Sevilla

El tirón de dos santos del siglo XIII

  • Nacimientos. Sendas exposiciones sobre San Fernando y San Francisco atraen a visitantes en un programa que se completa con la película de Aníbal González y muestras de Roldán y Botero

Estatua de Aníbal González en la Plaza de España

Estatua de Aníbal González en la Plaza de España / Juan Carlos Vázquez Osuna

Pietrasanta. Es la única palabra que he apuntado en este recorrido. Nos hemos pateado la ciudad como si no hubiera un mañana. Una película documental y cinco exposiciones paladeadas como si fuéramos forasteros, disfrutando de una ciudad en estado de gracia. Todo empezó el martes a las cuatro de la tarde. Una hora inopinada. Más de medio centenar de personas nos dábamos cita en el cine Cervantes para ver la película ‘Aníbal. El arquitecto de Sevilla’, con dirección de Paco Ortiz y producción de José Carlos de Isla. La música es de Pablo Cervantes. Un cine recuperado para la ciudad que se estrenó con una obra de los Álvarez Quintero, que fueron alumnos del instituto San Isidoro, en la misma calle Amor de Dios. No hay que irse muy lejos para encontrar obras de Aníbal González (1876-1929): el cine Trajano, que daba a la calle del cine y a la que lleva nombre del emperador romano, el tío de Adriano; o la Capilla de los Luises, en la iglesia que fuera de los Jesuitas.

Devoto de la arquitectura. Es uno de los atributos de la obra de Pedro Roldán (1624-1699). Después de la película y un receso cafetero, vamos a ver la exposición de este escultor, pintor y arquitecto en el Museo de Bellas Artes en el cuarto centenario de su nacimiento. Sevillano de cuna, con ascendencia de Antequera, hizo escuela en su familia, con cumbres como las de su hija, La Roldana, o su nieto, Duque Cornejo. La obra está muy por encima del concepto museográfico, pues parece el taller del escultor con su obra amontonada. El video que acompaña la muestra nos ofrece el legado de Roldán en la Carretería, Montesión o la Caridad. Fuera de la pinacoteca, se sigue encontrando uno con obras de Pedro Roldán: el san Fernando de la catedral, el Nazareno de la O en la parroquia de la calle Castilla o un san Francisco de Asís de su escuela que figura en la muestra ‘Franciscus’.

Dos siglos y medio separan a Pedro Roldán y a Aníbal González, pero la ciudad es hija por igual de sus magisterios, que a veces están a punto de encontrarse: la capillita del Carmen, en el puente de Triana, obra del arquitecto de la Plaza de España, está muy cerca de ese Nazareno trianero que sale cada Viernes Santo y está tan unido a los Martín Cartaya. En la Fundación Cajasol, donde además del Belén hay dos exposiciones (‘Franciscus’ y Botero), vuelve a producirse esa aproximación entre el escultor del XVII y el arquitecto que creció en el último cuarto del siglo XIX (nació uno y dos años después que los hermanos Manuel y Antonio Machado, respectivamente). Una de las obras de la muestra en torno al santo de Asís, con la sombra de un Murillo detrás, está bajo una réplica del cuadro de Gonzalo Bilbao cuyo original está en el Salón del Almirante del Alcázar y que narra la inauguración de la Exposición Iberoamericana de 1929 con la presencia del rey Alfonso XIII y el dictador Miguel Primo de Rivera. Unos días después fallecía el arquitecto, apartado del certamen por Cruz Conde.

De su legado hablan en la película su biógrafo por excelencia, el también arquitecto Víctor Pérez Escolano, el historiador de la arquitectura Alberto Villar Movellán y compañeros en la cofradía de los periódicos como Carlos Colón o Mercedes de Pablos, que dice una frase para modelar en mármol: “Sevilla entierra muy bien, pero olvida mejor”. La historiadora Amparo Graciani, el arquitecto técnico José Antonio Solís, que tiene el gps de la Plaza de España, el broche maravilloso de los jóvenes artistas que hicieron la estatua que está en la plaza de España: Manuel Nieto, Guillermo Plaza, Manuel Osuna. Todo con la línea narrativa de Aníbal González Serrano, nieto del arquitecto, cuya consulta de odontólogo ha compartido vecindad con este periódico en la calle Rioja.

