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Ojalá la vitamina D...

Coronavirus Andalucía

El remedio andaluz mencionado por Boris Johnson carece aún de una sólida evidencia científica para su empleo contra el Covid-19

Una sanitaria revisa las muestras en el laboratorio de un hospital. / Juan Carlos Vázquez

Un diputado británico le pregunta al primer ministro, Boris Johnson, sobre un tratamiento contra el Covid-19 con sello andaluz, basado en la administración de calcifediol –una suerte de producto vinculado a la vitamina D, que es más hormona que vitamina–. La historia, transmitida días atrás por fuentes de la Junta de Andalucía, se convierte en una versión del efecto mariposa aplicada a la comunicación política: una cita en el Reino Unido se convierte en un (eufórico) ciclón en el sur de España.

Efe recogió ayer las declaraciones del responsable de la investigación con el calcifediol, el endocrinólogo José Manuel Quesada. Este profesor honorario de la Universidad de Córdoba asegura que los ensayos clínicos sobre el efecto de esta sustancia entre los contagiados por el SARS-CoV-2 aportarán "datos muy importantes para poder cambiar el paradigma del tratamiento del Covid-19".

Lanzadas las campanas al vuelo, cabe detenerse en la letra pequeña. "Sería maravilloso", se limita a señalar Jesús Sierra, farmacéutico en el Hospital Universitario de Jerez para referirse a las hipotéticas bondades del calcifediol. Tras casi un año indagando en tratamientos eficaces, los expertos, como este especialista en ensayos clínicos, mencionan evidencia de cierto beneficio para los enfermos –reducción de muertes o del tiempo de estancia hospitalaria– en corticoides (dexametasona), anticuerpos monoclonales o antivirales (remdesivir), entre otros. "No conozco nada nuevo publicado sobre el calcifediol", dice Sierra, a cargo del departamento de uso racional del medicamento del centro hospitalario jerezano.

Tampoco cuenta con una total certeza el endocrino cordobés, responsable de los ensayos clínicos del calcifediol. Los resultados están aún en el proceso de validación científica, es decir, como explica el propio Quesada, la evidencia de los efectos curativos del calcifediol está en el proceso de la "serie de revisiones para ver si tiene la calidad científica suficiente".

Los resultados del primer estudio piloto, hechos públicos en octubre, señalaron que de los 50 pacientes tratados con calcifediol oral sólo uno requirió ingreso en la UCI. El número es principal. Los ensayos clínicos para certificar la eficacia de las vacunas de Pfizer, Moderna o AstraZeneca, sin ir más lejos, se han sometido a los resultados sobre grupos de entre 20.000 y 40.000 personas.

La esperanzadora llegada de las vacunas no debe hacer decaer el interés por los posibles tratamientos farmacológicos a la vista. Hay miles de experimentos en marcha en diversas fases de estudio, pero de cuando en cuando irrumpe el anuncio de un medicamento que se anuncia como "prometedor", a pesar de encontrarse su investigación en pleno desarrollo. En ese estadio intermedio estableció en noviembre la Consejería de Salud como pauta el calcifediol para su administración en los geriátricos andaluces. "Ojalá", suspiran los médicos y farmacéuticos.

La fascinación por la vitamina D existe desde su descubrimiento, en los años 20 del siglo pasado. Hasta las cervezas han usado como reclamo un suplemento de la vitamina D en su fórmula. Y, si bien hay guías clínicas en el mundo que defienden su papel en otras enfermedades y procesos, la evidencia con respecto al Covid-19 "es aún irregular", califica un editorial publicado en The Lancet el 11 de enero, que cita un ensayo clínico aleatorizado con más de 20.000 personas en Australia que no redujo la gravedad de las infecciones de Covid-19.

Los datos epidemiológicos, sin embargo, hablan de que los grupos de población que muestran una deficiencia o insuficiencia de vitamina D –tercera edad, personas en las residencias, por ejemplo– son colectivos más vulnerables al coronavirus. Las largas estancias en las casas, a causa de los confinamientos y los toques de queda, ha aumentado el número de personas con necesidad de vitamina D por la falta de sol.

Esa falta de sol es el signo de distinción en los otoños e inviernos británicos, cuyas autoridades publicaron en diciembre una guía que recomendaba el suplemento con vitamina D para la población "extremadamente vulnerable". Hubo un matiz. Ese tratamiento para prevenir o tratar el Covid-19 "carece de suficiente evidencia", refiere The Lancet, citando a las citadas guías clínicas.

Con todo, la revista científica concluye avisando de que las sólidas evidencias pueden llegar "demasiado tarde". "Los periodos de crisis [sanitaria] sugieren reglas ligeramente diferentes". El motivo es la relativamente escasatoxicidad de estos suplementos, sobre todo si las olas son del pico de la actual, sobre todo si se dan en países sin sol, donde las cervezas se han promocionado con el "brillo solar de la vitamina D". "Para retener el pico de la soleada salud del verano, para mantener la resistencia a los resfriados invernales, beba Schlitz", decía en 1936 el anuncio en la prensa. (Como si la cerveza necesitara más propiedades.)

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