José García-Tapial

Santa Clara debe ir a la Lista Roja del Patrimonio

El autor advierte que prácticamente la mitad de la clausura conventual se encuentra en absoluta ruina y en pésimas condiciones de seguridad por lo que está clausurada

Santa Clara debe ir a la Lista Roja del Patrimonio
Santa Clara debe ir a la Lista Roja del Patrimonio / M. G.

14 de octubre 2023 - 06:50

RECIENTEMENTE Diario de Sevilla ha publicado dos oportunos y documentados reportajes de Juan Parejo sobre el estado, constructivo y administrativo, de dos edificios monumentales de nuestra ciudad que esperan su rehabilitación: la iglesia de San Laureano y la casa-palacio del Pumarejo. Ambos comparten una serie de características y circunstancias que, a la vez, son comunes con otro monumento sevillano que, igualmente, permanece, desde hace demasiado tiempo, pendiente de una rehabilitación que nunca llega: el Convento de Santa Clara. En efecto, los tres son de propiedad municipal, se encuentran en estado deficiente o ruinoso y están pendientes de su rehabilitación. Pero junto a estas coincidencias generales hay matices diferenciales en cada uno de ellos.

Empecemos por los datos históricos. El devenir del Convento Santa Clara se inicia en el siglo XIII con la edificación del palacio de don Fadrique, posiblemente sobre un palacio almohade anterior para, posteriormente transformarse en convento de monjas clarisas. Tras la marcha de estas el Ayuntamiento lo adquiere en 2001. Está declarado monumento histórico-artístico desde enero de 1970. Por su parte, el Colegio de San Laureano, del que solo permanece en pie la iglesia, se funda en 1601, sobre las antiguas casas de Hernando Colón. Desamortizado en el XIX se utilizará como cárcel y almacén de provisiones del ejército. El Ayuntamiento lo obtiene por cesión en 1999. No tiene declaración de monumento ni de Bien de Interés Cultural. Por último, la casa-palacio del Pumarejo se construye en 1775, en el XIX pasa a ser Colegio de los Niños Toribios y el Ayuntamiento completa la compra en 2010. En agosto de 2003 se declara BIC.

En cuanto el estado de conservación también se aprecian diferencias entre ellos. En Santa Clara la situación actual es contradictoria. Frente a la iglesia, minuciosamente restaurada con fondos municipales, aunque la propiedad continúe siendo del Arzobispado, prácticamente la mitad de la clausura conventual se encuentra en absoluta ruina y en pésimas condiciones de seguridad por lo que está clausurada. En la iglesia de San Laureano se han ejecutado, durante los años 2019 y 2020, obras de consolidación y de sustitución total de la cubierta, garantizando la completa estabilidad y estanqueidad del edificio. Respecto a la casa-palacio del Pumarejo hay que indicar que, aunque no esté declarado en ruinas, el edificio presenta deficientes condiciones de seguridad y habitabilidad, por lo que parte del inmueble está clausurado. Desde hace unos meses forma parte de la Lista Roja de Patrimonio en Peligro.

Es en la situación administrativa actual de cada una de ellas donde se aprecian mayores diferencias. Así, en el caso del Pumarejo existe ya un Proyecto de Rehabilitación de una Primera Fase, redactado y aprobado por la Comisión Provincial de Patrimonio, en mayo de 2022 con un importe de 4,7 millones de euros. Igualmente, para la iglesia de San Laureano existe también un Proyecto Básico y de Ejecución de la Segunda Fase entregado en la Gerencia de Urbanismo; además, anteriormente, en julio de este año se adjudicaron los trabajos de conservación de las pinturas murales aparecidas, por un importe de 97.223 euros. Por tanto ambos se encuentran ya en vías de recuperación.

Uno de los espacios pendientes de rehabilitar.
Uno de los espacios pendientes de rehabilitar. / M. G.

Frente a este lento, pero decidido, avance en estas rehabilitaciones ¿qué se está haciendo por Santa Clara? Más allá de las publicitadas intervenciones en las zonas más públicas y exteriores, como iglesia y torre, lo que más urge es rehabilitar los espacios de la clausura, que son los más extensos y desconocidos, seguramente los de mayor valor arqueológico, y que son los que, por encontrarse en estado ruinoso y en peligro de pérdida, precisan una urgente intervención. En esta zona no se actúa desde el año 2014, en que se aprobó rehabilitar parte del costado Sur del claustro (refectorio alto y parte del noviciado). Quedan por recuperar el resto del frente Sur, todo el costado Oeste, donde se encuentra el núcleo principal del palacio de don Fadrique, en especial su alta torre interior, con sus ventanas tetralobuladas cegadas, torre hoy fragmentada e irreconocible y también, lamentablemente, todo el costado Norte donde se encuentran los dormitorios conventuales segregados en su día, las viviendas “de particulares”, el enterramiento del XIV del obispo de Silves y, sobre todo, la primitiva iglesia del monasterio, luego “sala de profundis”, recubierta de interesantísimas pinturas murales del XIV, únicas en nuestra ciudad. Pinturas que, tras veinte años desde su descubrimiento y sin tratamiento alguno en todo ese tiempo, se están degradando y, posiblemente, desapareciendo.

Restos de pintura en la primitiva iglesia.
Restos de pintura en la primitiva iglesia. / M. G.

¿Es posible que durante todos estos años el Ayuntamiento no haya podido destinar una cantidad tan modesta como la del caso antes citado para su protección y restauración? Ni lo ha destinado ni, lo que es peor, tiene previsto destinarlo. Así lo establece el insatisfactorio Plan Director del Patrimonio Histórico Municipal aprobado por la anterior corporación, done no se ha previsto ni presupuestado ninguna intervención para 2023, y además, la que se incluyó para 2022, (625.000€) para la portada a calle Santa Clara y las viviendas de capellán y portero (otra vez actuaciones al exterior, nunca en la ruinosa clausura) no tengo noticias de que se haya ejecutado, ni de que siquiera esté redactado el proyecto de rehabilitación, ni de que exista consignación presupuestaria. Ambas condiciones (proyecto y presupuesto) de las que disponen en los otros casos. Por tanto entiendo que se está invirtiendo en edificios que, aunque valiosos, no tienen la importancia histórica, la significación en la ciudad, los valores y, sobre todo, la necesidad de actuación urgente por su avanzado estado de ruina, como Santa Clara.

Ante esta incomprensible política patrimonial cabe preguntarse ¿quién la establece?¿quién marca las prioridades? Una de las más graves carencias del Plan Director citado era, precisamente, el no señalarlas. Este es el momento de corregirlo, fijándolas, priorizando las de mayor peligro de pérdida, incluyendo las mismas en este primer presupuesto de la actual Corporación, actualmente en elaboración. De no ser así habría que reclamar la inclusión del Convento de Santa Clara en la Lista Roja de Monumentos en Peligro.

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