Los acreedores que pusieron dinero nuevo en Abengoa recuperaron también quitas
Sevilla/Los principales acreedores financieros de Abengoa en la primera reestructuración, ejecutada en 2017, pusieron dinero nuevo, según se declaró al regulador bursátil, con el objetivo de dar viabilidad a la compañía, pero un análisis a fondo de las cifras, conocidas las cuentas del entramado societario luxemburgués que recibió altos intereses y comisiones, muestra, tal como ya sentenciase el Tribunal de Instancia Mercantil de Sevilla, una enorme desproporción en el sacrificio de los distintos acreedores, y que las duras condiciones puestas al nuevo dinero y a la refinanciación del viejo que quedó como deuda viva, permitieron a no sólo recuperar ese nuevo dinero sino una parte sustancial de las quitas que habían hecho.
La deuda afectada por el primer proceso de reestructuración fue de 9.479.391.813,42 euros. De ese montante, la deuda no comprometida y no sujeta a quita fueron las cuatro financiaciones interinas otorgadas en los años 2015 y 2016 (December, March y September Facilities) por un importe total de 569.876.236,71 euros.
Los 8.909.515.576,71 euros restantes de deuda comprometida sí estuvieron sujetos a quitas.
En ese primer rescate hubo dos posibilidades de quitas, del 97% para quien no aceptase los términos alternativos, y del 70% más un 40% en acciones y nuevos instrumentos de deuda para quienes sí aceptasen esas condiciones.
De esos 8.909 millones, sólo 390.924.449,37 euros estuvieron sujetos a los términos estándar de la reestructuración (97% de quita) por no aceptar los términos alternativos.
El resto, 8.518.591.077,34 euros, fue la deuda de acreedores que aceptaron los términos alternativos del acuerdo de reestructuración (quita del 70%, entrega del 40% de las acciones de Abengoa y nuevos instrumentos para el 30% no sujeto a quita, denominados como Senior Old Money, SOM, y Junior Old Money, JOM).
Los acreedores que sí aceptaron y además pusieron dinero nuevo (New Money) representaban 1.919 millones de euros de ese montante, a los que se aplicó una quita del 70% por un total de 1.343 millones de euros (sumando tanto las cifras reconocidas de Company Voluntary Arrrangement de Reino Unido, CVA, como el resto de deudas sujetas a quitas), y recibieron acciones por esta parte de la deuda sujeta a quita por valor del 12,8% de Abengoa adicionales sobre el 55% que le correspondían (el 50% por poner el New Money y otro 5% por poner avales), con lo que controlaban el grupo con un total del 67,8% del capital de Abengoa.
Esos mismos acreedores que pusieron dinero nuevo prestaron la financiación interina previa al acuerdo de reestructuración ejecutado en marzo de 2017, que recibió la sociedad filial británica Abengoa Concessions Invesment Limited (ACIL).
Las tres principales fueron la diciembre de 2015, la December Facility por importe de 106.000.000 euros de la que fueron prestamistas el ICO junto con las principales entidades financieras de Abengoa, un préstamo que obtuvo una garantía pignoraticia de primer rango sobre 11.203.719 acciones de Atlantica Yield.
Tres meses después, prestaron 137.094.751,3 euros, la March Facility, un importe garantizados con 14.327.124 acciones pignoradas de Atlantica Yield.
Y seis meses después, la llamada September Facility, por importe de 211.000.000 dólares, que tuvo una garantía pignoraticia de primer rango sobre 16.000.000 acciones de Atlantica Yield.
Estas financiaciones interinas no estuvieron sujetas a quitas y estaban aseguradas por garantías de primer rango de las acciones de la filial norteamericana del grupo, la joya de la corona, por un valor de mercado en ese momento de 770 millones de euros.
Como resultado de ello, el grupo Abengoa, a cambio de las quitas y garantías, recibiría 1.169 millones de euros, que incluían las financiaciones interinas.
