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Gran Poder: 400 años del Señor de Sevilla

El 1 de octubre de 1620 se otorgaba la carta de pago de liquidación a Juan de Mesa y Velasco por la ejecución de un Nazareno y un San Juan Evangelista

El Señor en sus andas preparado para el traslado y la misa de este jueves. / Juan Carlos Muñoz

El 1 de octubre de 1620 tuvo lugar uno de esos acontecimientos que marcan el devenir de una ciudad. La Hermandad del Traspaso, como se conocía entonces, otorgaba la carta de pago de liquidación al escultor cordobés Juan de Mesa, que había realizado para la corporación, radicada entonces en el convento del Valle, las imágenes de un Nazareno y un San Juan Evangelista. Cuatrocientos años después, aquella imagen plena de expresividad y dramatismo es uno de los pilares de la religiosidad popular de Sevilla. La devoción al Señor del Gran Poder ha traspasado en este tiempo las fronteras locales y se ha extendido por todos los rincones del mundo. Son legión los que acuden cada viernes a su basílica para rezar y su hermandad es ejemplo en ayudar al prójimo a través de su Bolsa de Caridad.

Con la hechura del Señor del Gran Poder, Juan de Mesa da el salto definitivo hacia la consagración del barroco en la Semana Santa sevillana. El escultor cordobés afronta el encargo que le traería fama más de tres siglos después, tras haber realizado el Crucificado del Amor y el de la Conversión del Buen Ladrón, y en el mismo año en el que acomete el encargo del Crucificado de la Buena Muerte por parte de los jesuitas.

Desde que el Gran Poder llega a la hermandad, probablemente ese mismo 1 de octubre de 1620, comienza a forjarse una devoción que lleva a la hermandad a plantear un cambio de sede. “La corporación se encuentra en el convento del Valle de manera interina, porque su sede es Santiago de la Espada, pero la acogida de los frailes franciscano es muy buena y decide quedarse allí. Se instala en una capilla propia y tiene hasta bóveda de enterramiento. Se puede decir que se encuentra muy asentada”, explica José Luis Gómez Villa, archivero de la hermandad.

Carta de pago a Juan de Mesa fechada el 1 de octubre de 1620. / D. S.

La hermandad contaba entonces con las imágenes de un Nazareno, que se sustituye por la imagen de Juan de Mesa, un Crucificado y una Dolorosa acompañada de San Juan. “Se representaban los misterios de la pasión con los titulares el Domingo de Ramos y el Jueves Santo realizaba la salida procesional”, añade el historiador. La corporación ya tenía una vida bastante estructurada en Santiago de la Espada, actual colegio de las Mercedarias de la calle Guadalquivir, pero en el Valle va a vivir varios hitos importantes que marcarán su futuro. Se produce el tránsito a hermandad de penitencia, aprobándose sus reglas en 1570. Se incorpora el Nazareno de Juan de Mesa, que realizó su primera estación de penitencia en 1621 y se estrena, en 1692, el paso procesional de Francisco Antonio Gijón, modelo que siguen todos los posteriores.

El Señor del Gran Poder. / Juan Carlos Muñoz

A finales del siglo XVII, la hermandad decide abandonar el convento del Valle. Algunas desavenencias con la comunidad y la llegada de la actual Hermandad del Valle, con su Nazareno, se esgrimen como las razones más probables. Pero lo cierto es que en estos años ya se había forjado una honda devoción hacia el Señor y la cofradía acuerda su traslado al convento trinitario de San Pedro que se estaba construyendo. En 1694, mediante escritura pública, cierran la construcción de una capilla propia con una puerta independiente que estaría abierta “todos los días del año por las mañanas y las de cuaresma hasta la puesta de sol”.

El Señor saliendo de la parroquia de San Lorenzo. / Coleccion Rivero

La hermandad había vendido la capilla del Valle a la congregación en 1695, pero nunca se llega a materializar el traslado a San Pedro. Los trinitarios no acceden a que la nueva capilla tenga su propia puerta y se entabla un pleito. Cuando Roma falla a favor de la corporación, ésta acepta una indemnización económica. En 1697, el arzobispo Juan de Monroy licita el traslado de la corporación al colegio de San Acasio, hoy sede del Real Círculo de Labradores en la calle Sierpes.

