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Tal es la disyuntiva que se nos presenta ahora. Mientras, por una parte el Ayuntamiento ha terminado su restauración, por otra promueve la construcción de un edificio que la ocultará definitivamente a los ojos de los sevillanos.
Desde que el infante la erigiera levantándola, orgullosamente, sobre el caserío cercano, superando en altura incluso a las murallas, la silueta de su torre ha dominado buena parte del paisaje de la ciudad a lo largo de su historia. No sería hasta el final del siglo XIX e inicio del XX que, ante los problemas económicos de las monjas de Santa Clara, se fueron vendiendo, no solo los solares más exteriores del monasterio sino que se llegó incluso, a malvender parte del propio edificio conventual: un trozo de más de la mitad de sus dormitorios. Sobre estos suelos se levantarían edificios que, por su mayor altura, irían ocultando paulatinamente la imagen de la torre. Los últimos terrenos en vender serían los correspondientes a las huertas colindantes con la calle Lumbreras. En 1902, Juan Talavera de la Vega, padre del maestro del Regionalismo y arquitecto autor, entre otras obras, del Costurero de la Reina, recibió el encargo de levantar unas naves para garaje en la esquina de Lumbreras con Becas, lo que podía suponer perder la única vista urbana que quedaba de la torre. Lo resolvió afortunadamente, con gran sensibilidad, alejando la nave mayor respecto la calle Becas y dejando sin edificar la esquina, lo que ha permitido mantener presente en la ciudad la imagen más popular de la Torre.
Esta vista se perderá para siempre si prospera la reciente iniciativa municipal de derribar estas naves para levantar un bloque de 31 viviendas, de tres plantas más ático. Esta es la propuesta que figura en la reciente modificación del Plan Municipal de Vivienda a gestionar por Emvisesa. De llevarse a cabo tal iniciativa se completaría, desgraciadamente, el cerco edificado de la torre, que quedará irremediablemente oculta a los ciudadanos a pie de calle. Excepto, claro, para los propietarios de algunos áticos.
Pero esta propuesta no solo supondrá una pérdida irreparable para el paisaje histórico sevillano, sino que también malogrará la última oportunidad de dotar al Espacio Santa Clara del espacio y las posibilidades que esta parcela puede proporcionar. En el plano adjunto, en el que se han marcado en color los edificios de propiedad municipal: nave Singer, garaje de esquina, vivienda, antiguo colegio y convento de Santa Clara, se aprecia la posición estratégica de esta parcela. Parcela que siempre ha tenido una clara vocación dotacional, y en relación con la Torre. Así en el Plan General de 1987 ya se la calificaba como equipamiento en una Unidad de Actuación denominada, precisamente, “Torre de Don Fadrique”. Tras la compra del convento, en enero de 2002 se aprobó su Plan Director que estableció que esta parcela debía incorporarse al Espacio Cultural Santa Clara como su complemento, para albergar distintos usos y servicios, sirviendo de apoyo a las actividades a desarrollar en los jardines de la torre y también para facilitar el acceso y la salida de público, actualmente con unas condiciones de evacuación difíciles e inseguras. En base a ello se expropió la parcela. El PGOU de 2006 ha mantenido la calificación de equipamiento.
El Ayuntamiento tiene ante sí la posibilidad de integrar en un conjunto único, una serie de edificios de la misma época, todos de su propiedad y de gran interés: las naves citadas de Talavera de la Vega, la Nave Singer de 1912, del maestro regionalista José Espiau Muñoz y las interesantes intervenciones del también arquitecto regionalista Juan Talavera Heredia, de 1920, tanto las restauraciones de la torre y del dormitorio conventual, como la creación de un ambiente adecuado en torno a aquella, dotando las medianeras de una trabajada “piel” de ladrillo visto. Ello supondría incorporar la arquitectura de esta época a un conjunto monumental como Santa Clara que atesora vestigios almohades, estancias palatinas cristianas, dormitorios medievales, claustro renacentista, iglesia manierista, retablos barrocos y viviendas decimonónicas completando así un recorrido por la arquitectura histórica sevillana. Además de conseguir dotar al Espacio Santa Clara de más fachada, mejor accesibilidad y los nuevos espacios que necesita
El dilema está planteado. Levantar el bloque de viviendas, ocultando la torre y asfixiando el centro cultural, o mejorar y ampliar éste, respetando además la imagen histórica de la torre dominando el caserío. Para conseguir esto último bastaría con retirar la parcela del Plan de la Vivienda y asignársela al ICAS para que cumpla la función para la que fue expropiada.
Confiemos en la demostrada sensibilidad hacia el patrimonio histórico de la ciudad en general, y hacia Santa Clara en particular, de nuestro alcalde.
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