecinos y devotos. La lluvia que cayó durante toda la mañana y buena parte de la sobremesa fue el notario que refrendó lo acertado de estas dolorosas decisiones.
Así llegamos al filo de la tres de la tarde. A esa hora debían ponerse en marcha otras dos cofradías: la del Beso de Judas y San Gonzalo. La tarde estaba metida en agua, por lo que las juntas de gobierno pidieron una prórroga para decidir, conscientes y seguros, de que si aguantaban hasta las cinco de la tarde no iban a tener problemas. El Beso de Judas contaba, además, con el horario de Santa Genoveva, que no discurriría por la carrera oficial, por lo que podía ocupar su lugar. El desarrollo de los acontecimientos demostró posteriormente que la decisión de esperar fue la acertada. La paciencia tuvo su recompensa.
Pero esta circunstancia no puede ser impedimento para que nos hagamos una serie de preguntas. ¿Hasta qué hora se puede/debe esperar para salir? ¿Dos horas es mucho, aunque luego se recupere el tiempo perdido y se llegue en hora a la carrera oficial? En este caso, la certeza y la seguridad de los partes, José Antonio Maldonado fue el primero que dijo el Viernes de Dolores que el Lunes por la tarde no iba a llover, puede justificar esta gran demora. Sobre todo sabiendo que lo que está por venir pinta muy negro y que cada cofradía que salga a la calle será un tesoro. Oro molío. Pero, en cualquier caso, estas esperas eternas no deben convertirse en la norma. Porque además perjudican a las últimas cofradías del día. Debería existir consenso, y el Consejo de Cofradías tendría que hacer pedagogía sobre ello, de que se debe suspender la procesión si a la hora fijada para la salida está lloviendo. Pero en este mundo hiperconectado y en el que la dictadura del porcentaje se impone, es difícil que reine la cordura si la aplicación del teléfono móvil te dice que en apenas una hora no va a llover.
Decíamos que San Gonzalo y el Beso de Judas se echaron a la calle prácticamente de manera simultánea y con una elevada velocidad. La primera recortó su recorrido y suspendió los saludos al asilo y la Estrella para llegar lo antes posible al centro. Aunque conforme avanzaban los minutos y se recorrían la calles, se fue normalizando el paso. Ya no había riesgo de lluvia y, además, Santa Marta había salido. También lo hizo las Aguas a su hora. El sol recibió al Beso de Judas en las setas. Se abrieron los cielos y el Señor de la Redención protagonizó una gran chicotá tras otra. En este lugar pudimos comprobar cómo muchos de los veladores no se habían quitado para el paso de las cofradía. También se vieron sillitas, como el Domingo de Ramos, en muchos lugares, aunque la Policía Local, en este caso, se está empleando a fondo para levantar a las personas que impiden el paso.
La ciudad había recuperado de un plumazo el Lunes Santo y las ansias de ver cofradías. El público se fue agolpando en las calles para disfrutar del resto del día, a pesar del frío que se presentó con intensidad. La Vera Cruz, las Penas y el Museo cumplieron con lo prometido y evocaron una Semana Santa de otro tiempo. De hondura máxima. De profundidad y peso. De centro.
El guión del Martes Santo se presenta muy parecido al de la jornada de hoy. Será necesario apurar. Seguramente se pidan prórrogas, pero todo sea por el bien de esta Semana Santa tan atípica. Los partes de los próximos días siguen dando miedo. Habrá que preguntarle a Maldonado.
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