Escultores ‘olvidados’ por las cofradías

Las hermandades sevillanas no siempre han recurrido a los mejores artistas de cada época para realizar sus imágenes titulares

Algunos de los escultores de primer nivel tienen una presencia testimonial o ni siquiera eso

El Cristo de las Murallas de Ávila, obra de Nicomedes Díaz Piquero.
El Cristo de las Murallas de Ávila, obra de Nicomedes Díaz Piquero. / D. S.

Por motivos económicos, por modas, por estética, por miedo a las críticas, por desconocimiento... las hermandades sevillanas no siempre han recurrido a los mejores escultores del momento para encargarle sus imágenes titulares. Desde el propio Martínez Montañés, en el siglo XVII, a Darío Fernández Parra, en pleno siglo XXI. Artistas de tanto prestigio y calidad como Susillo, Coullaut Valera, Sánchez Cid, Pérez Comendador, Díaz Pintado, Barbero, Carmen Jiménez, Ramos Guerra, Martínez Salazar, y tantos otros tienen una testimonial o nula presencia en las cofradías sevillanas, aunque, de un modo u otro, han cultivado el arte sacro.

El primer gran escultor que no trabajó para las cofradías fue el propio Martínez Montañés. “No existe un sólo documento que lo relacione con alguna hermandad”, advierte Andrés Luque Teruel, doctor en Historia del Arte y profesor de la Universidad de Sevilla. El profesor de la Hispalense asevera que aunque haya una fuente directa que asegura que la imagen del Señor de Pasión es de Montañés, “¿quién puede decir que no fue la orden mercedaria la que la encargó?”. En este sentido, pone como ejemplos otras imágenes hoy titulares de cofradías que fueron realizados con otros fines, como el Cristo de los Estudiantes, un encargo de los jesuitas; el Cristo del Calvario, realizado para una capilla particular; el Cristo de Burgos, también hecho para una capilla privada de San Pedro, o algunos otros. Sólo hay constancia de que Montañés realizó una imagen “de nuestra Señora, de talla, de tristeza”, cuando ingresó con su mujer Ana de Villegas como hermano de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús. La Hermandad de la Quinta Angustia conserva el busto de esta Dolorosa, hoy bajo el nombre de Encarnación, aunque se encuentra muy transformada.

La Dolorosa que Martínez Montañés realizó para la Quinta Angustia.
La Dolorosa que Martínez Montañés realizó para la Quinta Angustia. / M. G.

El gran escultor de la Sevilla del siglo XIX, Antonio Susillo, uno de los artistas europeos más importantes de su tiempo, es el autor de las manos de la Virgen de la Amargura. En 1893 restauró la imagen tras el incendio que sufrió el paso el Domingo de Ramos en la Plaza de San Francisco, haciéndole además unas manos nuevas. “Susillo muere muy joven en 1896. Probablemente, si hubiera vivido más, habría llegado hasta la Exposición Iberoamericana de 1929. Durante el primer tercio del siglo XX los que trabajan en Sevilla son sus discípulos. Susillo era barrista. Modelaba y vaciaba en bronce. También tiene obras en madera tallada, como el beato Diego de Cádiz del convento de Capuchinos”. Una de sus grandes obras es el Cristo de las Mieles del Cementerio de San Fernando.

El Cristo de las Mieles, de Antonio Susillo.
El Cristo de las Mieles, de Antonio Susillo. / José Ángel García

Tras la muerte de Susillo, el único de sus discípulos que trabajó profusamente para las cofradías fue Castillo Lastrucci. “Viriato Rull, Miguel Sánchez Dalp o Coullaut Valera no trabajan para las hermandades. Este último tiene obras religiosas y algunos Cristos de mucho nivel. En Sevilla se queda Joaquín Bilbao como el gran autor de la escultura sevillana. Hizo el Cristo del Dolor para las Cigarreras que ya sabemos la acogida que tuvo”, sostiene Luque Teruel.

Un escultor de mucho nivel es Agustín Sánchez Cid. El único encargo que recibe es la reproducción del Santo Crucifijo de San Agustín. “Reconstruye la imagen con técnicas muy modernas, no como estaba realizado el gótico”, recalca Luque Teruel. Manuel Echegoyán es otro escultor que se sitúa en esta línea: “Es modernísimo, en la línea de Illanes, pero más radical en sus simplificaciones y llegando a la escultura de vanguardia. Tienes imágenes religiosas muy buenas”.

De primera línea y de fama internacional es Enrique Pérez Comendador. Tiene un gran éxito, por ejemplo, en Roma. “Realizó un Traslado al Sepulcro que es una obra maestra del siglo XX, con figuras de talla completa. Se autorretrata en José de Arimatea. El Cristo de la Buena Muerte de Valverde del Camino también es muy moderno, inspirado en el de la Clemencia de Montañés”.

