Alegato por el silencio
Cállate | Crítica
El escritor y periodista Dan Lyons presenta en su nuevo ensayo una feroz radiografía de la contemporaneidad que apunta a la discreción de los márgenes como ecosistema ideal para el éxito y la supervivencia
Imaginación e imagen
Nueva consideración del mundo
La Ficha
Cállate. El poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante. Dan Lyons. Traducción de Magdalena Palmer. Capitán Swing, Madrid, 2023. 216 páginas. 20 euros.
En ciertas ocasiones es mejor dejar hablar a los datos: “Cada minuto se suben a YouTube quinientas horas de nuevos vídeos. En esos mismos sesenta segundos, se crean aproximadamente 1,8 millones de Snaps y se publican 700.000 historias en Instagram. Se tuitean casi 600.000 tuits y se envían 150.000 mensajes de Slack. Cada minuto se reproducen 167 millones de vídeos en TikTok, 4,1 millones en YouTube, 70.000 horas de Netflix y 40.000 horas de música en Spotify”. Ante este panorama, la advertencia que hacía Wittgenstein respecto a que “de lo que no se puede hablar, mejor callar la boca”, queda en agua de borrajas salvo que, ciertamente, todo el mundo tenga razones de peso para emitir sus mensajes y sepa exactamente lo que está diciendo. Las redes sociales constituyen el reflejo más fidedigno del imperio del ruido, un crisol frenético en el que el volumen de mensajes divulgados supera con creces la capacidad humana de recibirlos e interpretarlos, pero no es el único: prácticamente en cualquier ámbito productivo, laboral, político, cultural, educativo y empresarial, la certeza de que quien hable más y más alto destacará sobre el resto es común y general. Sin embargo, en la misma jauría comienza a calar la sospecha de que mantenerse al margen de tal embrollo aporta beneficios relacionados no sólo con la salud mental, también con el éxito profesional, el desarrollo personal y el ámbito privado. Después de que durante décadas se nos bombardeara a todas horas con el mantra de que quedarse fuera de los altavoces digitales entrañaba poco menos que una conducta suicida, cada vez son más los díscolos que alertan de que los mismos altavoces son los principales obstáculos a la hora de alcanzar lo que prometen. Y en la bibliografía al respecto destaca, por su contundencia y oportunidad, Cállate. El poder de mantener la boca cerrada en un mundo de ruido incesante, el último ensayo del escritor, guionista y periodista estadounidense Dan Lyons (Massachusetts, 1960), que acaba de publicar la editorial Capital Swing con la traducción de Magdalena Palmer.
Lyons ganó una notable popularidad cuando se infiltró en una conocida startup internacional para denunciar la precariedad y la ambición deshumanizadora del sector tecnológico, experiencia que relató en su crónica Disrupción, publicada originalmente en 2016 y lanzada en España también por Capitán Swing en 2021. Ahora, Cállate puede considerarse una prolongación coherente de aquel envite en la medida en que incita de manera seductora a la desconexión, esto es, al boicot. Fiel a su estilo, Lyons tira de la persuasión más consciente, al modo estadounidense, con un lenguaje directo que no rehúye el trazo panfletario (“Quiero que cerréis la puta boca”, reza ya la primera línea en consonancia con el título general del libro, Shut the fuck up) y que combina con acierto el análisis periodístico riguroso y el tono humorístico más desenfadado (el autor se hizo pasar por Steve Jobs, al que define en Cállate como “líder de una secta”, en una sátira que levantó una polvareda más que notable allá por 2006). Lyons entrevista a empresarios, psicólogos, educadores, lingüistas y un buen ramillete de autoridades académicas para sustentar su discurso con la mayor solvencia. Su objetivo es, en cualquier caso, demostrar que el perfil bajo entraña un mecanismo mucho más apropiado a las aspiraciones legítimas, en cualquier ámbito, que la continua participación en foros y redes, para lo que relata historias de diversas personalidades de éxito (así como la de su propia desconexión) que optaron recientemente por el camino opuesto al que dictan las tendencias digitales y especulativas. Lo hace desde un pulso feroz a la actualidad (el libro se publicó originalmente en este 2023) y con especial atención a las redes sociales y los contenidos virtuales (“Hace veinte años muchos de nosotros creímos, ingenuamente, que Internet daría paso a una era de prosperidad utópica. Pero entonces un puñado de empresas gigantes monopolizó Internet y volvió la tecnología en nuestra contra”), pero Lyons relata también los beneficios que se obtienen del mero gesto de callarse en el trabajo, en casa, en las relaciones personales y en la escala social. Saca punta, de paso, al fenómeno del mansplaining y no duda en hacer de su libro un manual de instrucciones para callar a los bocazas, evitar ser interrumpido en reuniones y driblar situaciones inasumibles de estrés, con consejos bien detallados que abarcan desde la reducción en la presencia de redes sociales hasta la práctica japonesa del baño de bosque.
Resulta digna de consideración la aparición de este libro de Dan Lyons en coincidencia con otros ensayos recientes como Antes de la tormenta, de Gal Beckerman (publicado en España por Crítica), en el que el autor relata cómo las redes sociales han ejercido un efecto disuasorio definitivo en movimientos populares que prometían cambios sociales de calado en los últimos años, desde el Black Lives Matter a la Primavera Árabe. Las revoluciones sustentadas en estas plataformas, viene a decir Beckerman, parecen encontrar en ellas un pregonero masivo que, sin embargo, muy poco tiempo después, diluye sus efectos con más eficacia que los aparatos de represión del Estado. Tal tendencia de pensamiento coincide al señalar la periferia del ecosistema virtual como el hábitat más deseable y a obviar las redes sociales cuando hay en juego cuestiones verdaderamente importantes, y quizá aquí Cállate se crece en su condición de alegato fundamental e inequívoco. Dan Lyons afina su diagnóstico especialmente en el apartado dedicado a la educación: en el Metaverso no hay espacio para el fracaso, ni para las segundas oportunidades, ni para la diversidad de habilidades, ni para la pausa necesaria, así que quien grita a menor volumen es sancionado sin remedio. Pero es aquí donde encontramos nuestra mejor oportunidad: Lyons pone el ejemplo de la canciller Angela Merkel como personalidad que fue subestimada durante años por su decisión firme de bajar el telón de su vida privada a la opinión pública y que, gracias a su tesón, llegó a ser reconocida como una figura imprescindible ante los retos globales del presente. Ser subestimado entraña así una forma de poder, una actualización del ideal clásico del non serviam cuyas consecuencias sí encierran una revolución candente. O, al menos, la posibilidad de tomarnos a risa el apogeo de los influencers.
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