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Sevilla

Un jubilado sevillano se convierte en el azote de los carteristas del centro

  • Francisco lleva un año persiguiendo delincuentes, a los que graba en vídeos que luego sube a Instagram 

  • Su grito de alerta, "¡Pickpocket!", se ha hecho viral en más de una ocasión

  • Ha ayudado a detener a decenas de carteristas, la mayoría de ellas bosnias, rumanas y búlgaras

  • Así roban las carteristas en la Plaza de España

Un jubilado sevillano se convierte en el azote de los carteristas del centro.

Un jubilado sevillano se convierte en el azote de los carteristas del centro. / Juan Carlos Vázquez

Tiene 66 años, fue agente judicial con placa y pistola y dedicó media vida al sector de la hostelería y turismo. Hace un año, ya jubilado, desayunaba en una cafetería de la avenida de la Constitución cuando presenció un robo a una turista alemana. Decidió seguir a la sospechosa y terminó reteniendo a varias carteristas en la calle Madrid. "Era el clan de las bosnias, que yo desmantelé", dice este hombre, que pide ser identificado simplemente con su nombre de pila, Francisco. Desde entonces, comenzó a perseguir carteristas por la zona monumental de la ciudad y se abrió una cuenta en Instagram, en la que cuelga a diario vídeos de delincuentes a los que sorprende robando. "A la alemana le habían robado más de 3.000 euros. A una de las carteristas se le encontró más dinero aún dentro de sus partes íntimas".

Su actividad ha alcanzado más de 20.000 seguidores y sus vídeos se han vuelto virales desde que empezó a colgarlos, hace aproximadamente dos meses. Su grito de alerta a los turistas ("Pickpocket", carterista en inglés) es fácilmente reconocible por las potenciales víctimas. Colabora con la Policía Nacional y con la Policía Local, a la que ofrece información fiable de estas redes criminales y a las que en numerosas ocasiones ha servido en bandeja las detenciones a los sospechosos. "Es más, me han dicho que desde que estoy yo funcionando han bajado los robos en un 60% en el centro", apunta. En la Semana Santa ha grabado y publicado decenas de imágenes, en las que sorprende a carteristas a punto de actuar y las ahuyenta.

Muchas de ellas son mujeres, que se tapan la cara y aseguran que llamarán a la Policía, cosa que nunca hacen. Entre ellas hay una falsa embarazada. "Otras suelen ir con un mapa de la ciudad y haciendo fotos a la nada, para infiltrarse en los grupos de turistas como si fueran una más. Algunas llevan alguna prenda a modo de muleta para taparles el brazo con el que roban. Suelen ir tres o cuatro, una es la que roba pero suelta rápidamente lo que ha robado y se lo entrega a otra. En ese caso, si la descubren, ella no lleva nada".

Francisco, en un momento de la entrevista. Francisco, en un momento de la entrevista.

Francisco, en un momento de la entrevista. / Juan Carlos Vázquez

Su cuenta se llama huevosfritosconpapas, así escrito, todo junto y en minúscula. "¿Por qué? Muy sencillo, porque es la comida que más me gusta". En Semana Santa ha estado especialmente activo, ha localizado a un carterista reclamado por la interpol, y hace unos días uno de los líderes de una organización criminal dedicada a los hurtos se enfrentó a él y lo persiguió por varias calles del barrio de Santa Cruz. "Yo no tengo miedo, al miedo hay que enfrentarse. No temo que un día pueda venir un sicario y matarme, o darme una puñalada. Es superior el amor que tengo por mi ciudad, Sevilla".

Francisco es cinturón negro de Jeet Kune Do, el arte marcial que practicaba Bruce Lee. Es un arte marcial peligrosa, puesto que un golpe puede resultar mortal. Él se enfrenta a los carteristas, que habitualmente se marchan cuando son descubiertos. Pero si se le resisten, no duda en hostigarles hasta que llega la Policía. "Así he evitado muchos robos. Y cada día descubro a ocho o nueve carteristas, y sigo aprendiendo a diario. No puedo explicarlo, pero los detecto rápidamente".

Cuenta que las principales mafias dedicadas al hurto que operan en Sevilla están compuestas por búlgaras, bosnias y rumanas. "Estos clanes suelen ser el 80% de los carteristas, aunque también he sorprendido a otros de otros países, como Chile o Uruguay". Casi todas sus integrantes son mujeres, que actúan con gran habilidad y sin que la mayoría de las víctimas se den cuenta. Él suele hacer patrullas diarias, en muchas ocasiones acompañado de Romeo, su perro. En el momento en que ve algo sospechoso, saca el móvil y graba. 

Su ronda suele empezar en la Catedral y sigue por Alemanes, Avenida de la Constitución, García de Vinuesa, Arfe, Paseo de las Delicias, Paseo de Colón, Puente de Triana y la calle Betis. Desde ahí regresa sobre sus pasos y vuelve desde la Catedral hacia Placentines, Argote de Molina, Francos y la Plaza del Pan para terminar en las Setas. En las inmediaciones del Alcázar y el barrio de Santa Cruz también es un habitual. Dice que la Plaza de España es quizás el sitio en el que más carteristas hay, pero es un espacio abierto en el que es más difícil para una persona sola poder perseguir a los ladrones.

Su actividad en las redes sociales le ha hecho recibir numerosos mensajes de seguimiento de algunos de sus sospechosos. "El otro día me llegó un mensaje de unas personas que habían visto en Tenerife a unos rumanos que yo había identificado aquí en Sevilla". Y también está en contacto con otros activistas como él, que patrullan las calles del centro de ciudades como Madrid y Barcelona. Su actividad es similar a la de la mujer que se dio a conocer en Venecia al grito de ¡Attenzione, pickpocket!. "A mí me dicen que no lo pronuncio bien, pero me da igual, digo pickpocket con acento andaluz", se ríe.

Acude a los juicios porque él denuncia a las carteristas. "He visto allí mismo cómo le dicen a los jueces y los fiscales que volverán a actuar cuando salgan de los juzgados, porque ellos pertenecen a familias que llevan varias generaciones viviendo de eso. Es una profesión, una forma de vida". Asegura que estos clanes son organizaciones criminales, mafias en toda regla. "Cuando sustraen una cartera, luego utilizan los documentos para facilitárselos a otros delincuentes, que los emplean para usurpar identidades y cometer estafas".

Considera que ni los jueces ni los policías tienen culpa de que los ladrones reincidan una y otra vez. "He sorprendido por la tarde al mismo que había ayudado a detener por la mañana. Es fundamental que se cambie el Código Penal para que esta gente vaya a prisión. Pero eso lo tienen que hacer los políticos, y dudo que lo hagan, pues ellos son los principales bandidos".

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