El Crucificado de la Buena Muerte de Valverde del Camino.
El Crucificado de la Buena Muerte de Valverde del Camino. / D. S.

Mauricio Tinoco es otro de los artistas olvidados, “tan desconocido como talentoso”; o Juan Luis Vasallo, que trabajó en Sevilla durante veinte años. “Es otro naturalista de la escuela mediterránea que tiene obras importantes en madera tallada y policromada”.

El profesor Luque Teruel destaca otro escultor que se ya merece un reconocimiento sólo por su labor docente: Francisco Marco Díaz-Pintado. “Es valenciano. Se traslada a Sevilla en 1917 y se queda hasta después de la Expo del 29. Es, por ejemplo, maestro de Illanes y de la primera generación de imagineros neobarrocos, como Sebastián Santos, Eslava o Fernández Andes. Sólo por su labor docente ya tiene una importancia extrema”, advierte Luque Teruel. Suyo es el misterio de la Lanzada de Valencia o del Señor del Gran Poder de Camas, “una imagen que trasciende el neobarroco sevillano”.

El Gran Poder de Camas.
El Gran Poder de Camas. / D. S.

Tras pasar por los escultores neobarrocos, cuyo máximo exponente es Sebastián Santos, ¡y en el que se encuentran otros de la talle de Rafael Barbero, con muy escasa presencia en las hermandades sevillanas; o Antonio Eslava, que realizó dos magníficas Dolorosas, se llega a un buen ramillete de escultores figurativos que tienen obras religiosas diseminada por España a los que las cofradías sevillanas no realizaron ningún encargo.

Es el caso de Carmen Jiménez, una escultora que cuenta con obras en el Museo de Bellas Artes de Sevilla: “Hace poco arte religioso. Es la maestra directa de los escultores figurativos que trabajan en Sevilla. Desarrolla un naturalismo que sigue evolucionando. Idealiza mucho sus obras con un sentido de la belleza muy refinado”.

Nicomedes Díaz Piquero, autor de la escultura de Don Juan Tenorio, es junto a Enrique Ramos Guerra uno de los introductores de las vanguardias en Sevilla. “Tiene también una faceta realista. Realiza el Crucificado de la Catedral de Ávila”. Enrique Ramos Guerra es “vanguardia pura”. Realiza la Piedad para la estación sevillana de San Bernardo. “Fue un escándalo por su patetismo trágico. La conserva en su casa de Valencina”.

Piedad en técnica mixta.
Piedad en técnica mixta. / D. S.
Cristo atado a la columna de Alberto Germán Franco.
Cristo atado a la columna de Alberto Germán Franco.

El profesor Luque Teruel destaca también la figura de Miguel Fuentes del Olmo, profesor de Bellas Artes y autor de una serie de monumentos a la Memoria Histórica en los cementerios andaluces. “También realiza obra abstractas y cuenta con una amplia producción de escultura para iglesias de toda España. Trabaja para la Conferencia Episcopal Española desde los años 60. Sus obra son colosales”. En la misma línea se sitúa Alberto Germán Franco, del que Luque Teruel destaca que es “extremadamente moderno aún siendo naturalista”.

Guillermo Martínez Salazar, profesor titular del departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas de la Universidad de Sevilla, es otro de los escultores que destaca Luque Teruel. “Tiene obras de un naturalismo extremo sin caer en el hiperrealismo y lo hace con las técnicas antiguas. Es un maestro de la pintura sobre la imagen. Tiene un par de Crucificados excepcionales”.

Crucificado de Darío Fernández.
Crucificado de Darío Fernández. / M. G.

Uno de los escultores contemporáneos más relacionados con las cofradías es el profesor Juan Manuel Miñarro. Ha creado un modelo con su estudio sobre la Sábana Santa de Turín, pero hasta el año pasado no se estrenó una imagen titular suya en la Semana Santa de Sevilla. Otro de los imagineros más importantes del momento, porque así lo entiende la crítica especializada, es Darío Fernández Parra. Ninguna cofradía de Sevilla le ha encargado nada. “Es una primera figura. Al nivel técnico del mejor de cada época”, señala Luque Teruel. El profesor de la Hispalense considera que muchos de los nuevos valores, que proponen algo nuevo, como Jaime Babío o Martín Nieto, están eclipsados por los imagineros neobarrocos de tercera generación.

¿Y por qué las hermandades recurren siempre a lo mismo? Luque Teruel lo tiene claro. “Los escultores que trabajan en Sevilla están metidos en las cofradías. Tienen mucha influencia en las juntas de gobierno. Muchas de las cofradías que empiezan, además, quieren imágenes gratis o muy baratas. Piensan más en los pasos o en otras cosas que en los titulares, en los que no deberían escatimar nada”, concluye.

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