Las quitas que sufrieron los acreedores con deudas sujetas a los términos alternativos del acuerdo de reestructuración sumaron 1.343 millones de euros.
Eso supone, que el esfuerzo de esos acreedores fue de 2.512 millones de euros.
Las duras condiciones impuestas al nuevo dinero y a la refinanciación de parte del antiguo, como avanzó este diario el pasado día 11, provocaron que Abengoa tuviese que pagar intereses, sólo en los ejercicios 2017 y 2018, a la sociedad luxemburguesa ajena al grupo ABG Oprhan Holdco por valor de 200 millones de euros.
Además de esos altos intereses se impusieron comisiones bancarias cobrada en esos dos mismos ejercicios (2017 y 2018) por importe de 113 millones de euros (excluida la comisión de la venta de Atlantica Yield porque la recibieron también asesores además de acredores, entre ellos Lazard, que no prestó nuevo dinero).
A esas comisiones e intereses hay que sumar el valor de las principales garantías pignoraticias recibidas (acciones de Atlantica Yield y sobre el proyecto de planta cogeneradora en México A3T) por un importe estimado de 1.412 millones de euros. Esa cifra se desglosa en 835 millones de euros en los que se valora la venta de Atlantica Yield y en 577 millones en los que se estima el valor del A3T.
A ello hay que sumar la valoración que tenía el citado 67,8% del capital de Abengoa, que se cifra a precio de mercado de 2017 en 207,46 millones de euros.
La suma de esos pagos y valoraciones importan en total 1.932,46 millones de euros.
Como el esfuerzo hecho por esos acreedores fue de 2.512 millones, el resultado neto es de _-579,54 millones de euros, pero supone que recuperaron 763,46 millones de los 1.343 millones de quitas que asumieron con el primer rescate de Abengoa.
Esta recuperación también de quitas, gracias a los altísimos intereses y comisiones, que juntos rondaron el 20%, se contraponen con la liquidación que en principio preveía el CVA de Reino Unido. Los directores de ACIL en ese momento, Joaquín Fernández de Pierola y Christian Anders Digemose (éste impuesto por los acreedores y con derecho de veto a decisiones como su destitución o la presentación de concurso), elaboraron un análisis de la liquidación que contemplaba que un perjuicio económico mayor para los acreedores porque habría disminuido el valor de Atlantica Yield si no controlaban su venta. Así , sostenían que una venta desordenada de la filial estadounidense hubiese generado por una minoración estimada de su valor de 248.436.232 euros, al pasar la valoración de mercado estimada de Atlantica Yield de 770.269.340 euros a 521.823.108 euros.
La conclusión es que, para el total de créditos por 3.088 millones en manos de los principales acreedores del New Money (1.169 millones de dinero nuevo y otros 1.919 millones de dinero viejo), la pérdida que sufrieron después de dos años y gracias a las duras condiciones impuestas en la primera reestructuración (sumando intereses, comisiones, acciones recibidas y garantías), fue del 18,76% del saldo en dinero aportado a Abengoa.
Ese sacrificio contrasta con la quita sufrida por el resto de acreedores, que fue mucho mayor y se mantiene próxima al 70% acordado. Muchos de esos acreedores más perjudicados eran minoritarios poseedores de bonos refinanciados de Abengoa.
Así, que la desproporción en el sacrificio no sólo existió para los acreedores a los que se aplicó una quita del 97%, como sentenció el Tribunal de Instancia Mercantil de Sevilla en septiembre de 2017, sino también entre acreedores con quitas del 70% que no prestaron nuevo dinero.
También resultaron muy perjudicados, a la vista de que el dinero nuevo apenas se usó para dar liquidez operativa a la compañía, los accionistas preexisntentes al primer rescate, a los que se les hizo una dilución del 95% para dar sus acciones a los acreedores. Un 50% de esas acciones era precisamente a quienes facilitaban el nuevo dinero para que Abengoa no quebrase.
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