Los usos inapropiados del Alcázar de Sevilla
Mateos Gago: una oportunidad para Sevilla
Patrimonio
Una equivocada decisión supondrá una línea que, de ser tomada como ejemplo, poco a poco continuará la transformación de la totalidad del pavimento del casco histórico
EL pasado 6 de julio este Diario publicó un artículo de mi compañero arquitecto Juan Ruesga en el que, tras incluir unas referencias históricas de la calle Mateos Gago, daba cuenta de las reuniones entre los responsables municipales, la asociación de vecinos y amigos del barrio de Santa Cruz y la agrupación de comerciantes, bares y restaurantes para alcanzar un acuerdo sobre los aspectos más importantes del proyecto en su planteamiento de calle casi peatonal: una plataforma de fachada a fachada y el traslado de la carga y descarga a Menéndez Pelayo y a Cano y Cueto.
En cuanto a la pavimentación, describía las distintas franjas y usos del proyecto municipal, con soluciones de granito gris en diversos tamaños y formas. Incluía finalmente una referencia a que, por mi parte, abogaba por un granito más colorido, tipo Gerena, especialmente en la franja central, lo que me da pie a realizar una serie de comentarios personales complementarios, en la línea en que particularmente o dentro del grupo MP9, vengo pronunciando desde que a principios de 2017, con el apoyo de Ben Baso, denunciamos que el ayuntamiento de Sevilla cargó a los vecinos del sector Trastámara con el estigma de un proyecto inadecuado de eliminación de 70.000 piezas del venerable, histórico, adoquín que hasta ese momento cubría sus seis calles y su sustitución por asfalto.
Sin olvidar que estas notas van sobre Mateos Gago, vuelvo brevemente al pasado para recordar las numerosas acciones personales o en grupo y los pronunciamientos realizadas en los medios, iniciados con el escrito al alcalde de 28.03.17 (firmado por asociaciones patrimonialistas, exconcejales y profesionales de diversa titulación relacionados con el medio urbano) al que siguieron otros comunicados y reuniones con diversos responsables políticos y gerentes municipales, en defensa de que, además de los aspectos de accesibilidad, se tengan en cuenta las cuestiones patrimoniales, de sostenibilidad y paisajísticas, especialmente en el conjunto histórico: el tratamiento de la plaza de San Andrés marcó uno de los puntos más bajos en su total ausencia de proyecto y a partir de ahí parece que el protocolo que debería regular las acciones coordinadas de obras entre Emasesa y Gerencia va mejorando los resultados como refleja el de la de San Julian. Insuficientemente reacción aún, pese a nuestros requerimientos al responsable político en la materia, de que lidere el cambio ante un asunto que hoy, al menos en su componente medioambiental, ya lo exige de inmediato.
La calle Mateos Gago se sitúa en el borde sur de la Ciudad fundacional romana, entre el sector central del conjunto alto que engloba desde más allá de la Alfalfa hasta Abades y Guzmán el Bueno, y la Juderia compuesta más al sur por Santa Cruz y al este por San Bartolomé. Desde ese punto de vista cabe hacer un primer reproche al Ayuntamiento y a Cultura por no haber contemplado una fórmula de difusión del proyecto y su trascendencia histórica. Sobre la malla que ahora rodea la fuente de la plaza de la Virgen de los Reyes podría haberse facilitado esa relevante información, a la manera en que hace años se efectuó para mostrar la prospección arqueológica de la Encarnación bajo la fórmula “queremos ver queremos saber”.
Centrándome en la propuesta formal, y en concreto sobre su pavimentación, el proyecto sigue el criterio de prolongar la solución del entorno de la catedral, esto es, la de utilizar el mismo pavimento tipo Quintana que como una lengua gris ascenderá hasta Fabiola, sustituyendo el actual adoquinado de Gerena, que por ahora también cubre a su derecha todo el barrio de Santa Cruz, a su izquierda las calles de mayor valor histórico de la ciudad y al fondo, a través de Fabiola y Madre de Dios, el barrio de San Bartolomé. Los siete metros centrales de tráfico rodado y aparcamiento que aún hoy podemos apreciar de la antigua calle se reducirán a 2,80 ampliándose notablemente las dos aceras con bandas de dos metros de enlosado gris.
Extraña de entrada la insistencia municipal en el rechazo a la reutilización del pavimento existente: ya se sabe que sostenemos que nuestras canteras de piedra son las propias calles de la ciudad exigiendo su reutilización una vez reciclado. Y extraña en cuanto a que se reitera el empleo de un material criticado por su falta de resistencia, fácilmente apreciable en el desgaste en calles como Santander o San Gregorio al paso de los coches de caballos, o por su tonalidad uniforme, según he podido corroborar que manifiestan conocidos pintores, geógrafos, historiadores, arquitectos y otros profesionales sevillanos.
La obra se encuentra muy avanzada en sus operaciones de sustitución y mejora de redes y pendiente de su definición final en el caso de que se decida reflejar en su pavimento la traza de la muralla de la Judería, sobre la que se realiza una prospección arqueológica marcada desde la delegación de Cultura. Los 50.000 adoquines medianos de Gerena han sido ya retirados a un solar junto a los almacenes municipales de Torreblenca, pendientes de un futuro uso. Pocos, comparados con los que aparecerán en las obras del metro: los cinco kilómetros de rondas y avenidas afectadas por la Línea 3 aportarán dos millones de adoquines grandes que hoy duermen bajo el asfalto.
La foto del muestrario de granitos que acompaña este artículo parece corresponder a un estudio de los responsables municipales para redefinir la pavimentación y esa posible representación de la muralla. De ser así sería una magnífica noticia porque se estarían estudiando alternativas al gris uniforme para los enlosados, como ya se hizo en otras intervenciones en la Puerta de Jerez o la Encarnación. También para la franja central a adoquinar, donde por alguna razón difícil de entender se descarta la reposición y se rechaza una vez más la posibilidad de cortar las piezas aduciendo razones económicas no demostradas. Y ante la posibilidad de emplear piedra no gris procedente de canteras distintas a Quintana parecen surgir cautelas, lógicas tras los problemas de porosidad, y consecuentemente de mantenimiento, del granito recientemente instalado en la calle Baños.
Bienvenido sea, por tanto, el debate para un asunto sobre el que la ciudadanía no acostumbra a entrar. Se trata de un complejo proyecto, con la dificultad añadida de recoger la traza de la muralla con otro material de contraste que la dirección técnica puede resolver satisfactoriamente.
Como complemento a la introducción que Ruesga me hizo en el artículo citado al principio, sugiero al Ayuntamiento que al menos los siete metros centrales, esto es la ampliación de las dos aceras y la calzada reducida, mantengan la tenue entonación policromada de Gerena o, en su caso, de canteras que produzcan materiales similares.
Todos hemos podido constatar durante años su bello y regular adoquinado dorado, entonado en los colores de la piedra y los enladrillados de la Catedral, la Giralda, el Palacio Arzobispal y de muchos de los edificios civiles de la calle. Mejor opción, desde los citados puntos de vista de patrimonio, sostenibilidad y paisaje, que la adoptada por el proyecto de cambiar a gris ese espacio.
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