Las elecciones europeas ponen hoy a prueba el estado de salud del sanchismo
Al PP de Feijóo solo le vale una mayoría más o menos holgada para convertir estos comicios en un voto de castigo a Pedro Sánchez
Todo lo que no sea eso daría aire al presidente
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Hay tres posibilidades: que el PP gane por una mayoría holgada, que logre una victoria ajustada o que empate o sea el PSOE la primera fuerza política. Al partido de Feijóo solo le vale una, la primera.
Cualquier cosa que no sea vencer por cuatro puntos de ventaja y una ventaja de entre tres o cuatro escaños sería una enmienda de los españoles a la pretensión del PP de convertir estos comicios en una moción de censura al sanchismo.
El empate –que ha ido tornándose como posible en los últimos días de campaña– o la victoria de Sánchez obligaría a replantear la estrategia del partido y podría, dependiendo del resultado, abrir una crisis.
“El domingo no bastará, pero sin el domingo no vamos a conseguir el cambio político en España”, afirmó gráficamente Feijóo en el último mitin de campaña. Más gráfico aún fue el candidato a eurodiputado Esteban González Pons: “Si el domingo por la noche Pedro Sánchez ha empatado, Pedro Sánchez se queda”.
El PP quiere el aval a una oposición dura –centrada en la amnistía y en una política de pactos que acoge a todo el independentismo y el nacionalismo– y certificar el apoyo de los españoles a su proclama de que la legislatura está agotada por la debilidad extrema del Gobierno y los casos de corrupción, entre ellos los ligados al caso Koldo y a la mujer del presidente, Begoña Gómez, caso este último que ha casi monopolizado la última semana de campaña. Lo contrario, en su opinión, sería precisamente dar el visto bueno a todo eso: la amnistía, los pactos con independentistas y el fugado Puigdemont y los casos de corrupción. De ahí las llamadas de Feijóo a concentrar el voto de la derecha en el PP, a, en definitiva, aglutinar el antisanchismo en él.
Quizás su movimiento menos entendible ha sido el de abrir la puerta a una moción de censura “si se dan las condiciones”. Es muy poco probable que ocurra –porque hay que unir a Junts con Vox, que son agua y aceite– pero el hecho de lanzar la idea le ha servido de arma electoral a la izquierda.
Pedro Sánchez, por su lado, ha intentado contrarrestar la posibilidad del voto de castigo con una campaña emocional, muy enfocada en concentrar el voto de la izquierda. Considera la amnistía ya amortizada –pese a que el PP logró una gran movilización el pasado 26 de mayo contra esa medida– y ha ido al ataque con la imputación de su mujer.
El líder socialista se ha terminado alineando con los partidos a su izquierda –Sumar y Podemos– para terminar considerando que hay una derecha judicial que actúa por motivos políticos.
En su carta del pasado martes, consideró extraño que la citación a su mujer se produjera en plena campaña electoral, contraviniendo una norma no escrita de la judicatura. Su sospecha sobre el juez Juan Carlos Peinado le ha valido un duro conflicto con una parte del poder judicial, pero a él no le ha importado. Acudió con su mujer a un mitin en Benalmádena y allí aludió la ex consejera Magdalena Álvarez, condenada por los ERE, como una víctima de los “infames ataques” de la derecha y la ultraderecha.
Derecha y ultraderecha son dos términos, para él, indisolublemente unidos. Sánchez ha vuelto a utilizar lo que le dio tanto éxito en las generales: vincular al PP con Vox hasta el punto de confundirlos y hacerlos parecer lo mismo.
Fuera de los dos grandes, Vox espera aprovechar el auge de sus homólogos europeos Le Pen, Meloni y Orban, y dar por finiquitado su retroceso de medio millón de votos en las generales y la crisis interna subsiguiente. Se va a encontrar con un rival inesperado, Alvise Pérez, un outsider de la antipolítica que quiere aprovechar su éxito en redes sociales y que aspira a dos o tres escaños.
Sumar quiere parar su declive, y no lo ha tenido fácil. El protagonismo de Sánchez ha eclipsado su campaña y la candidatura de Irene Montero, el mayor activo de Podemos, va a volver a dividir el voto de la izquierda a la izquierda del PSOE.
Los nacionalistas de derechas (PNV, Coalición Canaria...) y los de izquierdas (ERC, Bildu, BNG...) van agrupados a las europeas y no aspiran más que a conservar cuota. Junts va en solitario y aspira a uno.
De Europa, por último, se ha hablado muy poco. Salvo Irene Montero, los candidatos han estado eclipsados por los líderes de sus partidos. Inmigración, Ucrania, medio ambiente, agricultura y energía, entre otros temas, han quedado en segundo plano.
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