Dos santos del siglo XIII concitan la expectación y el asombro en estos días navideños para despedir el año que se consume. En Cajasol, ‘Franciscus’, para conmemorar ocho siglos de belenismo. Está en la planta superior de la antigua Audiencia, sobre el impresionante belén con figuras a tamaño natural cuya cola atraviesa Entecárceles para llegar a Álvarez Quintero. Figuras prestadas por hermandades de media Andalucía. Un santo italiano honrado con obras de Martínez Montañés, Zurbarán, Murillo, la escuela de Pedro Roldán y hasta un manto de Dolce & Gabanna. Con la mirada contemporánea de Daniel Franca. Por este santo eligió el arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio el nombre de Francisco cuando fue Nombrado Papa por los cardenales.

¿Qué puente puede existir entre San Francisco de Asís y el pintor colombiano Fernando Botero, con el que en salas diferentes comparten espacio expositivo? Botero es un artista capicúa que nació en 1932 en Medellín (Colombia) y murió en 2023 en Mónaco. Quiso que lo enterraran en Pietrasanta, cuna italiana de la escultura, donde reposan sus restos junto a los de su esposa griega, fallecida cuatro meses antes. Hay pinturas de 2022, un año antes de su fallecimiento, y una película sobre su nómada trayectoria. Su pintura es un alegato contra la falsa originalidad: mantiene que no hay que buscar temas distintos para la pintura, sino darles una impronta personal. La figura de Francisco de Asís influyó en Giotto y este arquitecto florentino fue fundamental en la concepción de las proporciones en la pintura de Botero, el compatriota de García Márquez y de Álvaro Mutis. Se consagró cuando el Moma de Nueva York le adquirió su ‘Mona Lisa con doce años’. La prematura muerte de su padre obligó a su madre a trabajar de costurera. Al pintor lo echaron del Liceo por unos comentarios sobre Picasso. Comparte patria de retirada con Francisco de Asís, una muerte italiana que le une al santo que se inventó los nacimientos.

Ocho siglos de belenes y 775 años de que Sevilla recuperase el culto cristiano. Axataf le entregó las llaves a Fernando III, hoy san Fernando. Epicentro de una exposición en la Catedral que agota día a día sus visitas, las colas que serpentean hasta la entrada por la puerta del Príncipe, frente al Archivo de Indias. En pocas catedrales del orbe cristiano puede uno ver en su interior, completamente vacío de público, a dos canónigos con sus atuendos eclesiásticos ganándose el pan con el sudor espiritual de su frente: uno, Francisco Ortiz, deán de la Catedral, era el encargado de hacer de guía en la exposición de san Fernando, el hijo de Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla; el otro, Antonio Rodríguez Babío, delegado diocesano de Patrimonio Artístico, dirigía desde la Sala Capitular una catequesis de Adviento y Navidad, “tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento”. Una parada junto al retablo mayor y reflexiones junto a festividades de estos días: san Juan Evangelista, el único de los cuatro que murió de viejo, o los Santos Inocentes. Con el remate de una bendición general y unas notas al órgano con música de villancicos.

La Sevilla de Pedro Roldán y la de Aníbal González. Más próximas que lo que indican sus datos biográficos. Dos sevillanos por la puerta grande: el escultor diseñó la reja de la Puerta de Príncipe de la Maestranza; el arquitecto le dio forma a la plaza de toros de Osuna donde se rodó uno de los episodios de Juego de Tronos. Un viaje de Sevilla a Pietrasanta.

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