El Señor en su capilla de San Lorenzo. / M. G.

En 1703 se establece, finalmente, en la Parroquia de San Lorenzo. Tras este traslado la hermandad comienza a conocerse como Santísima Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso, e iniciaría una época de gran acrecentamiento de la devoción popular al Señor. En el siglo XVIII también tienen lugar importantes acontecimientos que serán fundamentales. En 1777 se incorpora a la nómina de las hermandades de la Madrugada. A finales de siglo, la predicación de la novena supuso un aldabonazo. Fundamental para ello fue el beato fray Diego José de Cádiz. “Las predicaciones d los franciscanos en aquellos primeros años son cruciales”, sostiene Gómez Villa.

La hermandad rápidamente se infunde del carácter del barrio de San Lorenzo, creando un fuerte binomio, como resalta el historiador y archivero de la corporación: “Durante el siglo XIX es una cofradía muy señorial. Prácticamente todos los cargos públicos importantes de la ciudad eran hermanos. Eso deja ver su gran peso popular y devocional”. Los cultos de cada viernes y la apertura constante de la capilla contribuyeron a acrecentar cada vez más la devoción al Señor.

Altar de novena del Gran Poder en San Lorenzo. / D. S.

En la parroquia, la hermandad contará con otro gran benefactor: el beato Marcelo Spínola. Como párroco, miembro de junta, cardenal o hermano mayor perpetuo difundió la veneración al Señor durante el cambio de siglo. Desde principios del siglo XX en la hermandad comienza a surgir el deseo de contar con un templo propio en el que acrecentar, aún más, el fervor al Señor. Estas gestiones fructificaron en 1965 con el traslado a la nueva capilla, también en la Plaza de San Lorenzo, elevada en 1992 a la categoría de basílica menor.

En 1930, tras más de tres siglos considerándose el Señor como obra de Martínez Montañés, Heliodoro Sancho Corbacho encuentra en el Archivo de Protocolos el contrato por el cual se encarga a Juan de Mesa en 1620 la hechura de la escultura del Señor, así como la de San Juan. Con este hallazgo, también se rescata del olvido al escultor cordobés. “El Señor representa a la escultura barroca policromada lo que Bernini al mármol. Se da un paso más. Dios también es hombre. Es puro Trento. El Gran Poder es una ruptura con una idea barroca más elevada o elitista para hacerlo más humano. Desde este momento toda la imaginería barroca sevillana tiende a esto”, resume Gómez Villa.

El Señor en la procesión de regreso tras la clausura del Año de la Misericordia. / Antonio Pizarro

El Señor ha presidido en dos ocasiones el Vía Crucis General del Consejo (1979 y 1987), que habrían sido tres si no se hubiera suspendido el Vía Crucis de la Fe de 2013. La última vez que el Gran Poder salió de manera extraordinaria fue en 2016 para clausurar en la Catedral el Año de la Misericordia. Fueron jornadas de gran devoción y fervor entorno al Señor. La de hoy será décima salida extraordinaria desde 1939, aunque sólo será unos metros para la celebración de la misa pontifical a las puertas de la parroquia. El Señor tendría que haber ido dentro de unas semanas a Tres Barrios, a llevar consuelo y misericordia a esas periferias marginales en la que residen tantos devotos que han contribuido a agigantar su devoción.

El rostro del Señor en una fotografía antigua. / D. S.

El Gran Poder es el Dios de los abuelos, de los padres, de los pucheros, de los hospitales. Su hermandad cuenta actualmente con 12.054 hermanos, algunos de ellos residentes en países como Portugal, Nicaragua, Alemania, Bélgica, Estados Unidos, Escocia, Inglaterra, Brasil, Italia, Francia, Colombia, México, Argentina, Venezuela, Perú o Canadá. El Señor del Gran Poder cumple 400 años como uno de los pilares de la religiosidad popular de Sevilla, dique contra la secularización imperante. Hito en la Historia del Arte y médico del alma de los sevillanos.

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